RIGGI NO TIENE QUIÉN LO INVESTIGUE - SOBORNOS POR EL CASO FERRREYRA

Algo que me parece muy curioso es la distinta vara con la que los jueces miden la recusación de un “civil” y su propia excusación frente a tramitar un proceso donde uno de sus pares es el imputado.

Cuando los recusa un “civil” se ofenden y defienden su imparcialidad a capa y espada. Lo que no advierten es que al ponerse a discutir sobre su propia imparcialidad con la parte que ha solicitado su apartamiento actúan exactamente como lo hace una contraparte y, por lo tanto, pierden todo atisbo de imparcialidad.

Tampoco advierten que cuando se trata de juzgar a sus pares o superiores —pero miembros de la misma corporación— ni siquiera es necesario que los recusen. Ellos mismos se excusan invocando motivos por los cuales jamás aceptarían ser recusados por un “civil”, por un plebeyo ajeno a la corporación.

Con el terrible desprestigio que tiene hoy nuestro poder judicial, este caso era una buena oportunidad para que los jueces demostraran un poco de mesura y coraje cívico. Es decir, que demostraran que pueden estar a la altura de las circunstancias aplicando los mismos parámetros a todas las personas sometidas a persecución penal.

Pero no, no lo han hecho. Una vez más justifican las críticas que los ciudadanos les hacemos. Y lo terrible es que, además, no toleran crítica alguna.