Reproducción parcial de la nota publicada en Página/12
El 
proceso oral que empieza a ser nombrado como “el juicio a los jueces” 
comenzará en febrero en Mendoza. El marco será un nuevo juicio por los 
crímenes de la dictadura en el que serán juzgados 41 acusados: 
militares, policías y, además, cinco ex integrantes del sistema 
judicial. Entre ellos llegará a juicio oral Otilio Romano, el ahora ex 
presidente de la Cámara Federal de Mendoza que se fugó a Chile para 
burlar a la Justicia y fue extraditado en agosto del año pasado. Pablo 
Salinas es abogado querellante por el Movimiento Ecuménico por los 
Derechos Humanos (MEDH) y repasa en esta entrevista algunas 
singularidades del debate. La presencia de los cinco acusados del Poder 
Judicial, entre los que hay ex jueces, fiscales y un ex defensor, 
mostrará en un mismo debate los distintos modos en que actuó la Justicia
 durante la dictadura y su modo de legitimar la barbarie.
 
 –¿Cuál es la singularidad del juicio?
–La particularidad es que será acusado al mismo tiempo un bloque 
integrado por militares, policías, ex jueces y ex fiscales. Que es el 
mismo bloque que se ponía en funcionamiento ante cada secuestro. Después
 de cada operativo, una familia iba y planteaba un hábeas corpus, hacía 
la denuncia. Cualquier penalista podía saber que eso que estaba 
sucediendo era, por lo menos, un secuestro extorsivo, porque la persona 
no aparecía pero estas personas, en vez de investigar ese secuestro o 
desaparición y todos los delitos vinculados, rechazaban el hábeas 
corpus, con costas además de que le cobraban a la familia.
 
 –El tema de las “costas” es conocido, pero cuando se lo menciona vuelve a impresionar, parece grotesco.
 
 
–Cuentan algunos familiares que incluso han visto las resoluciones 
de los hábeas corpus que se rechazaban colgadas en ganchos, como los que
 se usaban para la carne. Esto demuestra la poca importancia que le 
daban a la denuncia de alguien. Y el tema es que no sólo no investigaban
 los hábeas corpus, sino que esas resoluciones hoy son una prueba 
porque, a la vez, son una constancia de que tenían pleno conocimiento de
 lo que estaba ocurriendo. Y no sólo eso. Cuando la persona secuestrada 
era llevada a la D2, por ejemplo, que era como la ESMA mendocina, para 
ser sometida a interrogatorios bajo tortura, jueces y fiscales tomaban 
esas declaraciones como válidas y le incriminaban hechos que 
supuestamente penaba la ley 20.840. Con esta metodología, además, 
legitimaban falsamente todo el proceso de detención, porque vale aclarar
 que todas las declaraciones firmadas así eran autoincriminatorias 
porque los secuestrados eran obligados a firmar lo que les ponían ahí.
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1 comentario:
Terragno dijo lo mismo sobre Zaffaroni, en el recinto del senado, previo a que lo nombraran ministro de la corte. Zaffaroni, que además publicó un libro para los milicos en el que dijo de ellos muchas cosas muy distintas a las que dice hoy, dijo que pesaba sobre él, con relación a los setentas y su actuación como funcionario público, una "responsabilidad generacional". Romano dira lo mismo y se lo dejaran pasar??? Quizas los otrora abogados del cels que han sido nombrados ilegalmente como fiscales federales nos ayuden con un poco de justicia.
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