Se presume a veces, sin embargo, que los no fumadores son moralmente superiores, y que tienen algo de qué enorgullecerse, sin comprender que les falta uno de los grandes placeres de la humanidad. Estoy dispuesto a admitir que fumar es una debilidad moral, pero por otra parte debemos precavernos del hombre sin debilidades morales. No se puede confiar en él. Es fácil que sea siempre sobrio y no cometa un solo error.
Seguramente sus costumbres han de ser regulares, su existencia más mecánica, y su cabeza mantendrá siempre la supremacía sobre su corazón. Por mucho que me gusten las personas razonables, odio a los seres completamente racionales.
Puede leer el resto de la nota aquí.
Fabián dijo en esa oportunidad:
Nuestro amigo bioquímico, en cambio, fue mucho más duro, y agregó:
"Los norteamericanos consideramos la libertad de expresión y la libertad religiosa como derechos fundamentales. Hasta 1914, también teníamos la libertad de elegir nuestra dieta y drogas, como derechos fundamentales. Obviamente, hoy esto ya no es así. ¿Qué hay detrás de esta funesta moral y de la transformación política que ha surgido del rechazo de parte de una abrumadora mayoría de norteamericanos al derecho a autocontrolar sus alimentos y drogas? ¿Cómo pudo haber sucedido esto, tomando en cuenta el paralelismo que existe entre la libertad de cada uno para ponerse cosas en la mente y la restricción por parte del Estado, a través de la censura de prensa, y la libertad de cada uno para introducirse cosas en el cuerpo y las restricciones por parte del Estado, a través del control de drogas?
La respuesta a estas preguntas se encuentra, básicamente, en el hecho de que la nuestra es una sociedad terapéutica, casi en el mismo sentido en que la sociedad medieval española era teocrática. Así como hombres y mujeres viviendo en una sociedad teocrática no creían en la separación entre Iglesia y Estado, sino que, por el contrario, aceptaron fervientemente su unión, del mismo modo, nosotros, viviendo en una sociedad terapéutica, no creemos en la separación entre la medicina y el Estado, sino que aceptamos su unión fervientemente. La censura a las drogas surge de esta última ideología, tan inexorablemente como la censura a los libros surgió de la primera. Esto explica por qué liberales y conservadores —y también la gente en un centro imaginario— están todos a favor del control de las drogas. En efecto, en los EE.UU., personas de todas las ideas políticas y religiosas (salvo los anarquistas) aprueban el control de drogas".
Extracto del trabajo de Tomás Szasz, Contra el Estado terapéutico. Derechos individuales y drogas, publicado en "Nueva Sociedad", Nº 102, 1989, ps. 173 a 182.
Ver la entrada completa acá.
III. El Comité "Salud o Muerte"
La entrada de Rollo donde se hicieron estos comentario se puede ver aquí.
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Esta regulación es otro gesto demagógico hacia lo políticamente correcto. Aclaro: no fumo y el humo del cigarrillo me causa alergia y al que fuma en mi casa lo miro con mucha cara de orto y lo invito a salir. Pero es mi casa; y así como no tolero el pucho, tampoco toleraría que un imbécil sentado en algún despacho, o la mayoría que fuera, me dijera lo que tengo que aceptar, o no aceptar en mi casa. Lo mismo pienso sobre cualquier establecimiento privado, al que la gente va por elección propia.
Me parece que si querés proteger la salud pública la única medida lógica sería exigir que todo establecimiento se declara fumador o no fumador. Y que la gente decidiera donde prefiere ir (porque la opción de restaurantes con zonas para fumadores es otra reverenda imbecilidad que se queda a mitad del río...). Yo no pisaría ningún lugar donde se permita fumar. Y otros no pisarían ningún lugar donde no se permita.
¿Cuàl es el principal síntoma de un gobierno soberbio? El creer que la gente es más idiota que los reguladores.
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Para el segundo o tercer comentario:
Hay varias cosas que no has tomado en cuenta. En ciudades como Bogotá, hace unos años aprobaron una ley zanahoria que sólo permitía servir alcohol hasta la 1 AM. Ello por el alto índice de muertos causados por accidentes provocados por conductores borrachos. Conclusión, para esto muchachos que no aprendieron de Elliot Ness, habia más bares clandestinos que normales.
El problema no consistía en no dejarte chupar, si no, en no dejarte manejar borracho. Si yo andaba en taxi, ¿por qué el Gran Hermano me debía mandar a dormir a la 1?
Por otro lado, usuario anónimo, o sos muy ingenuo o no entendés algunas cosas. No es —ni puede ser— mision del Estado obligarnos a ser seres más saludables. Mientras el tabaco se a un producto lícito, también hay derechos constitucionales del consumidor para los fumadores ocasionales o adictos, que deben conciliarse con los de los no fumadores.
Les recomiendo que lean de la ley el democrático Comité "Salud o muerte" que regula el art. 5 de la ley 1.799 porteña; la ridícula pretensión de juntarnos a fumadores y no fumadores quien sabe a qué. Más las restricciones a la libertad de expresión, la totalmente ilegítima imposición de sanciones a los locales por hechos de terceros que ni siquiera son sus dependientes, y, finalmente, esto de los menú lights viene a imponer coactivamente una moral de lo saludable autoritaria y maniquea, que divide al mundo en adictos y saludables. Por otra parte, Abanus, a vos te molestará el humo, pero ¿no será que tenés miedo de aburrirte como un hongo tomando Ser, ensaladita de rúcula y un té, mientras quenes estemos en los bares "hola pucho" la estemos pasando mucho mejor?
Por supuesto, vos vivirás más años, pero ¿quién quiere esa vida?
Saludos,
AB
pero no a que le plazcan todos los bares.
2 comentarios:
AB: No se te ocurrió pensar en la medida como una acción afirmativa en favor de los no-fumadores?
Estoy pensando frente al teclado (así que considerando la hora, puedo estar diciendo pavadas), pero la realidad social determina que si en un grupo de cuatro personas hay un fumador, la "etiqueta" indica que los tres no fumadores deberían bancarse el humo de las peceras de fumadores, so pena de ser considerados insoportables.
Lo mismo ocurriría en el caso de los bares "iguales pero separados", todos irian a los de fumadores, lo que terminaría por dejar sin opción a aquellos a los que el humo del cigarrillo molesta realmente, ya que cualquier dueño de bar decente intentará maximizar beneficios, abriendo sus puertas a cualquiera que deje dinero en sus arcas (tal como era antes de la ley antitabaco).
Por eso, al menos mientras se mantenga este estado de cosas, los no fumadores deberían ser considerados un grupo desaventajado, y como tal, especialmente protegido.
Otra cosa, si calculás cuanta gente maneja bebida y hacés la relación con aquellos que detectaron los controles de alcoholemia vas a llegar a resultados parecidos a los que expones. Me parece que en ninguno de los dos casos eso es suficiente para tirar abajo una política.
Saludos
Estimado Juan:
En el estado de cosas actual, el grupo desventajado somos nosotros.
En cuanto a lo de "iguales pero separados", no he visto a ningún fumador pasivo quejarse cuando uno se mete a fumar en la pecera del Danzón. Ahí el "iguales pero ustedes en la pecera" no le molesta a nadie.
Y si el mercado tendiera a hacer lo que vos decís, igual se podría ver la manera de regular una cuota de bares para fumadores, o lo que sea, pero no entiendo porqué yo como comerciante, por ejemplo, no puedo elegir tener un bar para fumadores.
Más allá de la división entre fumadores/no fumadores, que es algo que esta ley 1.799 buscaba, deberían leer toda la ley para ver que no se trata de proteger sus derechos, sino de una ley que impone un modelo de salud a personas adultas.
Saludos,
AB
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