AB:
Creo que diste justo con la palabra adecuada para el abordaje más constructivo en el debate: “conciliarse”. De eso se trata, de conciliar los derechos de los dos sectores.
Lo que me parece percibir, es que con el avance de las campañas anti-tabaco, los fumadores comienzan a sentir algo de discriminación, y eso molesta a cualquiera, independientemente del perfil causante del mismo.
Se trata también de tolerancia, pero quizá, con el alcance del significado que le da Jacques Derrida al término, quien apuesta a una tolerancia más humanitaria, donde a los no fumadores (para aplicarlo a este caso) les anime un sentimiento real de preocupación por la salud del prójimo fumador, sobre todo si se trata de familiares directos o amigos.
Dicho en otras palabras: “Flaco yo sé que tenés el derecho inapelable de elegir tu camino, pero no quiero perderte como hermano, tío, amigo, etcétera".
Yo también, fui fumador, dejé hace 20 años, se puede disfrutar de las mismas cosas, solo que te vas a sentir mejor, es porque no lo experimentaste probablemente.
En cuanto al rol sanitarista del Estado, no podría ser de otra forma, debe bregar por “salud, educación y seguridad” para toda la población, pero lo que para mí sí resulta totalmente contradictorio, es que algunas adicciones —como el tabaco— sean lícitas, y otras no.
Si bién el daño neurológico que producen las adicciones alucinógenas son irreversibles, y te liquidan en menor tiempo que el tabaco, éstas no generan conflicto, en la dicotomía consumidores-no consumidores.
Por eso, se me ocurre ahora, que en un futuro, si los resultados de las campañas en defensa de los no-fumadores no llenan nuestras expectativas, seamos los no-fumadores los que impulsemos un nuevo paradigma, para un nuevo escenario:
TABACO PROHIBIDO, ILÍCITO,
ALUCINÓGENOS LIBRES, PERMITIDOS
Total esos no nos joden.
Cordialmente. Darío Scotto
1 comentario:
"Si bién el daño neurológico que producen las adicciones alucinógenas son irreversibles, y te liquidan en menor tiempo que el tabaco, éstas no generan conflicto, en la dicotomía consumidores-no consumidores."
Que explique el autor qué daños neurológicos producen los alucinógenos tales como el LSD, la mescalina, la psilocibina, etc.
No puede. Los alucinógenos son inocuos, todavía más comparados con los estimulantes como el tabaco, las anfetas o la cocaína.
De color: Albert Hoffman vivió 104 años.
Igual comparto lo que dice el futbolista retirado: habiendo dejado de fumar, disfruto las mismas cosas y me siento mucho mejor.
Cualquier duda sobre lo afirmado, tarea para el fin de semana.
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