POR LOS DERECHOS DE GORDOS, BORRACHOS Y FUMADORES
El Estado contra mí, mas no por tí*
Por Alberto Bovino
I. Esta página tiene un fin estrictamente limitado: defender los derechos de quienes han decidido mantenerse con exceso de peso, continuar bebiendo alcohol, o continuar fumando tabaco. No intenta convencer a ninguna persona para que cambie cualquier decisión en sentido contrario al indicado. Mucho menos difundir ideas sobre las bondades o el carácter saludable de ser obeso, de fumar, o de beber, sea en exceso o con moderación.
Desde hace ya varios años, por diversos motivos, ha comenzado una campaña de ataque furibundo no contra el hábito de fumar, sino contra los fumadores. Del mismo modo, hoy también se persigue a obesos y a bebedores de alcohol. Dado que no existe nada que podamos llamar “obesidad” —lo que existimos somos los obesos—, muchas medidas legales, actitudes de quienes nos rodean basadas en prejuicios, respuestas institucionales o regulaciones dictadas al amparo de los intereses de cualquiera menos de los miembros de la comunidad, han comenzado a construir un cerco de desprecio de nuestros derechos y sobre nuestras personas (una muestra de cómo lo hacen, aquí ).
En el caso de los no fumadores (o fumadores pasivos —que se decidan de una maldita vez, ¿son o no son fumadores?—), hoy reclaman derechos que fueron pisoteados por nosotros durante muchísimos años, y que solo han obtenido por la necesidades de proteger intereses que nada tienen que ver con sus derechos.
Y ahora se quejan de que nosotros nos quejamos. ¿Con qué derecho? ¿Se sienten culpables porque jamás reclamaron por sus derechos, y por ello pretenden que nosotros hagamos lo mismo? Eso no es ni un derecho ni una defensa de su salud, eso es un intento tardío de sentirse seres humanos con derechos y no súbditos.
II. Es un deber del Estado atender las necesidades de salud de la población. Pero esas necesidades, cuando se trata de adultos capaces, son definidas y solicitadas por esas personas adultas. De ningún modo pueden ser impuestas por el Estado, que carece de toda competencia para imponernos modelos de vida saludables o no saludables. En este sentido ha dicho Savater:
“… Tan totalitario es el intento de imponer desde arriba un tipo de salvación religiosa, como lo es imponer un modelo de salud pública, auque hoy ya no creamos en los controvertibles dogmas teológicos y se hallen en cambio más asentados los no menos controvertibles dogmas médicos” (Fernando Savater, El Estado Clínico, en “No Hay Derecho”, s/ed., Buenos Aires, 1992, Nº 8, p. 32).
Se trata de garantizar y no de imponer. No somos súbditos; se supone que somos ciudadanos. El día que entró en vigencia la ley antifumadores de esta autónoma ciudad (ley 1.799) estuve con mi amigo Roberto Saba, vaticinando más fascismo saludable, y se rió de mí. Cuando entró en vigencia la ley del menú ligtht, Roberto escribió lo siguiente:
“El día de la inauguración de la ADC, Bovino me dijo que, después de la prohibición de fumar, nos prohibirían comer milanesas... Me reí... Ahora debe estar riéndose él de mí... Le copio para que se ría... O llore...”.
Roberto Saba
Esa ley obligaba —es tan absurda que no sé si continúa vigente, o si alguna vez se cumplió— a que todos los establecimientos que sirven comida tuvieran una opción de platos de bajas calorías. Nuevamente, el Estado imponiendo algo sin necesidad. La variada oferta culinaria de esta ciudad no justifica tal medida. Así como el mercado sí justifica, por ejemplo, la obligación de contar con accesos y baños para personas discapacitadas, pues de no existir tal obligación, seguramente casi ningún comedero las pondría, no se justifica el menú light compulsivo.
Imaginen los porteños una opción de menú light en la pizzería “El Cuartito” —local mítico de esta ciudad con una pizza deliciosa que chorrea calorías por los cuatro costados—. Esa cocina jamás debe haber visto una hojita de lechuga, y quien está a dieta es un reverendo imbécil si allí va a comer…
III. Y las leyes y regulaciones siguen, y siguen… y los no fumadores, abstemios, delgados y comedores de apio no dicen nada (una muestra variada de las diversas formas del fascismo saludable se puede ver aquí).
Y un día puede llegar a ser demasiado tarde, y el Estado, que no hace esto por tí, puede tocar a la puerta de tu casa.
Y ese día, cuando se percaten de que nosotros no somos “otros”, como nos define, por ejemplo, la ley antifumadores, nos van a mirar desesperados como pidiendo ayuda. ¿Cómo se sentirían si uno les contestara:
“Ahí tienen, eso es lo que ustedes consentían que nos hicieran a nosotros. Ahora se joden”.
Citando al Diego:
“¡Que la chupen”.
* Esta nota se redactó para explicar el sentido de la página de Facebook “POR LOS DERECHOS DE LOS GORDOS, LOS BORRACHOS Y LOS FUMADORES”.
8 comentarios:
Me parece que la diferencia es que cuando estamos en el mismo lugar (léase restaurante) y vos fumas, yo también fumo. Y si el dueño de todos los restaurantes deja fumar, entonces los fumadores van a fumar. Y por lo tanto los no fumadores también van a fumar. Me parece que es absurdo a esta altura del partido negar que quien comparte un ambiente con un fumador también.
Lamento que te cause tanta incomodidad no poder etiquetar con un nombre a los que fuman aunque no quieran (porque otro les fuma al lado).
En cambio con el menu light la cosa es distinta, porque vos podes reventar morfando y a mi, ni pío. Siempre claro que no te atiendas en un hospital publico cuando tengas un patatus, porque entonces tu tratamiento lo garpo yo también con mis impuestos. Lo que prueba también que es incompatible e inconsistente ser tan libertario a la hora de reclamar por los derechos de los obesos y al mismo tiempo defender la salud publica. O reclamarle a las obras sociales y prepagas que tienen si o si que atender el tratamiento del bendito cinturón gástrico, etc. etc. etc. Decidite. Si sos tan libre para masacrarte con todos tus vicios entonces no me hagas pagar tus curaciones.
Cheerz,
N
Nico, yo no te hago pagar mis curaciones, las pago solito. Ahora, con tu concepto de solidaridad para prestar atención a la salud pública, no deberían atender en los hospitales a ningún deportista... ¿Te quebraste mientras estabas corriendo por Palermo? Jodete.
Y no estoy hablando de fumarles en la cara, sino de no tener que salir a la calle a fumar, o no poder fumar en mi despacho si estoy en un edificio público, o de que a nadie le calienten las violaciones a la libertad de expresión en nombre de la salud pública.
Saludos,
AB
Tampoco hablo de masacrarme con mis vicios.
¿Por qué siguen definiéndonos a todos como viciosos empedernidos? Si fumás uno o cincuenta puchos por día, en ningún caso deberías hacerlo frente a quien le molesta.
No sé cuánto pesás, pero te aseguro que es muy probable que también caigas en la definición de "obeso" de la "ciencia médica".
Saludos,
AB
Estoy OK, para mi la salud publica es un despropósito, yo no me atendí en un hospital publico cuando me quebré jugando al futbol, al menos soy coherente. Para eso garpo la prepaga. Solo tolero la salud pública para la gente que no tiene recursos o en caso de grave emergencia, con reembolso de los costos.
Si me fumas en la mesa de al lado en un restaurant me estas fumando en la cara.
Las violaciones a la libertad ocurren siempre que a un político que se le ocurre que hay valores superiores a la libertad. En todos los ámbitos, me refiero.
Creo que en tu despacho privado deberías poder hacer lo que se te cante. No en los pasillos comunes ni en los ascensores, porque esos no son privados.
Cheerz, N.
La definición de todos como viciosos ocurre por la reducción al absurdo de un argumento. Es lo mismo que fumes uno o cincuenta porque no se puede discriminar entre quien fuma uno o cincuenta. A menos que vos tengas alguna propuesta en ese sentido.
A los obesos, por otra parte, no les prohíben nada. Es al revés, los quieren proteger. El absurdo es que el obeso siempre tiene una opción light si quiere, porque hay más de un restó que las tiene. En el caso de los fumadores es al revés, defienden a los que no se pueden defender (del fumador que no le importa tener un no fumador al lado). Y la diferencia está en que si un restaurant deja fumar, todos lo hacen y entonces los no fumadores no tienen opción. La experiencia pasada lo avala, antes no existía ni un solo restaurant donde no se pudiera fumar. O al menos serían la inmensa minoría. En cambio la mayoría de los restaurantes tenían opciones light sin que el estado tuviera que imponerlos.
Cheerz, N.
Alberto, te banco totalmente en esta cruzada. Sabés que soy el primer no-vicioso abanderado de los derechos de los viciosos.
Además agrego dos cosas:
- La pizza de El Cuartito debería ser declarada monumento histórico nacional, y toda persona que ose ir a pedir algo con rúcula ahí, debería ser apaleada hasta que escarmiente.
- Alguna vez ya argumenté en contra del abuso del sistema de salud pública por parte de quienes voluntariamente se ponen en una situación de riesgo para su salud. El caso de los deportistas me irrita particularmente y creo que no deberían ser atendidos gratuitamente bajo ningún punto de vista. En particular porque me da bastante envidia que los tipos pasen lo más campantes después de correr 10 km., mientras yo saco la lengua después de correr media cuadra un colectivo.
Es absurda la defensa de AB de la libertad de fumar en espacios públicos. Y lo digo como fumador. Es más, en la facultad lo tendrían que prohibir como alguna vez lo dijo un profesor no fumador, seguramente quejándose de AB y de mí entre otros.
Ran.
Estimado Ran:
Es absurdo tu comentario.
En verdad, no creo que lo sea, pero ésa es la única razón que dás para explicar por qué mi opinión te parece absurda. Especialmente porque no definís qué es el espacio público.
Tampoco explicás en qué lugares de la Facultad (jamás afirmé que se debería fumar en toda la Facultad), estaría prohibido fumar. ¿En la terraza? ¿En el despacho de decanato si el decano o la decana fuman? ¿Podría haber un bar de fumadores? ¿En las escalinatas del frente?
Si yo pongo un bar fuera de la Facultad, ¿eso es un espacio público?
No me queda nada claro. El único derecho que tiene quienes no quieren respirar nuestro humo es ése, y solo ése. Ello no implica que deban prohibirnos fumar en todos lados.
Saludos,
AB
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