25 nov 2009

UNA FQNDMC

M. GORANSKY: FISCAL QUE NO DA MÁS CLASES...






Estos días estuve siguiendo el debate iniciado por Bohmer con ganas de participar, pero soy una FQNDMC (fiscal que no da más clases) con algunas nostalgias de las épocas en las que dar clases era lo que más me gustaba hacer en la vida.


Como no puedo estar más de acuerdo con Bohmer y, lamentablemente, no tengo nada sustancial para agregar a lo que él dice; voy a desviarme un poco de la cuestión para hacer un poco de historia y, ya que estamos, destilar una bronca guardada por más de 10 años y que está vinculada con quiénes son/eran los QDC y quienes los eligieron para que lo hagan.


Corría el año 1997 (o por ahí) y se estaba por celebrar un importante concurso para adjuntos de derecho penal y procesal penal de la UBA (puede haber sido el segundo concurso que se hacía). Había una gran cantidad de cargos a cubrir (más de 70, creo…) y excelentes candidatos. Excelencia de la que, a mi modo de ver, carecía el jurado designado.


Se trataba de seis profesores regulares de universidades nacionales - requisito formal para ejercer el cargo. El otro requisito era la tan maltratada “idoneidad” para el cargo. Cuatro de ellos eran, para mí, ilustres desconocidos que se mantuvieron en ese estado –desconocidos- a pesar de haber realizado una búsqueda intensiva e infructuosa de sus antecedentes: publicaciones/opiniones/comentarios, en revistas jurídicas, librerías, bibliotecas, seminarios, congresos y otras yerbas, en los que sus nombres no aparecían.


Esto fue, palabras más palabras menos, lo que hice saber al entonces decano de la facultad de derecho a quién le pedí que hiciera públicas las razones por las cuales entendía que esos candidatos eran idóneos para integrar un jurado destinado a evaluar a candidatos cuyas publicaciones sí aparecían en cantidades importantes en revistas, librerías, etc.. (idoneidad, repito, requisito exigido por la reglamentación). Recuerdo haber escrito que mi reclamo no era por constarme que fueran “inidóneos”, sino por carecer de elementos para evaluar su idoneidad –razón por la cual le pedía al decano que los brindara.


La respuesta fue breve; decía algo así: “…. Por tratarse de profesores regulares de universidades nacionales, rechácese….”. Recuerdo que pensé mucho en apelar esa decisión infundada y arbitraria y, lamentablemente, desistí por la soledad en la que me encontraba con mis planteos. También desistí de participar en el concurso y abandoné la carrera docente. No quise seguir formando parte de una facultad que elegía de esa manera a sus docentes (Groucho Marx dixit)


Al poco tiempo de celebrarse el concurso y antes de que se abrieran los sobres lacrados con los resultados, era vox populi quiénes habían salido en los primeros lugares y quienes habían fracasado en el intento. A mi modo de ver, otra grave violación a las reglas del concurso que, obviamente, exigían el secreto de las actuaciones. Luego de darle un par de vueltas a la cuestión, decidí ir a una escribanía para dar fecha cierta a una lista que reflejaba lo que sabía en ese momento: el lugar que ocupaban los primeros cinco o seis candidatos en la orden de mérito y los nombres de dos candidatos que habían quedado fuera del concurso. Cuando se abrieron los sobres comprobé que los datos coincidían exactamente (creo que la única diferencia era que estaban cambiados los nombres entre quienes figuraban en cuarto y quinto lugar).



El registro de la escribanía fue utilizado por algunos candidatos que impugnaron los resultados del concurso, supongo que sin éxito. Y así terminó la historia.


Dolosamente he suprimido nombres (miembros del jurado –que al día de hoy permanecen bastante en el anonimato–, decano, persona a cargo de la oficina de concursos, candidatos) porque si bien, como ven, todavía queda algo de la bronca original, no estoy haciendo este relato para refregar comportamientos que considero contrarios a la ley e inadecuados, sino para poner en la mesa de discusión cuáles fueron las consecuencias –si las hubo- de las decisiones tomadas por las autoridades en ese concurso.


Me pregunto, también, que hubiera pasado si una importante cantidad de candidatos hubiera reaccionado ante las autoridades de la facultad que ponían jurados complacientes – y destinados a que ocupen ciertos lugares ciertas personas, como suele afirmarse en los bares y pasillos–


¿Y si quiénes resultaron victoriosos hubieran discutido el modo en el que se había hecho conocer su ubicación en el ranking?


¿Y si se hubiera intentado demostrar la participación en este “dar a conocer” de quienes tenían el deber de guardar secreto?


¿Y si los candidatos a jurados hubieran demostrado que eran idóneos o bien se hubieran apartado si no lo eran?


¿Tendríamos hoy los mismos JQDC, FQDC, AQDC?



12 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad, hacer ese comentario tan grave y no poner los nombres, habiendo pasado ya doce años, es lo mismo que no. Para eso, mejor no hacerlo.

Anónimo dijo...

A buen entendedor...

Anónimo dijo...

Comparto lo que dice anónimo, no hacer nombre implica hacer pagar a justos por pecadores. Ahora todos están sospechados gracias a lo que Goransky dijo. Aunque no sea ninguna novedad y todos supongamos que los concursos (facultad, magistratura, defensoría, procuración) están bastante digitados, es bueno que si se tienen datos certeros, se digan. Yo no los tengo, por eso no abro manto de sospecha sobre nadie.
Fer.-

Alberto Bovino dijo...

Lo que dice Mirna no puede ser atribuido a todas las personas que intervinieron en ese concurso. Frente a esa realidad, y al hecho de que ella fue la única persona que solicitó aclaraciones por las vías previstas en las normas vigentes, y le dieron respuestas arbitrarias, no le permitieron modificar las cosas.

Yo me pregunto, antes de exigirle nada a ela, ¿cúantos de nosotros tomaríamos la decisión que ella tomó?

Yo creo que no lo haría. Gracias Mirna por tu aporte, que nos da una cosa más en la que pensar.

Beso,

Alberto

Anónimo dijo...

De acuerdo Alberto, entonces yo digo que los titulares de cátedra son todos unos vagos que no van nunca por sus comisiones y los que dan posgrado faltan seguido y no preparan las clases como debieran hacerlo. Seguro que en muchos casos tengo razón, pero en otros, habrá profesores que se sentirán agraviados porque se lo toman con mucha responsabilidad. Y entonces saldrán contestar, y uno tendrá que suponer que los que no contestan son los que entran en la afirmación vertida. Vos mismo, Alberto, diste el nombre de Terragni y no lo dejaste muy bien parado. Entonces, lo de Goransky pudo haberse limitado a hablar de su experiencia, sin hacer referencias elípticas porque -insisto- terminan pagando justos -que los hay-, por pecadores -que también los hay-.
Fer.-

Anónimo dijo...

No estan los nombres, estan los cargos. ¿quien era decano en 1997? ¿quien estaba acargo de los concursos en 1997? ¿quien fue el jurado? si importa se busca en google. no creo que señalarlos sea el objetivo.

Alberto Bovino dijo...

Bueno, Fer, son opiniones, y aquí se trata de exponer diferentes puntos de vista. Y, como dice, el santo marido de Mirna, no tiene nada de malo moverse por el capricho y el deseo.

No creo que esto arroje un manto de sospecha sobre toda la academia. Siempre que hablamos de grupos de personas hacemos generalizaciones que no son aplicables a todos los miembros de un colectivo determinado.

Más allá de eso, Mirna está en todo su derecho de opinar lo que ha opinado, y la idea —asumo— era plantear las irregularidades que se pueden ver en muchos concursos, de la UBA, del Consejo de la Magistratura, etcétera.

Saludos,

ABovino

Anónimo dijo...

A ver... estoy con mucha bronca así que mi participación va con ese trasfondo... Todo actualmente en la Uba funciona así...Respecto a los concursos quizás en esos del año 97 haya asumido el profesor que estoy padeciendo en estos momentos. Yo me pregunto, y ene l marco de todo lo que se viene debatiendo... como pretendemos que se respeten las formalidades y garantías de los concursos si los titulares y adjuntos no respetan el Reglamento de cursos básicamente ??. Y aclaro no hablo por boca de jarro... Tengo mail recien cocinado (el cual ofrezco a publicación ja) donde un profesor desconoce la obligatoriedad para él de seguir este reglamento. El mismo profesor que indica en clases que gracias a dios, empezo en la facultad cuando no existían los "concursos molestos " cada 8 años....
Me fui de tema ya se, pero tengo mucha impotencia porque no puedo abrirle un sumario ya que tengo q rendir el viernes prox.
Y desp hablan de temor referencial en tiempo pasado...
Jess

Anónimo dijo...

Jess:

Presentá tu nota, mandala acá, pero hacé algo...

AB

JJL dijo...

No he comentado nunca en este blog pero lo sigo permanentemente y sobre todo por el tema de enseñanza del derecho y todo la variante de personalidades que dan clases. Hablo como ayudante alumno que da (muy de vez en cuando -pero no me puedo quejar- y con supervisión de mi adjunto)clase.

1- A mi me sirve muchísimo, por más que no se den nombres en el post de Mirna (FQNDMC). Primero por que contesta en parte mi pregunta de si sirve, que por más que no tenga la obligación de hacerlo (todos los días) llevar leídos y estudiados los fallos que damos en cada clase para dictar en el curso. Y el esfuerzo por crecer dentro de la carrera docente.

2- Creo que es de una mujer con mucho ovario lo que hizo en su momento Mirna (FQNDMC)yo seguramente por las ansias de permanecer me hubiera quedado mutis. Mucho ovario Mirna (clap clap clap).

3- Me imagino que el que tiene muchos años dando penal (no es mi caso) seguramente sepa "quiénes son" estos ¿docentes? (si el termino lo permite llamarlos de este modo). Así que no ponerle nombre y apellido me parece que es, en este caso, poco importante con respecto al tema de fondo que plantea esta situación en relación a la enseñanza del derecho.

4- Desde la perspectiva de un estudiante, que de vez en cuando, da clase, es un bajón () escuchar de este tipo de corruptelas (uno no lo cree pero que existe, existe). Al final el esfuerzo, la pasión que uno le pone y "el llevar los fallos leídos y estudiados" parecería que no sirve. La realidad te lleva a casi resignarse a que se tiene que ser "amigo del juez", no más. Pero también es cierto que desde afuera nada se puede hacer (o por caso cambiar -ahí me salió el joven que quiere cambiar el mundo-).

5- Por mi parte, le seguiré apostando al "llevar los fallos leídos y estudiados" poniéndole pasión a la cosa y aportando un granito de arena "desde adentro". Pero que dá broca e impotencia no hay dudas, el problema es como "permanecer" adentro tratando de no caer en esas corruptelas sin ser cómplice por el silencio. Una tensión que no tengo en claro como resolverla (si es que tiene algún tipo de solución). Y del mismo modo la complicidad es un factor que ayuda a la reproducción de esas prácticas y el silencio, en ocasiones, legitima determinadas prácticas.

Un poco largo el comentario pero ahí va !

Juan,

Alberto Bovino dijo...

Estimado Juan:

Se agradece mucho tu comentario. Comparto absolutamente tu opinión acerca de Mirna. Quienes tenemos el gusto de conocerla no podemos sino respetar su trayectoria y su actitud apegada a sus principios.

En cuanto a los concursos, siempre ha habido de todo, pero es cierto que uno debe jugar como si fueran serios, pues eso no solo habla de los concursos sino de uno mismo.

Nuestra Facultad, debido a lo que Mirna ha compartido con nosotros, se perdió de tener una docente extraordinaria. Quienes tuvieron la fortuna de cursar penal con ella, recordarán su fantástica clase sobre la teoría del delito y el "trencito" (yo no pude porque aún no había nacido). Yo solo fui ayudante de ella en un curso de CPO sobre juicio por jurados, que fue muy bueno.

Nuevamente, me alegro de que hayas expresado tu opinión. Un gran saludo,

AB

Anónimo dijo...

El post es sobre la enseñanza del derecho. Para qué quieren saber los nombres? Lo que aquí vale es conocer la situación. Los otros datos parece más una cuestión de chusmerío. Lean la revista Caras, entonces.