4 nov 2009

BOVINO EL LÍDER DE LA LUCHA CONTRA EL ALCOHOL (parte 1)

MI TERCER VIAJE A GUATEMALA




Mi tercer viaje a Guatemala fue el más largo de todos. Habré llegado el 17 de mayo de 1997, y me quedé allí hasta el 23 de diciembre de ese año. Fue un año intenso, de mucho trabajo, en el cual aprendí muchísimo, conocí mucha gente y, sacando una que otra desventura, la pasé realmente bien.


Como tantos otros extranjeros —la mayoría de ellos trabajaba para la Misión de Naciones Unidas, MINUGUA—, vivía en una burbuja. Yo no trabajaba en Naciones Unidas, sino en la Fundación Myrna Mack. Me habían contratado para asesorar a los abogados que litigaban casos 

de derechos humanos de diez organizaciones civiles (1).

Mi sueldo me alcanzaba para llegar a fin de mes después de pagar el aquiler de un departamento grandísimo sobre la Av. Reforma (versión guatemalteca de la 9 de Julio), en la Zona 10, comprarme un autito aceptable, y salir a comer a buenos restaurantes diariamente. Más allá de la vida nocturna, también bastante movida.

Una de las razones que hizo más grata mi estadía fue el hecho de que ese año también estuvieron allí los amigos Manuel Garrido, Gustavo Vivas, Maxi Rusconi, Gabriela Vázquez, Gabriela Urbán y Alejandro Álvarez.

Independientemente de mi trabajo, en ocasiones debía asistir a seminarios y conferencias, como asistente o como expositor.

Esa vez me tocaba de expositor. El tema: las garantías penales y procesales en casos de pena de muerte en el derecho constitucional guatemalteco. El Seminario se realizaría en Antigua, y era organizado por MINUGUA. Así que yo iba de invitado con una gran cantidad de minuguos. El director del Seminario, es decir, el minuguo de mayor rango, era una juez uruguayo de nombre Hugo Lorenzo. Como veremos, el minuguo uruguayo demostró tener muy poco criterio.

La tarde antes del día en que comenzaría el Semianrio marchamos todos en varias camionetas con el nombre de la misión, que los chapines (2) ya estaban hartos de soportar en su país circulando por todos lados y a toda hora.


Cuando llegamos a la bellísima ciudad de Antigua, nos detenemos frente al hotel donde nos iban 

a alojar. Como muchos hoteles de esa ciudad, parecía un bonito convento de monjas. Entramos, y para mi sorpresa… ¡ERA un convento!

Ustedes se preguntarán qué tenía de particular que fuera un convento de monjas. Pues bien, a los 30 segundos nos enteramos. Serían las siete de la tarde, hora ideal para salir de bares en Antigua. Entonces el minuguo jefe nos pide atención antes de que todos nos dispersemos y nos notifica de que todos debíamos regresar a nuestra habitaciones —ni siquiera había un bar, o una sala de televisión, y ni hablar de internet— antes de las 9 de la noche, porque a esa hora la madre superiora o como se llamara, ¡¡¡cerraba las puertas del convento!!!

Todos empezaron a quejarse, pero a nadie se le ocurrió resistirse a la opresión. Entonces me acerqué al jefe minuguo, y con toda seriedad y respeto le dije:

- Doctor, somos todos adultos y queremos salir a pasear y a caminar por Antigua, no nos pueden encerrar aquí como si fuéramos delincuentes convictos…

- Son órdenes de la madre superiora…

- Pero la madre superiora no le puede ordenar nada a usted…

- ¿Y solo usted quiere salir?

- ¡No!, todos queremos salir.

El minuguo jefe se fue caminando en busca de la monja en jefe, y a los tres minutos regresó y mostró toda su falta de criterio.

- Bueno, creo que van a poder salir…

- ¿Cómo que “cree”?

- Sí, podrán salir si se comprometen a regresar todos juntos a las once de la noche.

- Pero es demasiado…

- Es hasta las once o nada.

- Bueno, regresaremos a las once.

- Pero deben regresar todos juntos.

- ¿Y cómo …

- Salen en grupo, después hacen lo que quieran, pero le encargo personalmente a usted que los traiga a todos juntos a las once en punto.

- No se preocupe, doctor, así se hará.

Me dirigí al grupo, orgulloso, a darles la buena noticia, y preguntándome si el minuguo era inimputable… No sabría lo que pasaría esa noche...







(1) Entre ellas, la Fundación Myrna Mack, la Comisión Nacional de Viudas de Guatemala(CONAVIGUA), Centro de Acción Legal en Derechos Humanos (CALDH), Fundación Rigoberta Menchú, Oficina de Derechos Humanos de Guatemala (ODHA), Confederación de Federaciones Religiosas de Guatemala (CONFREGUA), Asesoría Maya, y otras.

(2) "Chapín" es la manera más coloquial del gentilicio "guatemalteco", y no tiene ninguna carga despectiva.



7 comentarios:

Simon Muntaner dijo...

Es el comienzo de una historia estupenda...podría haberte pasado en Toledo, querido AB. Yo te indicaré un conventito con las mismas coordenadas que las de tu alojamiento en Antigua. Pero espero ya con ansia la continuación de este relato!!!

Nicolas dijo...

No no no, como que continuara?????? no podes dejarme asi con la intriga en la mejor parte del relato....

Esto perfila como una historia maginifica sin lugar a dudas!!!

Alberto Bovino dijo...

Joder!, Todo sea por mi tocayo de siglas, aquí sigue, pero debo confesar un par de delitos...

Alberto Bovino dijo...

Invitame a Toledo, AB

Simon Muntaner dijo...

Jeje, al convento de monjas o a seguir perfeccionando tu inglés en algún bareto perdido? Ya ves que el comentario está hecho después de leer la continuación de hoy...aguardo impaciente el resto...Pero, si, hay que traerte por estos lares AB, porque como ya sabés, sós imprescindible..

Unknown dijo...

Bovino excelente nos reimos mucho con Mariana y pensamos a ir a Guatemala... consejos no monjiles

Gonzalo

Alberto Bovino dijo...

Gonzlo, ni se les ocurra decir que son amigos míos, salvo en los bares, alí pueden decir que son amigos de "Don Alberto Zacapa".

Abrazo,

BQDC