8 nov 2009

SIGUE EL DEBATE ENTRE PROFESORES Y JQDC

RÉPLICA DE MARTÍN BÖHMER A GUSTAVO BRUZZONE











Dar el debate y no dar el debate


Por Martín Böhmer



1. Dar el debate


¡Qué lástima! Pensé que Gustavo había encontrado buenos argumentos a favor del status quo. Pero no, está de acuerdo conmigo, se suma a quienes creemos que juristas como él deberían “Tener mi despacho en la facultad; dedicarme sólo a dar clases y a investigar, escribir, estimular a los estudiantes a disfrutar de lo que hacen y esas otras cosas que representa ser docente de tiempo completo”.


Gustavo convoca a debatir por qué las cosas están cómo están y cómo podría ser diferente. Gracias a la generosidad de Alberto venimos discutiendo este tema aquí. Yo tuve oportunidad de discutirlo también en la UBA por varios cuatrimestres en mi CPO sobre enseñanza del derecho en la Argentina, en la UNTucumán cuando intentaron el esfuerzo titánico de la reforma (ya desplazada por los AQDC y JQDC) y los lugares se multiplican… Una parte de la respuesta está vinculada con la historia de la enseñanza del derecho en la Argentina, con la particular forma de articularse nuestras concepciones sobre la autoridad, el sistema político y el lugar de los jueces y abogados en ese esquema. Algo resumí de una investigación bastante más larga aquí.


Lo que dije en este blog es que además de esas razones, la trama de prácticas e intereses que se fue cerrando sobre las facultades de derecho fue generando un status quo tal que resulta difícil de desmontar. Entre estos intereses figuran prominentemente los de la profesión (de abogados y jueces) que necesita de la ausencia de la otra profesión (la de docente) para continuar realizando prácticas incompatibles con sus incumbencias. Estas prácticas van desde el incumplimiento de sus deberes por ausencia y falta de dedicación, conflictos de intereses, alegatos informales, influencias indebidas, lobby académico, sentencias infundadas, modificaciones injustificadas de sus opiniones en casos similares, multiplicación de interpretaciones contradictorias (“en esta secretaría lo hacemos así”), utilización de conclusiones de congresos para favorecer intereses privados, etc. Dejando incluso de lado el escándalo de la situación de exclusión en el acceso a los derechos de gran parte de la población, la inexistencia de una profesión que no tema por su futuro laboral cuando ejerce la crítica es una grave deficiencia ya no de las facultades de derecho sino del sistema democrático constitucional.


Pero Gustavo está de acuerdo y propone discutir cómo se hace para modificar la situación. He aquí una propuesta para cualquier facultad de derecho financiada por los argentinos:


Una facultad como la UBA abona unos mil salarios por mes a docentes trece veces por año. Siendo conservadores supongamos que el salario promedio está en los mil pesos por mes. Es decir, la facultad abona, al menos, un millón de pesos por mes. Supongamos que la gran mayoría de esos profesores son AQDC o JQDC. La propuesta es que donen la mitad de ese salario, sin perder obra social ni aportes jubilatorios. O que la mitad de ellos, los que usan quinientos pesos por mes básicamente en nafta o taxis para llegar a la facultad, donen la parte remunerativa de su salario. He aquí medio millón de pesos por mes.


Agreguemos a la bolsa el dinero que la facultad reparte a profesores que ni siquiera son de la casa y a quienes remunera generosamente en los múltiples posgrados que ofrece. Agreguemos también el dinero que la facultad cobra por consultorías, si les parece. Como digo, es fácil hacerse de medio millón de pesos por mes.


Con medio millón de pesos por mes, cualquier facultad se puede convertir de la noche a la mañana en la primera en docentes profesionales de Latinoamérica. Con ese dinero, y sin pretender estar a la altura del salario que cobran los JQDC como JCs se puede contratar medio centenar de docentes a tiempo completo. Y en el país hay medio centenar de gente joven que ha invertido en posgrados, que se ha ido afuera del país, que ha competido con los mejores, que ha publicado y que ha vuelto y hoy penan como ayudantes de AQDC o JQDC en varias universidades, en diminutos estudios jurídicos, en lejanas oficinas públicas o como secretarias y secretarios de AQDC y de JQDC por un sueldo miserable. Así están, esperando que se abran concursos en los que los AQDC y los JQDC se siguen presentando y demorando su realización de tal modo que quienes hoy están en condiciones de desplazarlos deben esperar varios años más para inscribirse en el siguiente, momento en el cual van a ser ellos mismos, por necesidad, AQDC y JQDC.


¿Por qué no se hace? Hay muchas razones, pero entre ellas figuran también los intereses de los AQDC y de los JQDC que siguen queriendo mantener el status quo y con él, sus privilegios.


2. No dar el debate. Chicanas


Generalizar desde la anécdota del juez


Gustavo me imputa la comisión de la falacia del accidente inverso: generalizar desde la excepción. Sin embargo mi posición no consiste en que todos los JQDC no hacen su trabajo porque están dando clase. Digo que las dos profesiones son incompatibles. Ambas requieren la disposición a tiempo completo de personas normales dada la exigencia que ambas requieren. Muchas veces en este debate se hace la falacia inversa: la del accidente, que consiste en desechar una observación general en base a una excepción, tal el caso de Posner, o de Bovino, sin ir más lejos. Las especiales características de ambos no falsifican la validez de la aserción general.


La cuestión de lo obvio


Lo obvio es, obviamente, relativo. Relativo a una cultura, a las cosas que, como el agua para el pez, por dadas, desaparecen. El derecho en Inglaterra, a diferencia de Europa Continental, ingresa a las universidades muy tardíamente, y sólo con la figura de Blackstone en la década de 1750 Oxford hizo algún intento de liderar esa posibilidad. Sin embargo, hasta bien entrado el siglo XIX los ingleses seguían pensando que el common law podía ser aprendido en los tribunales pero nunca enseñado en las aulas. Sobre todo cuando el common law se había convertido en una práctica homogénea y previsible.


Mi punto era recalcar que la enseñanza del derecho podía ser vista como un trabajo serio y de dedicación exclusiva y que si no lo veíamos así era porque en nuestra forma de ser ir tres horas a dar clase y tenerse por profesor de derecho no resulta contradictorio. Ser ajeno a una cultura nos hace extranjeros, no pelotudos.


Es un pelotudo porque no podríamos hacer otra cosa


El punto consiste en que los jueces no pueden hacer otra cosa que requiera dedicación completa, sea ella la de “ser escritor de ficción, poeta, maratonista, integrar la comisión directiva de la asociación argentina de origami, pintor, referí de hockey sobre césped, miembro del consejo de administración de su consorcio, videasta, numismático, etc., etcétera.” O tener sexo. Lo que no entendí es el sesgo sexista respecto de las juezas (“belgas”?) en el único párrafo que se refiere a mujeres.


Es bueno que el juez se comprometa con la sociedad en la que vive


Ah, sí. Es verdad. Pero no entiendo qué tiene que ver con el tema en debate. Una forma de comprometerse es garantizando el acceso rápido y eficaz a los derechos de sus conciudadanos, produciendo e incentivando en los abogados cada vez mejores argumentos, creando en definitiva la práctica social relativamente estable y cada vez más justa en la que consiste el derecho, que para eso le pagan.


Debe haber diversos tipos de profesores


Sí, estamos de acuerdo. Puede haber ayudantes de investigación, profesores de clínicas, puede haber profesores visitantes, AQDC y JQDC que vienen a dar alguna charla. Pero el punto eran los profesores profesionales, los que llevan adelante el trabajo específico de la facultad.


Generalización: El trabajo en los juzgados de los JQDC se demora


Esta no es una generalización. La demora en la provisión de servicios legales es un hecho probado en incontables investigaciones. El Poder Judicial está en mora y dedicarse a otras cosas mientras siga habiendo personas procesadas y privadas de su libertad o trabajadores que esperan su indemnización por una década, para nombrar un par de casos obvios es una actitud que debería ser debidamente identificada y sancionada.


Ser profesor es dedicarle tres horas por semana a la docencia y “creo que me desempeño adecuadamente en los dos ámbitos”


La fiscalía descansa. Justamente mi punto. Tres horas de dedicación a la docencia es un desempeño adecuado. ¿Cuándo arma los exámenes? ¿Cuándo corrige? ¿Cuándo estudia? ¿Cuándo lee? ¿Cuándo investiga cuestiones empíricas? ¿Cuándo viaja? ¿Cuándo asiste en tesis? ¿Cuándo forma parte de actividades extracurriculares? ¿Cuándo recibe alumnos?


¿Qué diría Gustavo si yo dijera que paso tres horas en la Cámara y el resto de mi tiempo en la facultad y que creo que me desempeño adecuadamente en los dos ámbitos?


Cavallo y las universidades privadas


¿Eh? No sé qué tiene que ver la rabieta contra Cavallo en este ámbito. A las universidades de gestión privada así como a las de gestión pública les está prohibido lucrar con su actividad, es por ello que son asociaciones sin fines de lucro. El hecho de que se gestionen pésimamente y que no cumplan con sus objetivos no está vinculado a una cuestión de lucro o no lucro. Que algunos se enriquezcan indebidamente en ambas instituciones tiene más que ver con la impotencia de nuestro sistema penal para perseguir delitos que con la forma de organización de nuestras universidades.


5 comentarios:

Agustín Eugenio Acuña dijo...

Yo quiero que Bohmer me intenté explicar qué fue lo que quisieron cambiar en la UNTucumán, porque como alumno de ella, doy fe de que muy pocos profesores se salvan.

Anónimo dijo...

Me encantaría inaugurar otra variante, que es la del aqcp (el abogado que comenta de política). digo porque así como cualquiera (con chapa de abogado) se dice profesor por el solo hecho de estar frente al alumnado, tambien me gustaría escuchar tu opinión respecto de los que opinan de política al tun tun sin tener la menor idea. Es más la tentación a caer en el abogado que se cree politólogo que cualquiera de las categorías que antes se debatieron por aqui.
Saludos
Martín

Julian dijo...

Me parece muy interesante y valioso este debate. No soy juez ni abogado, pero si profesor, y entiendo lo que esta en juego desde ese punto de vista. En arquitectura se da un situación similar a la de los AQDC por ser una de las profesiones liberales, aunque sin las incompatibilidades que aparentemente esto presenta para los jueces.
Desde un punto de vista académico, me parece que en una facultad donde se enseña una práctica profesional es indispensable la mezcla. Debería haber bastantes académicos full-time (admiro la propuesta de Bohmer al respecto, aunque en realidad nuestra burocracia se encargaría de despedazarla) como en las universidades donde se produce el conocimiento (en las nuestras, salvo algunas honrosas excepciones, solamente se transmite, y con grandes limitaciones), y también debería haber profesionales en ejercicio que participen de diversas maneras, incluso dando clases. No creo para esto en los modelos puros. Actualmente las facultades de arquitectura de Buenos Aires, tanto las publicas como las privadas, están dominadas por la idea absolutamente anticuada de que "el conocimiento se hace en la calle (=en el ejercicio profesional)". Si fuera así directamente eliminemos las facultades, volvamos a la edad media.

También coincido en que sería maravilloso que existiera siquiera la posibilidad de una carrera académica en serio en Argentina.

Anónimo dijo...

JULIÁN, YA OPINÓ UN BIOQUÍMICO, SERÍA BUENO QUE INTERVENGA UN ARQUITECTO DE TU CALIBRE. ABRAZO,

AB

Anónimo dijo...

Estoy en desacuerdo que tanto jueces y abogados litigantes estén dictando cátedra en las universidades por cuanto estos al momento de enseñar, lo hacen desde sus respectivos puntos de vista, el Juez desde su punto de vista muy por el contrario del Abogado litigante que por lo general discrepa con las opiniones de los Jueces y más aún cuando estos aplican su autonomía mas no el derecho, con estos criterios distintos lo que hacen es confundir más al futuro colega ya que salen confundidos y a una realidad distinta ya que considero que es que imparte cátedra debe dedicarse solamente a eso porque impartir clases implica preparación tanto en lo que respecta en material doctrinario y tener abundante salidas a los diferentes problemas existentes para así poder darles diferentes medios de solución al alumno y no se quede con una sola respuesta. Los Jueces por lo general para emitir una sentencia no cumple los plazos y le echan la culpa al tiempo, pero sin embargo estos dan cátedra y a mi parecer muy deficiente y deteriorada y más aún baja de riqueza intelectual, por otro lado el abogado libre requiere tiempo para preparar su defensa porque es necesario tener a la mano doctrina y mucha jurisprudencia ya sea nacional como extranjera y así poder brindar una buena defensa, ahora con este tiempo que ellos tiene para sus propias actividades, considero que en vez de dictar cátedra, están haciendo daño a los alumnos pero los que aun así no desean dejar de asarlo. Considero que ellos el dictar cátedra que si lo hacen con una eficiencia del 10% mas están al tanto de querer figurar ante la sociedad como un trofeo más y los jueces para sus asensos y enriquecer sus arcas y algunos aprovechan para que las universidades les pagues o den títulos de magister o doctor y lo mismo es para los abogados litigantes.