SOY UN FISCAL QUE DA POCAS CLASES
Aclaro que soy algo así como un FQDPC (Fiscal Que Da Pocas Clases): trabajo full-time en una institución internacional sita en La Haya, Países Bajos, que me demanda mucho (la Corte Penal Internacional), tengo dos hijos pequeños que tienen un derecho inalienable a contar con su padre los fines de semana, y me gusta pasar tiempo con mi mujer, tocar el saxo y jugar al fútbol. Como finalmente he comprendido la amarga realidad de que no se puede hacer todo en la vida, o al menos no sin hacer las cosas mal o a medias, obviamente mi capacidad de hacer vida académica es limitada.
Pero esto es anecdótico, porque, en verdad, a nadie se le ocurriría contratarme como profesor regular, es decir, como alguien plenamente integrado a alguna estructura académica, y, como tal, responsable por optimizar la enseñanza del derecho en esa institución y por promover la investigación científica, que de eso se trata ser un profesor.
Pero esto no significa que no tenga nada para decir o para enseñar: todo lo contrario, me siento muy honrado porque en general se considera que, por mi experiencia práctica y mis antecedentes académicos, puedo contribuir en forma ad hoc a la formación de alumnos de grado y postgrado. Así, he dado, y sigo dando, seminarios cortos (2 o 3 días, una semana como máximo) y/o clases puntuales en cursos y seminarios organizados por otros en universidades tales como Münster, London School of Economics, Leiden, Nottingham, Utrecht y Galway, para mencionar las principales entre las “no argentinas” y la Universidad Di Tella, en Buenos Aires. En todos los casos, se trata de actividades cortas, que puedo preparar bien, y que generan obligaciones posteriores manejables que puedo asumir responsablemente (corregir papers, etc.). Según creo (y espero), estos cursos y clases les dejaron algo a los alumnos que un no-FQDPC no les podría haber dado, no por que yo sea Gardel (que no lo soy, por si hace falta aclararlo), sino por la falta de experiencia y/o formación específicas comparables en los docentes regulares.
Mi propia experiencia personal como doctorando da cuenta de lo importante que puede ser tener un FQDPC, AQDPC y/o JQDPC dando vueltas: cuando estaba estudiando en Münster, hace ya casi 15 años, mis compañeros del Institut für Kriminalwissenschaften me llevaron a los empujones, ignorando mis protestas, al seminario sobre decisiones penales fundamentales de la Corte Suprema Federal alemana (BGH), dado por el juez de la Corte Klaus Tolksdorf (hoy su presidente): “No te podés perder esto”, me decían, “pasa sólo una vez al año”. Yo me estaba yendo a Praga a divertirme con unos amigos y lo último que me interesaba en ese momento era la jurisprudencia del BGH, por muy penal que fuera (que no se entere Julio Maier) [N. del blogger: quedate tranquilo, Fafi, esto, queda entre nosotros dos]. Para hacerla corta: no fui a Praga, el seminario fue uno de los mejores cursos que tuve en mi vida y Tolksdorf, a quien enrolé hace un par años para entrenar a fiscales penales internacionales, con resultados idénticamente exitosos, fue un profesor magistral. Por supuesto, Tolksdorf sólo podía ausentarse por algunos días de Karlsruhe, sede del BGH, y tampoco tenía tiempo para desarrollar temas nuevos. Él venía a hablar de lo que sabía —ni más ni menos—, y lo que sabía era importantísimo para cualquier alumno de grado o postgrado que tuviera interés en el derecho penal alemán. A nadie se le hubiera ocurrido pedirle a Tolksdorf que tomara el curso anual de Derecho Penal, Parte General —ni a él se le hubiera ocurrido aceptarlo—; pero tampoco a nadie se le hubiera cruzado por la cabeza quitar el riquísimo seminario de Tolksdorf debido a su condición de juez, que era, en el fondo, el mismo sustrato de su curso.
El problema con lo que uno ve en la UBA, por dar el ejemplo que más conozco, es que lo único que tenemos, al menos en términos efectivos, es AQDC o JQDC. Lo primero, hay que decirlo, es un fenómeno universal. Por ejemplo, la cantidad de profesores de derecho británicos que cede a la tentación de convertirse en barrister y tomar casos, a la par de su actividad académica, ha crecido enormemente en los últimos años, motivo, por un lado, del retraso que han experimentado los salarios académicos y, por otro, del “bichito” que el ejercicio práctico de la profesión a menudo despierta en los académicos (“el pasto siempre es más verde del otro lado del cerco”, como dicen).
Algo parecido sucede en Alemania. En ambos casos se discute el impacto de esta tendencia en la calidad de la producción académica. Pero lo más importante es que también en ambos casos existe una facultad que provee lo esencial (salario digno, oficina, computadora, biblioteca, beneficios sociales, etc.) y que tiene, por lo tanto, legitimidad activa, a la vez que capacidad efectiva, para reclamar y verificar el cumplimiento de estándares académicos básicos. Esta salvaguarda fundamental está completamente ausente en nuestro caso.
Lo segundo es, y aquí sí, creo que Martín Böhmer tiene razón, una anomalía. Puede haber JCDPQ, pero no creo que pueda haber JQDC, a secas. Pero aquí también, nuestra absurda rigidez y la tendencia a crear compartimentos estancos nos juega en contra. Mis dos supervisores de tesis en Münster eran profesores universitarios full-time y jueces part-time, algo sumamente frecuente en Alemania, en donde se estimula la interacción entre academia y judicatura. Tomaban pocos casos por año, pero los que tomaban los estudiaban con mucha profundidad y los manejaban con esmero. Ambos decían que ser jueces part-time les permitía ser mejores académicos, porque los forzaba a confrontar la teoría con la praxis. Eran PQTPC (Profesores Que Tienen Pocos Casos).
En este sentido, Bruzzone y Nacho Tedesco dan en la tecla: no hay que discutir tanto el síntoma (los JQDC y los AQDC), sino la enfermedad que lo genera, lo cual inevitablemente reconduce a preguntas que siempre tratamos de evitar sobre qué tipo de enseñanza del derecho queremos, los límites de la universidad de masas, la financiación de las facultades de derecho, etc., etc.
Una buena facultad, con profesores tiempo completo y tiempo compartido, que les provea a todos de las herramientas y los espacios físicos necesarios para que puedan enseñar en serio e investigar en serio, y les pague lo suficiente como para que puedan vivir dignamente de la actividad académica, puede convivir perfectamente, e incluso enriquecerse, con algunos AQDC, FQDC y JQDC. Suena a verdad de Perogrullo, pero no viene mal repetirlo.
11 comentarios:
Bovino cerrá inmediatamente el debate que lo del Guariglia es inapelable.
Saludos
No entendés nada, Soria, nada es inapelable.
Saludos,
AB
Lo que pasa... es que vos sos un peleador Bovino; yo no...yo soy un buen tipo no peleador como vos.
Igual creo que Guariglia trajo sobre el papete... el quid de la cuestión. Más allá de una u otra postura; yo ya tomé la mia y punto.
Por eso es inapelable...para mi
Comentario Pelotudo,
Las fotos que manda Guariglia, ¿no parece propaganda de country con acceso a la costa?
Me pareció muy interesante el punto de vista de FQDPC (fiscales que dan pocas clases), extensivo a otros funcionarios, por cierto. Estimo que el aporte de estas personas es realmente muy valioso.
Es imprescindible un post de aQDC (ayudantes que dan clases).
Saludos
EC:
Tanto el título "Las tres mejores razones de Gauriglia", como las fotos fueron agregados míos, querido comentarista y ayudante de un profesor medio loco que tiene un blog cuyas iniciales son NHD...
Muy buena la opinión de Guariglia...
¿Bohmer se la banca para responder?
¿Qué debería responder Bohmer? Parece claro que ninguno de los "equipos" podría tener muchos más jugadores que el otro, y que caad vez tenemos más posiciones (AQDC, EDQC, JQDC, SQDC, FJQDC, FQDPC, etc.).No tenemos PFTQDQ
¿cómo hacemos para tener Profesores Full time QDC? ¿es sólo un cuestión de dinero? En el estado actual de la cuetión -UBA 2009- ¿que papel juegan los que actualmente ocupan puestos de poder académico para forzar o impedir un cambio en este sentido?
Al final, parece que podemos llega ra coincidir en que es deseable, desde el punto de vista académico, de alguna u otra manera, que contemos con todas estas alternativas. Entonces, ¿son académicos los motivos que impiden ese cambio?
Slds,
V
p.s: no cerramos nada, el plazo es ordenatorio.-
Agustin,
Fabricio, desde chiquito, está de acuerdo conmigo, por eso no puede más que hacer una breve addenda a lo que yo ya dije hasta el hartazgo (jeh). Un buen profesor de derecho, insisto: un-buen-profesor-de-derecho, UN BUEN PROFESOR DE DERECHO es aquel al que le gusta el derecho, le divierten las historias de tribunales, le gusta saber más de lo que pasa, le da placer contarlo, le da bronca los ocultamientos, le subleva la corrupción y la mala fe, se enorgullece de sus alumnos, mejora la práctica con sus ideas y propuestas, etc.
Por eso le gusta escuchar a los actores, invitarlos a dar charlas, y sobre todo, cuando se van, discutir abiertamente con los alumnos la consistencia de lo que dice, las consecuencias sociales de lo que hacen, los dilemas éticos que enfrentan, la poca información con la que cuentan, etc.
A mi me da una enorme felicidad el CV de Fabricio y me encanta que lo llamen de todos lados, y entiendo el placer de escuchar buenos practicantes de derecho. Pero nada de esto invalida el punto de que la práctica de la enseñanza del derecho requiere ser profesionalizada, sobre todo en épocas de transición como la que estamos pasando, cuando se necesita tanto trabajo, cuando los libros que usan los A y JQDC son libros de historia, no de derecho, cuando todo lo que nos salvó durante tanto tiempo (los tratados, los manuales, los apuntes que describían un derecho que estaba vigente) hoy no nos salva más porque ese derecho no existe más. Entonces dejémonos de joder y no la careteemos, que Fafi siga besando niñas rubias en Europa, donde los jueces asumen sus obligaciones y los profes son full time, mientras nosotros seguimos intentando armar instituciones que puedan cumplir con sus obligaciones de la mejor manera posible.
Saluti,
Martin
PD: Abrazo, Guariglia!
Es muy interesante el tema. Coincido con Martín B. pero me gustaría hacer un llamado de atención. Soy estudiante y se nota a lo largo de la carrera (varias veces) que el conocer la realidad profesional (o ser bueno en ella) no garantiza un buen desempeño en el aula. Creo que en este contexto se necesitan otras herramientas (pedagógicas, Metodológicas, literarias o que se yo!!!) que la misma facultad no genera.
Algunos profesores (AQDC, JQDC), por su sola intelegencia y capacidad, superan estas insuficiencias pero otros no, lo que tiene un efecto directo en los alumnos.
No sólo necesitamos repensar los métodos de enseñanza y compromiso (docentes full time) sino también la preparación de nuestros Profesores, para así mejorar directamente la formación profesional.
saludos a todos.
Gracias por los comentarios a todos. Martin, mi nena ya no es tan rubia como antes y, en todo caso, la beso en ambos continentes. EC, jamás fui a un country. Es una foto de Escocia, de donde es oriunda mi mujer, que Bovino, que es un dulce, posteo unilateralmente, como ya ha aclarado. Algunas precisiones: creo que tengo bastantes coincidencias con Martin. Yo también creo que no puede haber una buena ensenianza del derecho sin profesores full time; pero, al mismo tiempo, no puede haber buena ensenianza del derecho sin el input de aquellos que tienen una experiencia profesional valiosa. E insisto, me parece bien que un profesor full-time pueda tomar algunos casos como abogado (con una cuota o cupo anual, digamos) o ser llamado como juez para conformar un tribunal. Creo que ello enriquece la visión academica de ese profesor y vuleve la opción académica más atractiva. Por ejemplo, si la UBA, en vez de tener 60 profesores adjuntos de elementos de DP y DPP mal pagosy de claidad variable, por decirlo de alguna manera, propusiera tener 10 profesores adjuntos a los que se les pagara un sueldo comparable, no se, al de un secretario de juzgado, o algo así, les diera una oficina, una computadora, una biblioteca como la gente y les permitiera hacer algunos dictámenes y tomar algunos pocos casos por anio como para diversificar los ingresos, pero exigiéndoles mantener la excelencia académica, las horas de oficina, etc, etc, tal como sucede en muchísimas universidades serias, gente como Alberto o Nacho estarían en la facultad, no en sus estudios (en el caso de Alberto, la ley antitabaco tal vez se la complicaría un poco). Esta no es una opción financieramente descabellada, pero obiviamente reclama ajustar el número de estudiantes al número de docentes reales que existen. Como esto en la UBA jamás se quiso hacer, la variable de ajuste ha sido la calidad de la docencia. Como alguna vez me dijo un ex decano de la facultad, que criticaba el rigor de Maier como jurado, "nombraremos adjuntos de DP a los 10 mejores, por supuesto, pero después habrá que seguir con los menos mejores y con los más o menos buenos hasta completar el número de adjuntos que nos hace falta". No hace falta decir que los "menos mejores" eran, en verdad, bastante mediocres y los "más o menos buenos", decididamente malos. Y bueno, así estamos.
Saludos
F.
Mmmm... entonces la cosa iría para el mix propuesto por Fabricio? Es convincente... Martín qué opina? Le cierra ese modelo "mix"?
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