RECURSO DE
CASACIÓN POR JUEZ DORMIDO
Cuando
recién llegué a Guatemala para quedarme casi todo el año 1997 a trabajar
asesorando a abogados querellantes de diez ONGs, recuerdo que por todos lados
se veían pintadas que decían “Noriega asesino”. Pregunté y me informaron que
era un civil que colaboraba con los milicos en la represión.
Había sido
acusado por más de cien hechos delictivos, entre ellos alrededor de 20
homicidios, 15 violaciones, un número mayor de detenciones ilegales y otros
hechos de suma gravedad. Se había celebrado el juicio y había sido absuelto de
todos los cargos, en una sentencia absurda.
Mi primer
trabajo una vez instalado en las oficinas de la Fundación Myrna Mack consistió
en colaborar en la redacción del recurso de casación —que en Guate se denomina
“apelación especial”— contra la sentencia absolutoria del tribunal de juicio.
Los vicios de la sentencia y del juicio habían sido varios.
Uno de
ellos fue que uno de los jueces se dormía todo. Por supuesto que en el acta del
debate no se incluía ese pequeño detalle. Lo que se incluía eran preguntas del
presidente del tribunal al bello durmiente respecto a si estaba muy cansado y
prefería hacer un cuarto intermedio. En realidad lo que sucedía era que le daba
codazos y lo sacudía para que dejara de dormir.
Dado que en
CPP Guatemala el recurso contra la sentencia condenatoria está muy bien
regulado —no conozco ahora la práctica de su aplicación—, se permite al
recurrente ofrecer prueba para la audiencia de alegatos con el objeto de
demostrar vicios formales que no constan en el acta. Conclusión, ofrecimos tres
testigos que habían visto claramente cómo dormía el juez.
Preparar a
los testigos fue un trabajo complicado. Había que tener extremo cuidado para no
influir en su relato agregando información que ellos no hubieran percibido a
través de sus sentidos.
Luego de
interrogar a cada uno de los tres y saber todo lo que habían visto sin hacer
ninguna pregunta indicativa o sugestiva, les expliqué a los tres que no podían
decir que el juez “estaba durmiendo”. Que ellos solo podían describir lo que
habían visto, es decir, cómo estaba sentado, si miraba a los testigos, si
hablaba con el presidente, si tenía los ojos cerrados o abiertos, etc. Insistí
tres veces con que no podían decir que estaba durmiendo. A lo sumo podrían
decir que les parecía…
Llegó el
día de la audiencia. Los dos primeros testigos estuvieron impecables. Cuando le
toca declarar a la tercera de ellos, una joven de ojos brillantes, lo primero
que dice luego de prestar juramento fue:
—Yo estuve
dos días de audiencia y la mitad del tiempo vi cómo dormía el juez que estaba a
la derecha.
En ese momento
el abogado defensor, de zaptos de charol negros, pega un salto y pregunta:
—¿Y cómo puede
saber usted que él estaba durmiendo?
—Porque
tenía los ojos cerrados, cabeceaba todo el tiempo y se le caía la baba…