Mauricio I, el que critica todo lo militante, ve la
paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.
En dos cargos estratégicos en lo que a corrupción se
refiere, ha querido controlar la designación para ubicar a funcionarias militantes.
Se trata de dos cargos donde lo ideal sería que los funcionarios designados
sean ajenos al partido de gobierno o, directamente, de la oposición.
Hablamos de la Procuración General de la Nación —que
pretende tomar por asalto montado en un decreto de necesidad y urgencia—, y de
la Oficina Anticorrupción.
En la Procuración, le había ofrecido el cargo —del que
no dispone— a Lilita Carrió, denunciator profesional de cuanta
conspiración pueda imaginar, y con quien formó alianza para su elección como
presidente. Es decir, una procuradora militante. Por esa misma razón quiere
sacar de su cargo a Gils Carbó.
Entonces, no se trata de que sea militante, sino militante de quién.
Y quiere a Laura Alonso
como titular de la Oficina Anticorrupción. El decreto de creación de la OA, de
1999, requiere que para ese cargo hay que ser abogado. Desde ya que Macri tiene —esta vez sí— facultades
legítimas para modificar ese decreto. Pero eso no es lo preocupante. Lo
preocupante es que su decisión expresa la voluntad de imponer sus designios
adecuando las reglas vigentes, en vez de adecuar sus decisiones a dichas
normas.
Laura Alonso ya ha adelantado su opinión sobre a quién va
a investigar. A Aníbal Fernández
se la tiene jurada. A Mauricio Macri
no lo va a investigar porque él “manejará su patrimonio por un fideicomiso” (¿es
tonta o ingenua?). También pone las manos en el fuego por otros militantes, y
tiene la “convicción” de que a Nisman
lo asesinaron. Y de que lo asesinaron porque “sabía demasiado de Cristina Kirchner”.
Me parece perfecto que investigue hechos y personas
sobre los cuales tendrá competencia. Sin embargo, habría que explicarle que
desde su nuevo cargo, su “convicción” solo sirve para decidir si se investiga a
alguien o a algún hecho, no para ventilar sin pruebas acusaciones que huelen
demasiado a venganzas personales, como es el caso de Aníbal Fernández. No estoy defendiendo a Aníbal
Fernández, pero Laura Alonso debería saber que desde su nuevo
cargo debe ser muy cuidadosa con sus dichos.
También habría que explicarle que una persona que desde antes de asumir su cargo anuncia a
quién no va a investigar, no nos da mucha tranquilidad como ciudadanos.
1 comentario:
Puf, ni me digas. Estoy por el bendito concurso del MPF con examen aprobado. Y me sortearon varias veces ya. Dejando detalles de lado, las fiscalías no suelen llamar a las entrevistas a todos los sorteados y siguen haciendo sorteos, supondría (nótese el tiempo verbal) que tanto unos como otros, lo hacen o lo harán hasta que sale sorteado el militonti a designar.
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