Fue un debate con gusto a poco, donde faltó la espontaneidad, con
mucho apego al libreto. En algunos momentos parecía un diálogo de sordos. Como
marcaron muchos en Twitter,
ninguno contestaba las preguntas formuladas por su adversario.
El formato del debate, por otra parte, no termina de cerrar. Es muy
acertada, en uno de estos aspectos, la
crítica de Mario Wainfeld :
Los
moderadores fueron varones porque la ONG no acogió justos reclamos y propuestas
para que hubiera representación de género. Lo establece la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual y antes que ella las reglas de convivencia y de
corrección política. Las ONG que predican apego a las normas no las honran o
tercerizan su cumplimiento a la voluntad de los canales que pusieron
moderadores viriles, que discriminaron sin rubor. Solo hubo dos mujeres que
entraron al final: las parejas de Macri y Scioli, lo que los moderadores
mostraron como un ejemplo del papel femenino. Un clásico de los debates
norteamericanos y un deslizamiento del rol de la mujer poco estimulante.
El tema de derechos humanos fue ignorado por ambos candidatos,
fuera de algunas referencias relacionados con cuestiones específicas. Ninguno
de ellos habló de propuestas de políticas públicas que era lo que el subtema
planteaba.
El tema del tráfico de sustancias prohibidas fue abordado con una
lógica demasiado bélica por Macri,
anunciando que lo que se pretende es una repetición de los errores de siempre.
Habló de “guerra contra el narcotráfico”, “barrios peligrosos” y otras
expresiones que vaticinan el fracaso de una política como la que se deja
entrever. Scioli, por su parte, en
su descripción de los narcos como criminales y los consumidores como enfermos,
muestra que no se han abordado estos temas sin salir de la racionalidad
represiva.
Hubo exceso de chicanas en las que se le enrostraba al otro las
medidas que habían tomado o defendido en el pasado y, en el caso de Scioli, se le marcaban las consecuencias
de acciones políticas del kirschnerismo, a lo que él respondía que él no algo así como un apoderado que debía responder por acciones ajenas. Sin embargo,
a la hora de mencionar sus grandes éxitos sí se apropiaba del discurso del poder
ejecutivo nacional. Macri, por su
parte, negaba sin vergüenza afirmaciones insostenibles de su pasado, adoptando,
además, una actitud contraria a esos cuestionamientos que no la debe de haber
creído ni su esposa.
Uno de los temas que atravesó todo el debate fue el de quién era el
candidato que implicaba el cambio y quién el que solo era la continuación de
este gobierno.
En cuanto a la organización del debate, creemos que el tiempo fue
muy breve para que los candidatos pudieran exponer sus propuestas sobre cada
tema. Quizá una reducción de los temas de debate resultaría más útil para la
próxima edición.
Esto es todo por hoy, hasta la próxima...
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Las ese...
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