17 nov 2015

ESA MALA COSTUMBRE DE PROHIBIR (II). La yerba y yo








La yerba fue consumida desde tiempo inmemorial por los pueblos guaraníes y guaycurúes, que recogían las hojas de caá en la selva, donde crecía en forma silvestre. Inicialmente las mascaban, luego las prepararon en infusión.


Iniciado el período de dominación hispano-portuguesa en América del Sur, la costumbre de beber la infusión fue extendiéndose. Hacia fines del siglo XVI y comienzos del XVII, los invasores españoles consideraron al mate como un vicio peligroso. En abril de 1595, el teniente gobernador de Asunción, Juan Caballero Bazán, prohíbe el tránsito por los yerbatales y el cultivo.


Con la llegada de la Compañía de Jesús al Paraguay a principios del 1600 y hasta 1630, se prohíben el consumo de mate y la exportación de la yerba. Pero la prohibición del consumo sólo sirvió para atraer la curiosidad de los conquistadores. Hacia 1640 un cronista jesuita, Francisco Díaz Taño, se horroriza:


"No hay casa de españoles ni vivienda de los aborígenes en que no sea bebida ni pan cotidiano. Ha cundido tanto de esa asquerosa zuma que ya ha llegado a las costas y otros muchos lugares de la América y Europa el uso y abuso della y es mi sentir que por el instrumento de algún hechicero la inventó el demonio".


Después de un siglo otro jesuita, Pedro Lozano, afirma en su Historia de la conquista del Paraguay que “la yerba es el medio más idóneo para destruir al género humano o a la nación miserabilísima de los indios guaraníes”. El Santo Oficio llega a considerar que el uso de la yerba mate excede los límites del vicio, para convertirse en una “superstición diabólica”. Hacia 1600 se consumían en Asunción cerca de 500 kilos de yerba al día. En 1611 Marín Negrón, gobernador de Asunción, impone penas para los que fueran sorprendidos “en posesión de yerbas”: cien latigazos si el infractor era indígena, cien pesos de multa si era español. Contemporáneamente Hernandarias, gobernador de Buenos Aires, reprime el consumo de yerba con 10 pesos de multa y 15 días de cárcel, al tiempo que manda quemar en la Plaza Mayor sacos de la hierba ingresados clandestinamente.


Finalmente, el cultivo fue autorizado a los jesuitas, que lo monopolizaron hasta que fueron expulsados en 1767. Los jesuitas lograron domesticar la planta, mediantes técnicas de secado de la semilla, lo que permitió extender las plantaciones al punto que la venta de yerba mate se convirtió en la principal fuente de ingresos de las “reducciones”. Hacia 1720 el consumo se había generalizado también en el actual estado de São Paulo (Brasil).




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