4 sept 2010

Ricardo GIL LAVEDRA y Eduardo BERTONI en Guatemala

Un poco de dogmática sustantiva

y otro poco de valoración de la prueba nunca están de más






En noviembre de 1997, durante mi tercer viaje a Guatemala, como parte de mi trabajo, organicé unas conferencias sobre autoría y participación en delitos cometidos desde el Estado. Los jueces guatemaltecos insistían e insistían en que no podían condenar a nadie si no se contaba con una orden escrita y firmada de puño y letra del máximo funcionario responsable por haber ordenado masacres, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, y demás atrocidades por el estilo.


A pesar que el Código Procesal Penal vigente en esa época regulaba el sistema de sana crítica para la valoración de la prueba, seguían pensando como si continuara en vigencia el sistema de prueba tasada del régimen derogado. Dado mi carácter de litigante, pensé que sería mucho más convincente que quien diera una conferencia explicando que eso no era así fuera un juez, y no un juez cualquiera, sino uno de los jueces que condenó a los militares acusados en el juicio a las Juntas: Ricardo Gil Lavedra.






Además, para que expusiera sobre el tema de la autoría y participación de ese tipo de delitos en situaciones como la de la dictadura argentina, invité a Eduardo Bertoni. Ambos aceptaron y estuvieron muy bien. El impacto que causó la maravillosa conferencia de Ricardo fue impresionante, y me dio la impresión de que al fin habíamos comenzado a remover eso de la necesidad de que apareciera una orden escrita.



Más allá de la intervención de ambos en esa conferencia, que fue la actividad central de su visita, Ricardo Gil Lavedra tuvo una fructífera reunión con un grupo de periodistas muy preocupados por un proyecto de ley “mordaza” que finalmente no prosperó.



Eduardo, por su parte, intervino en un taller sobre Autoría y participación al que asistieron abogados de ONGs, fiscales y defensores públicos. En ese taller, Eduardo dio toda la parte teórica sobre las reglas de autoría y participación del derecho guatemalteco, y yo intervine en la discusión de casos hipotéticos donde aplicamos tales principios. Como resultado de ese taller publicamos desde la Fundación Myrna Mack, el primer Cuaderno de una serie denominada “Justicia y Estado de Derecho”, destinada a proporcionar materiales básicos de lectura sobre los temas de los talleres, así como a volcar las discusiones que se dieron con los participantes.







En este relato no hay ningún final absurdo ni sorpresivo. Solo fue escrito para describir parte de nuestro trabajo en Guatemala en ese año 1997, y, especialmente, como merecido agradecimiento a Ricardo Gil Lavedra y a Eduardo Bertoni por su valiosa colaboración.










1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bueno ver a dos queridos amigos.Nuria