2 sept 2010

¿EN QUÉ MANOS ESTÁ LA POLÍTICA DE SEGURIDAD?


¿En éstas?





De la nota en La Nación, Alarmante corrupción policial.

Ante este tipo de hechos que involucran a tantos policías y comisarías, cuesta creer que en todos ellos los comisarios hayan resultado siempre ajenos al comportamiento delictivo de sus efectivos y cabe plantearse si en algunos casos no se trata de actividades que, ante la falta de control de las instancias políticas, se han convertido en rutinarias y, quizás, en mecanismos de recaudación ilícita.


Llama poderosamente la atención la respuesta del ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, Julio Alak, responsable de la Policía Federal. Según el funcionario, la fuerza "se ha depurado bastante" y es ella misma la que investiga. Los datos publicados por LA NACION indican que el ministro estaría equivocado o mal informado.


Más llamativo resulta, en cambio, el silencio del jefe de la fuerza, Néstor Vallecca, también vicepresidente de Interpol de América, quien tampoco respondió cuando este diario quiso consultarlo sobre la presunta persecución interna que estaría sufriendo el médico legista y subcomisario Alberto Brailovsky luego de haber intervenido, a pedido de Bolivia, como perito en la masacre de Pando y haber hallado graves irregularidades en los informes de las autopsias de los campesinos asesinados en 2008.


A estas alturas de los acontecimientos, la decisión de combatir tanto el auge delictivo como la creciente corrupción policial son responsabilidades del poder político que, a la luz de los resultados, éste no ha asumido ni parece decidido a asumir.


Cabe preguntarse, como en el caso de los comisarios, si se trata de pura inoperancia o si algunos de estos fenómenos resultan útiles a ciertas formas desviadas de practicar la política.


Quizá no exista combinación más nefasta que la que convierte en socios al crimen con la policía y la Justicia. La Italia violenta de los años 70 y 80 es prueba de ello.


La sociedad argentina necesita casi con desesperación que el delito disminuya sensiblemente. Y también necesita confiar en su policía. Tanto la Federal como la bonaerense cuentan con una enorme mayoría de efectivos honestos y valientes que, con frecuencia, pagan ambas virtudes con la vida. También cuentan con profesionales experimentados. Combatir desde el Gobierno la difusión de la criminalidad policial es la única manera de que esos policías sanos no sientan que sus esfuerzos resultan vanos.


3 comentarios:

Josefina Minatta dijo...

Tenemos la policia mas.
Corrupta
Inoperante
Violenta
TRansa

Y tambien
mal paga, con las peores condiciones laborales, con lo peor del propio espiritu de cuerpo: Si veo un policia escapo corriendo.
Y no creo que esto cambie: Nuestra policia es tambien la mejor amiga de los gobiernos de turno, listos a cometer fusilamientos como en los casos de Maxi Kosteki y Dario Santillan, o Barrau.
Conozco dos casos excepcionales. Un policia piquetero y un policia vidente. Pero a esos los echaron de la fuerza.

Josefina Minatta dijo...

Tenemos la policia mas.
Corrupta
Inoperante
Violenta
TRansa

Y tambien
mal paga, con las peores condiciones laborales, con lo peor del propio espiritu de cuerpo: Si veo un policia escapo corriendo.
Y no creo que esto cambie: Nuestra policia es tambien la mejor amiga de los gobiernos de turno, listos a cometer fusilamientos como en los casos de Maxi Kosteki y Dario Santillan, o Barrau.
Conozco dos casos excepcionales. Un policia piquetero y un policia vidente. Pero a esos los echaron de la fuerza.

Josefina Minatta dijo...

Tenemos la policia mas:

Corrupta
Inoperante
Violenta
TRansa

Y tambien
mal paga, con las peores condiciones laborales, con lo peor del propio espiritu de cuerpo: Con este mmix, si veo un policia escapo corriendo.
Y no creo que esto cambie: Nuestra policia es tambien la mejor amiga de los gobiernos de turno, listos a cometer fusilamientos como en los casos de Maxi Kosteki y Dario Santillan, o Barrau.
Conozco dos casos excepcionales. Un policia piquetero y un policia vidente. Pero a esos los echaron de la fuerza.