¿HASTA DÓNDE SON CAPACES DE LLEGAR PARA ENCUBRIR?
El caso de Fernando
Carrera pone al desnudo lo más
terrible de nuestra justicia penal. Se trata de una causa armada a una persona
sin antecedentes, con muy escasas posibilidades de tener algún contacto con la
justicia penal, que fue condenada a 30 años de prisión por estar en el momento
y en el lugar equivocados.
Esto sucedió en la
sala de audiencias del Tribunal Oral Nº 14, el día en que condenaron a Fernando Carrera:
1
La sentencia de la
Sala III dictada hace unos días modificó la sentencia del tribunal de juicio y
finalmente se condenó a Fernando Carrera
a 15 años de prisión (votos de Borinsky
y Figueroa), a pesar del esfuerzo
de Catucci por imponerle 20
años... Dicha sentencia generó en las redes sociales diversas manifestaciones,
de las cuales aquí reproducimos las dos siguientes.
2
Nosotros creemos
que Fernando Carrera es
materialmente inocente. Sin embargo, este caso debería escandalizar aun a quienes
lo consideren culpable o no tengan opinión al respecto.
¿Por qué?
Porque la defensa
ha planteado cuestiones que representan gravísimas violaciones a los principios
más elementales de un Estado de derecho que no han sido tomadas en cuenta por
esta nueva resolución. Si lo han sido, lo han sido de modo estrictamente
formal. Y no se trata de la imaginación de la defensa.
Se trata de lo
dicho por la mayoría de la Corte Suprema, al calificar como
"arbitraria" la primera resolución de Casación, especialmente el voto
de Zaffaroni, en el cual se señalaron
claramente los problemas probatorios y las irregularidades planteados por la
defensa e ignorados por la primera sala revisora.
Se trata de
contradicciones de los dichos de los testigos que se pueden ver en YouTube o en
la película The Rati Horror Show.
Se trata de
elementos de prueba en manos de la policía que aparecen y desaparecen de manera
espontánea, y que han sido usados, en todos los casos, para afirmar la
responsabilidad de Carrera y para
descartar la responsabilidad de los agentes estatales.
Por ello, aun si Carrera fuera materialmente culpable,
está claro que el sinnúmero de irregularidades señalados por la defensa —y
corroboradas por diversos elementos de prueba— no hubiera permitido, en modo
alguno, dictar una sentencia condenatoria.
Y las cuestiones
planteadas, en sí mismas, no solo exigen que se despeje toda duda para poder
condenar a Fernando Carrera, sino,
además, que se investiguen responsablemente las irregularidades señaladas, pues
se refieren a la gran posibilidad de
que policías, testigos y funcionarios judiciales hayan cometido graves delitos.
3
Esta sentencia asusta, genera miedo, genera
inseguridad. Nos muestra de qué manera la corporación judicial se protege a sí
misma, sin importar el alto costo que deba pagar por ello.
¿Qué consecuencias habría producido una
sentencia de la Sala III que absolviera —al menos, por duda— a Fernando Carrera y que ordenara la investigación
penal de todos los involucrados en las irregularidades denunciadas?
Más allá del malestar
que produciría en la corporación judicial y policial semejante
"traición", esa sentencia hubiera emitido un mensaje claro a los
órganos de la justicia penal expresando que:
a) la policía no
puede prevenir, detener e investigar de cualquier modo;
b) los fiscales no
pueden acusar de cualquier modo; y
c) los jueces no
pueden dictar sentencia de cualquier modo.
Esperar una
resolución semejante era esperar demasiado de esta sala de casadores. A pesar
de que están para realizar esa tarea...
Ahora, ¡qué terrible
resulta saber que los jueces se identifican más con los intereses de la
policía, garantizando su impunidad, que con los intereses de los particulares,
que deberían garantizar.
Catucci ni se molesta en revisar la
sentencia tal como lo dispuso la CSJN, a pesar de que dice que lo hizo. ¿Cuándo
van a entender que entre "hacer algo" y "decir que se hizo"
hay una gran diferencia? Más allá de su mala fe no revisora, su falta de
idoneidad se hace manifiesta:
"... ese
silencio no deja de llamar la atención...". Nooooo, Catucci, eso no es tomar en contra del
imputado su abstención de declarar, para nada...
Por su parte, tanto
Borinsky como Figueroa son más prolijos pero igual de
incumplidores de la decisión de la CSJN. Hacen como que revisan exhaustivamente
la sentencia del tribunal de juicio, pero en verdad lo que realizan es una
justificación circular de esa decisión condenatoria. Señalan a cada rato que lo
que están haciendo lo hacen solo porque la CSJN así lo dispuso... no
vaya a ser que algún despistado se confunda y crea que están cumpliendo con su
deber constitucional. Si este argumento de Borinsky
no es circular, no se comprende qué es...
Por otra parte, da
la impresión de que no comprendieran que la defensa no debe probar con certeza
su versión de los hechos, tirando por la ventana el principio de inocencia y el
in dubio pro reo.
Tanto en el voto de
Borinsky como en el de Figueroa se nota una incontenible
formalismo que pone de manifiesto su vocación confirmatoria de la validez de la
sentencia impugnada. Dado que el tribunal debe confirmar la verdad de los
hechos que se discuten, no pesa sobre el imputado la obligación de demostrar la
certeza de las irregularidades.
Frente a hechos
objetivos que indiquen la mera posibilidad de ocurrencia de irregularidades que
puedan variar el sentido de la sentencia dictada, el tribunal debe poner tanta
energía en confirmar la hipótesis condenatoria como lo debe hacer con la
hipótesis que pudiera contradecirla. Con el enfoque formalista que aquí
cuestionamos se garantiza la impunidad de los operadores de la justicia penal
denunciados —lo que incluye a varios jueces— por haber cometido groseras
violaciones a los derechos fundamentales de Fernando Carrera.
En este caso la
revisión del fallo se ha "cumplido" solo formalmente, jutificando a priori su corrección. De esta manera,
el ejercicio del derecho a recurrir la sentencia penal condenatoria garantizado
en la Convención Americana se vacía de contenido, se deniega al mismo tiempo
que se simula su ejercicio...
La lectura de la
sentencia de la Sala III, en consecuencia, nos deja un sabor amargo. Como
expresó con claridad Gilardone,
resumiendo el sentimiento de muchas personas en las redes sociales,
"estamos libres de casualidad".
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