DE LA IMPORTANCIA DE LOS GRITOS
Y LO QUE PASÓ
Por Alberto Bovino*
Hoy declararon tres agentes policiales. Debían declarar
cinco pero gracias a la parsimonia de la fiscal Jalbert
—entre otras razones—, la audiencia terminó a las 18:40 luego de la declaración
del tercer testigo.
La nota de color de la sesión de hoy fueron las
permanentes discusiones entre la fiscal Jalbert
y Freeland, defensor del “Gallego”
Fernández. Y también la mención
que hizo Freeland a su Tia Irma,
cuya costumbre de gritar quedó inmortalizada en el acta de la audiencia.
El primer testigo fue Domínguez,
le siguió Coronel y por último Ortigosa. Domínguez sufrió su declaración por horas. Primero describió
su llegada y habló de tres móviles. Describe una situación de confusión cuando
llegó (ubica 150 personas entre los ferroviarios; y 60 personas entre tercerizados
y manifestantes). En lo único en que coincidieron los tres testigos es que la
carrera de la patota de ferroviarios sale corriendo hacia los tercerizados
cuando estos últimos se estaban retirando del lugar hacia el lado opuesto de
donde estaban los ferroviarios.
Los gritos de la
Tía de Freeland
Domínguez hizo referencias
continuas en su declaración a “gritos”: Entonces Freeland quiso saber qué gritaban:
—Cuando se acercaban los dos grupos, usted escuchaba
gritos.
— …
—Cuando tiraban las piedras, ¿gritaban algo, decían
algo?
—No, no pude distinguir…
—¿No escuchaba?
—No… porque estábamos en el medio…
—¿Y usted que hacía?
…
—¿Y qué es lo que se gritaban?
—Se gritaban…
—¿Puede ser más específico, qué se insultaban, qué se
decían?
—Canciones con letras de ellos y después…
—¿Canciones groseras...
—No sabría…
—Pero discúlpeme, ¿la canción contenía un insulto?
—Sí.
—Palabrotas, insultos, invitaciones a pelear, eso
quiero que cuente… usted es el que estuvo allí, por eso quiero que usted me
cuente.
—Se insultaban…
—Pero cuéntemelo…
…
—¿Qué tipo de gritos? ¡Ay! ¡Oh! Insultos, ¿qué tipo
de gritos? Usted dice gritos, yo me imagino los gritos de mi Tía Irma, ¿qué
gritos son?
Con su histrionismo arrancó risas a toda la audiencia y puso al descubierto la reticencia del testigo para informar sobre la verdad, circunstancia que no benefició ni a la policía ni a los ferroviarios, precisamente.
Después de su interrogatorio, y cuando la fiscal volvió a tomar la palabra y nos hizo sentir un deja vu a todos los presentes, Freeland nuevamente apeló a su histrionismo para resumir lo que seguramente todos sentíamos y dirigiéndose muy seriamente al tribunal, haciendo referencia a la reitereda práctica de la fiscal de interrogar hasta el hartazgo, dijo:
—Sr. Presidente, solo una cosa solicito: piedad...
Después de su interrogatorio, y cuando la fiscal volvió a tomar la palabra y nos hizo sentir un deja vu a todos los presentes, Freeland nuevamente apeló a su histrionismo para resumir lo que seguramente todos sentíamos y dirigiéndose muy seriamente al tribunal, haciendo referencia a la reitereda práctica de la fiscal de interrogar hasta el hartazgo, dijo:
—Sr. Presidente, solo una cosa solicito: piedad...
El video
La credibilidad de este testigo quedó en entredicho
luego de haber declarado: a) que cuando ellos llegaron al lugar, estaba todo
tranquilo; y b) que solo hubo tres móviles policiales en el lugar. Mi compañero Maximiliano Medina solicitó que se reprodujera un
video en el cual quedó indiscutiblemente establecido que: a) hubo al menos cuatro patrulleros; b) en presencia de las patrullas hubo una gresca entre tercerizados
—alguno herido— y ferroviarios cerca de las
viás y del terraplén; y c) un tercerizado reclamó a los gritos a un agente policial “¿Están esperando que haya un muerto?”.
El mismo testigo describió las posiciones de ambos
grupos en la zona, ese episodio del video solo pudo ser el incidente que
ocurrió cuando los tercerizados intentaron subir el terraplén para tomar la vía
luego de pasar el puente Bosch. Sin embargo, solo pudo balbucear que eso debió
ser luego de la agresión de los ferroviarios a tres cuadras de las vías. Sin
embargo, esa agresión no sucedió siquiera mínimamente cerca de los móviles.
Ello significa que las imágenes del video desmienten la afirmación de que el
testigo no vio el incidente del intento de los tercerizados de tomar las vías subiendo al terraplén
cuando él llegó al lugar.
Declara Coronel
La declaración de Coronel,
en primer lugar, puso en aprietos a la fiscal, quien no prepara un
interrogatorio puntual sino que comienza preguntándole al testigo todo lo que recuerda,
lo que vio y sucedió. Las respuestas de Coronel, muy parcas hacias las preguntas
de la fiscal, la obligaban a interrogar sobre cuestiones concretas, y se notó
su falta de preparación. Además, y a pesar de que la fiscal se toma su tiempo para decidir qué pregunta, toda la sala de audiencia debe esperar que la señora termine de escribir la respuesta del testigo antes de que continúe con la siguiente pregunta. Lo que no se comprende es para qué tiene, entonces, tres asistentes que toman nota de todo.
Luego de un interminable —y típico interrogatorio
fiscal—, nos pasaron la palabra, y Medina
hizo unas pocas preguntas. El testigo se explayó algo más con nuestro
compañero, pero igual sus respuestas eran parcas. Las respuestas que dio en
distintos momentos lo ubicaron a él y a los móviles a 30, después a 50 y
después a 80 metros de las vías. Verdú
y Ferraro no realizaron preguntas.
Las respuestas de Coronel fueron tan increíbles que se
le preguntó muy poco. Entre otras cuestiones, habló de dos o tres “ataques” del
grupo del “PO”, mientras los ferroviarios hablaban tranquilamente debajo del
puente del cruce de vías sobre el terraplén. Es decir que en el juicio aclaró
exresamente que los tercerizados fuero los únicos que habían atacado con
piedras a los ferroviarios, pero no a la inversa. Eso nos obligó a refrescarle
la memoria leyéndole su declaración anterior en la cual claramente afirmó que
las agresiones con piedras eran realizadas por los dos grupos entre sí. Según Irina Hauser:
El sector reservado para el público estaba más lleno de lo habitual ayer, con muchos jóvenes compañeros de militancia de Ferreyra. Otro de los testigos de la tarde, el suboficial escribiente Luis Humberto Coronel, terminó por sacar de las casillas a los propios jueces. Cambiaba su descripción de un minuto a otro acerca de quiénes tiraban piedras, en qué dirección iban y a qué distancia estaba él. “Diez, veinte metros, pongamos veinte, bueno, lo que usted quiera”, llegó a contestarle al juez Horacio Días, que le imploraba precisiones. En otro momento dijo que en realidad no vio si un grupo alcanzó al otro. El juez Diego Barroetaveña le dijo, enfurecido: “Es que dice cosas distintas según quién le pregunta”.
En verdad, su testimonio fue confuso, reticente, y fue difícil, sino imposible, que los hechos hayan ocurrido de esa manera. Todas las partes preguntaron tratando de comprender lo que el testigo había visto frente a sus diversas acciones. Creemos que, como nosotros, nadie entendió. O mejor dicho, sí entendimos.
El sector reservado para el público estaba más lleno de lo habitual ayer, con muchos jóvenes compañeros de militancia de Ferreyra. Otro de los testigos de la tarde, el suboficial escribiente Luis Humberto Coronel, terminó por sacar de las casillas a los propios jueces. Cambiaba su descripción de un minuto a otro acerca de quiénes tiraban piedras, en qué dirección iban y a qué distancia estaba él. “Diez, veinte metros, pongamos veinte, bueno, lo que usted quiera”, llegó a contestarle al juez Horacio Días, que le imploraba precisiones. En otro momento dijo que en realidad no vio si un grupo alcanzó al otro. El juez Diego Barroetaveña le dijo, enfurecido: “Es que dice cosas distintas según quién le pregunta”.
En verdad, su testimonio fue confuso, reticente, y fue difícil, sino imposible, que los hechos hayan ocurrido de esa manera. Todas las partes preguntaron tratando de comprender lo que el testigo había visto frente a sus diversas acciones. Creemos que, como nosotros, nadie entendió. O mejor dicho, sí entendimos.
Declara Ortigosa
Ya con todos los presentes exhaustos, comenzó a declarar Ortigosa, un agente policial que fue un testigo privilegiado y que corroboró las agresiones de los ferroviarios.
Ortigosa llegó al lugar, habló con Garay y luego se dirigió a la esquina donde estaban reunidos los tercerizados. No vio armas —solo vio a unos pocos manifestantes con palos—. Todo lo que declaró Ortigosa comprometió a los ferroviarios y destruyó la hipótesis del enfrentamiento.
Describió claramente el ataque de los ferroviarios en el momento en que los tercerizados y manifestantes emprendieron la marcha hacia la Av. Vélez Sarsfield, alejándose de los ferroviarios. También describió que cuando todos los ferroviarios pasaron corriendo por donde estaban él con tres policías de la División Roca —vestidos de civil—, un pequeño grupo de ellos se apartó y casi los agredió, hasta que los agentes se identificaron y fueron reconocidos como tales. Terminado este incidente, los ferroviarios se unieron nuevamente a sus compañeros, que seguían corriendo en dirección a la calle Perdriel para agredir con "objetos contundentes" y armas de fuego a tercerizados y manifestantes. Cuando le fue leído a Ortigosa que en su primera declaración recordó haber escuchado a uno de esos ferroviarios decir "vamos a matar un par de zurdos", dijo que no lo recordaba.
¿Hay que agregar algo más?
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