12 jun 2012

JORNADAS SOBRE REFORMA JUDICIAL EN RÍO GRANDE





Segunda parte. Versión sin censura
 Por Esteban Chervin
Con breves notas de ABovino







De izquierda a derecha: Jorge López Uribe (alumno del curso de
Garantías del Posgrado de la UBA, 2008); Esteban Chervin; Guillermo
Garone (idem López Uribe); Pablo Candela (alumno del curso de grado
"Garantías Constitucionales", UBA); el inefable V.S. Juan José Varela.




Tras subir al avión, y recuperar el aliento perdido en la corrida emprendida hacia el control de seguridad en el que dejé olvidada la mochila, nos informan que el despegue se demoraría algo así como veinte minutos por cuestiones de tráfico aéreo, lo que sea que ello signifique.

Ni bien termina el anuncio, escucho a Bovino diciéndome, entre el sueño y el arrepentimiento de haber aceptado emprender un viaje a esas horas “viste, te dije que estos siempre se atrasan…”. Mientras lo escuchaba, pensé si esa demora en el tráfico aéreo no habría sido provocada por nuestra tardanza en abordar.

AB: ¿Cómo “nuestra”? Tu tardanza, Esteban.

Despegamos, conversamos un rato y nos quedamos dormidos. Alrededor de una hora y media más tarde, comenzó la tortura disfrazada de servicio de abordo. Mientras las azafatas repartían las cajitas de rigor y ofrecían bebidas, un pasajero se descompuso o por lo menos eso creí, ya que una señorita de cabotaje no paraba de gritar “Un médico, un médico, ¿algún pasajero es médico?”.

Inmediatamente una azafata realizó el anuncio por los parlantes del avión y una médica corrió desde el fondo a socorrer al desgraciado.

Sin siquiera proponérmelo vino a mi cabeza “el bombero García”, que en virtud de la ocasión bauticé como “el piloto Rodríguez”. Comencé a fantasear con la idea de la necesidad de desviar el avión al aeropuerto más cercano para que atendieran al moribundo, con tal suerte que en ese hipotético lugar al que llegáramos no hubieran podido salvar al descompensado, pero si en cambio si hubiera desviado el vuelo hacia otro destino más lejano hubiera contado con los medios necesarios para salvarlo, pero con riesgo para el resto de los pasajeros por las cuestiones climáticas en las que se encontraba esta segunda alternativa.

AB: Lo peor de todo es que el tarado de Esteban lo planteaba como casos hipotéticos de teoría del delito…

Todo ocurría en tiempo real y mientras pensaba estos disparates, se lo contaba a Bovino mientras podía, ya que estaba totalmente tentado y no paraba de reírme.

Por su parte, Bovino estaba más pálido que de costumbre y nervioso como nunca. Mientras más insistía con esta hipotética adaptación de García, más alterado se ponía. Inmediatamente advertí que debía cambiar de tema, porque la cosa se ponía seria.

AB: Advierto a los lectores que padezco de fobia a los vuelos. La fobia no es miedo, es un “temor irracional, desproporcionado y persistente, que se manifiesta como respuesta a la exposición de ciertos objetos o situaciones[1].

Por suerte, un instante después vimos como el moribundo ya recuperado era trasladado entre una hermosa azafata y la médica ocasional a la sección de primera clase. Otra vez mis pensamientos más oscuros tomaron la iniciativa: “¿no habrá sido todo una actuación para que lo pasen a primera?, le dije a Bovino otra vez riendo descontroladamente. “… no sé, pero la mejor solución a tus casos hipotéticos hubiera sido tirarlo fuera del avión”.

Llegamos a Río Grande y nos recibieron nuestros amigos locales.  Todo fue correcto y ameno. Por supuesto que la estrella de la función era Alberto e inmediatamente se lo hicieron saber “… cualquier cosa que necesites, nos avisás”, dijeron los anfitriones. “Llévenme a dormir, por favor” respondió Bovino. “No quieren que les mostremos la ciudad?”, insistieron los anfitriones. “Llévenme a dormir, por favor” respondió Bovino en piloto automático.



Llegamos al hotel. Acreditaciones. Fichas. Preguntas. Llaves. Despedida. Reencuentro de mediodía. Almuerzo.

Nos llevaron a un lugar hermosísimo, contiguo al mar, y con vista exclusiva al inmenso entorno que lo rodeaba. Un nuevo anfitrión apareció. Se presentó ante nosotros saludándonos como si nos conociéramos de siempre. Sonrisa en el rostro y algún comentario gracioso, derritieron el hielo y antes de hacer el pedido ya éramos conocidos de siempre. 

Pablo Candela, AB y Juan José Varela




 ¡Qué tribunal! ¡Más que tribunal es un cuartetazo!
Esteban Chervin, Juan José Varela, AB y Pablo Candela


Regreso al hotel. Descanso y preparación de los detalles finales de la presentación. Traslado al salón de conferencias.

- Che, Esteban: ¿vos de qué vas a hablar?

 - Yo te presento a vos Bovino. Después modero las preguntas y te hago a vos alguna pregunta acerca de los temas que vos presentaste.

- ¡No! Vos tenés que hablar acerca de cómo está regulada la mediación en la provincia.

- Me encantaría, pero no está previsto eso, así que yo te presento y después modero el debate.

Presentación de Alberto por Esteban.


Presentación de Esteban Chervin


AB: Querido Esteban, muchísimas gracias por esa presentación que me emocionó y no creo merecer.

Presentación del tema de la jornada por Bovino. Preguntas.

 Bovino - Primera Parte
La justicia es la crisis

Bovino - Segunda Parte
Justicia monárquica


Bovino - Tercera Parte
Víctimas y jurados



Final de la jornada.

Ya era tarde cuando llegamos al lugar en el que se realizaría la cena de homenaje al invitado de honor.


Comenzamos tomando una bebida.

AB: “Comenzaron”, Esteban, “comenzaron”. Yo me fui solito a la barra y, para evitar el vino, que me hace mal a la salud, me pedí un par de gins con jugo de naranja deliciosos.

El menú preveía como opción, una entrada de rabas y canelones de centolla con salsa mixta, como plato principal. Esa fue la elección de Bovino. Comimos la entrada conversando muy agradablemente entre todos los que estábamos allí. Sin embargo, cada tres minutos sonaba su teléfono y él salía y contestaba.

No tengo recuerdo de cuando fue la última vez que salió, solo recuerdo que en un momento veo que llegan sus canelones y su silla estaba vacía. Instantes después mi teléfono suena anunciando que había recibido un mensaje. Era Bovino diciendo lo siguiente

“… Me vinieron a buscar, disculpame con los demás…”

Entre nervios y risas pido la atención de los anfitriones y hago el anuncio.

- Disculpen, pero acabo de recibir un mensaje de Bovino en el que pide que lo disculpen, pero que se tuvo que retirar porque lo vinieron a buscar.

- ¿Es joda, no?

- No, no. Mira el mensaje.



Tiro el teléfono hacia la otra punta de la mesa. Todos miran el mensaje y comienza la risa generalizada. El homenajeado había desaparecido antes de probar el plato principal. La sorpresa fue reemplazada por la risa de todos antes de lo pensado, cuando nos dividimos el botín de centolla con salsa mixta.




AB: ¡Por Dios! Qué gente… se repreocuparon por mi ausencia…

El vuelo de regreso nos juntó con un abogado que había asistido a la jornada del día anterior, quien se había quedado con una pregunta pendiente que no quiso formular en el momento ya que se trataba de un caso judicial en trámite. Después de escuchar la pregunta del joven defensor, Bovino le responde por qué motivos su planteo contenía algunas debilidades.

- Ahhhh, entonces están fritos, ¿qué me recomienda?

- Te recomiendo que les avises que mejor no cometan más delitos —dijo Bovino.

Turbulencia. Aterrizaje. Abrazo. Despedida.

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