De Gustavo Chiozza, octubre de 2010, inédito
Solemos pensar que la salud es un bien absoluto, olvidando, frecuentemente que la salud no es una meta sino sólo un medio para alcanzar otros fines. Fruto de este olvido, no raras veces, la salud esgrimida como un beneficio absoluto y transformada en un fin, termina contraponiéndose a ese otro fin que ella misma, como medio, persigue. ¿De qué nos serviría, llegado el caso, renunciar a la vida que queremos en favor de una salud que sólo nos permite una vida que no nos resulta atractiva ni satisfactoria? Un conocido chiste ilustra muy bien esta cuestión: El médico dice a su paciente: “Está muy mal del corazón; le quedan pocos meses de vida.” El paciente, angustiado pregunta qué puede hacer, a lo que el facultativo responde: “Evite todos los esfuerzos físicos; evite caminar y permanezca en reposo el mayor tiempo posible. Nada de sexo; no fume, no beba alcohol ni consuma carnes rojas ni alimentos ricos en grasas.” El paciente preocupado pregunta si así conseguirá vivir más tiempo. “No –responde el médico–; pero la idea de morir ya no le parecerá tan mala”.
Para muchos juristas[1], estas leyes constituyen una clara violación a la libertad de expresión y un avasallamiento de las libertades individuales; qué pensaríamos, argumentan, si nos obligaran a adornar nuestro automóvil con fotografías de accidentes de tránsito. Sin embargo estas discusiones no logran despertar demasiado interés; como si el consenso mayoritario acordara en que la meta de salvar vidas justifica posponer ciertas libertades. Los juristas, en cambio, piensan que esto podría tener consecuencias graves. Lo que empieza como una prohibición luego sigue con una obligación. Fernando Savater, en el ya citado artículo, expresa la misma opinión:
«Dado que hay gentes que sufren infartos por excesos o descompensaciones en la alimentación, ¿para cuándo el prohibir las grasas no menos que el tabaco o el dictarnos por real decreto la dieta ideal para conservarnos saludables y laboriosos? […] Quienes no se quejaron del prohibicionismo no tendrán luego derecho a rechazar la píldora obligatoria o la fortificante gimnasia rítmica matutina a toque universal de gong.»
La salud como imposición parece algo bastante desatinado; “viva saludable o muera en el intento”, podría ser el lema.
«Tal vez el peor insulto a un fumador en la década de los noventa fue el que recibió el condenado a muerte Larry White, en Huntsville, Tejas, cuando le negaron el último cigarrillo antes de la ejecución con la excusa de que sería perjudicial para su salud» (Gately, 2001, pág., 344).
[1] Veáse el ya citado blog “No hay derecho” en http://nohuboderecho.blogspot.com/
Al parecer, el éxito de la campaña en contra del hábito de fumar ha logrado desplazar al cigarrillo como el principal factor de riesgo de infarto de miocardio; la obesidad ahora ha ocupado ese lugar. Pero ¿han disminuído los infartos de miocardio? Me pregunto cómo se categorizará a un sujeto que habiendo dejado de fumar y habiendo engordado por este intento, muere de infarto; ¿murió por haber fumado antes o por haber engordado ahora? ¿Se podría decir que murió por haber dejado de fumar? ¿Se animaría alguien a hacer una estadística de las personas que enferman y/o mueren luego de haber dejado de fumar? ¿O sería más útil a los fines de las campañas de salud reputar esos datos al haber fumado antes; al no haber dejado a tiempo?
4 comentarios:
Me sumo a estas opiniones. Desde muchos estados se empiezan a preocupar mucho por nosotros.
Nos dicen dónde no debemos fumar ni beber. Todo por la salud pública.
¡Pero luego bien que se llevan un % del impuesto del tabaco al menos en mi país!
Un saludo.
Me sumo a la lucha de los derechos de los gordos, los fumadores y los borrachos.
Muy interesante la reflexión que hace en su post.
Aqui le dejo unos links de nuestra plataforma en internet por si le interesa unirse a ellas
Muchas gracias
Un saludo
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Pregunta:
Quién precautela, o debería precautelar la salud de los menores hijos de fumadores, quienes son obligados a ser fumadores pasivos, desde el día que nacen ?
Si fuera el estado a quien correspondiera esa función, que altertaniva le quedaría que no fuera prohibir la venta de tabaco?
Cordialmente.
DARÍO:
Lomismo sería aplicable a decenas de productos que los padres le dan de consumir a sus niños.
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