Hoy hemos leído
unas interesantísimas declaraciones del ex juez Álvarez
en relación con firmas supuestamente suyas que habrían sido hechas por otra
persona en importantes resoluciones judiciales. Así, entre ellas, la recepción
de la declaración indagatoria y, además, el auto de sobreseimiento del imputado
del Val. En este sentido, Álvarez afirmó:
Sobre
las circunstancias en que se firmaron esas actuaciones, el juez recordó que se
trata de actos procesales “donde siempre estuvieron presentes las partes”, y
recordó que entre un juez y su secretario se genera una “relación de absoluta
confianza”.
No parece
posible creer las manifestaciones del ex Juez, entre otras razones porque al
redactar el auto de sobreseimiento casi con seguridad no estaban las partes
presentes.
Tengamos en
cuenta, además, que en caso de que no hubiera reconocido las firmas, no solo se
habría autoincriminado sino que habría corroborado la tesis de la denuncia
respecto de la intervención del ex Secretario para permitir que esa firma
llegara allí.
Pero no, los
jueces van por más, quieren a toda costa que se desestime la denuncia sin hacer
peritaje alguno, o sea, quieren impunidad y parecer inocentes, buscan el combo
completo.
Lo cierto es que
—como señala Ramonet, el autor del
libro “Justicia adicta”—, se sigue dilatando la cuestión de fondo “que consiste
en dirimir si existen o no firmas falsas de dos magistrados del poder
judicial”.
Debemos aclarar
que de las cuatro personas que podrían enfrentar un proceso penal por los
hechos denunciados (Magraner, García Arpon, Novarino y Álvarez),
en el caso de Álvarez estaría
probablemente prescripto.
¿Qé es lo que
más escándalo ha generado en relación a la presentación de la denuncia? Muy
sencillo: las fotos de las firmas que pudieron ser vistas por todos los
lectores:
Después
de mirar estas dos firmas, creemos que hay un grado de sospecha más que
relevante para justificar el inicio de la investigación.
Sin
embargo, para descartar la necesidad de la realización de un peritaje, afirma
que no tiene necesidad de ver las actuaciones originales [recordemos estas
palabras para más adelante], afirma que las firmas allí repoducidas”
corresponden a mi puño y letra. Intenta justificar que “las diferencias que se
aprecian a simple vista” se debían al hecho de que fueron firmadas por pluma y
no por birome, lo que produce esas irregularidades debidas a “cuando una
lapicera se traba o se acaba la tinta”. No sé, mi padre firmó toda la vida con
pluma y jamás hizo una firma de las características de las denunciadas.
“En
el Poder Judicial, que un secretario imite la firma del juez está visto como
algo grave. Durante mi desempeño en todos los cargos que ocupé en la Justicia,
jamás vi algo así. Por otra parte, no entiendo para qué serviría falsificar una
firma de esta manera”, amplió el ex magistrado.
La
verdad es que poco nos importa lo que la justicia piense cuando un Secretario
imite la firma del juez (está visto como algo grave). Además de grave, se trata
de hechos probablemente delictivos.
Lo
que sí es cierto es que el ex juez, luego de aclarar que nadie lo llamó, dice
que “la cuestión es tan elemental que no merece ninguna controversia”. Habría
que aclarar por qué no hay motivo para hacer una pericia (caligráfica) sobre
las firmas.
Así,
de un modo claramente funcional a la voluntad encubridora de las autoridades,
se pretende banalizar la necesidad del peritaje. Por ello Álvarez jugó de esta manera. Si
traducimos esto a las verdaderas intenciones de la corporación significa:
1)
Uno de los jueces imputados dirigirá la investigación; y
2)
Está claro que se pretende lograr impunidad sin que se realice el peritaje.
No hay límites, no hay justicia, no hay derecho
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