Hoy, por esas grandes
casualidades de la vida, apareció Magraner
haciendo declaraciones sobre nuestra denuncia de las firmas falsas. También por
esas grandes casualidades de la vida, aclaró que nadie lo había llamado. Por
casualidades de la vida adicionales, reconoció sus firmas y, ¡oh casualidad!,
opinó que los peritajes eran innecesarios en el marco de la denuncia ante el
Consejo de la Magistratura.
Tanto Magraner, como también
Álvarez y Sagastume saben perfectamente que su “reconocimiento” carece de todo
valor jurídico para determinar de quién son las firmas. Por otra parte, Magraner, de reconocer la falsedad de las firmas, estaría incriminándose en un
hecho punible.
Por el mismo motivo, su
“juicio sobre la necesidad del peritaje caligráfico” es, antes que indicativo
de lo que ellos señalan, una razón más para desconfiar de sus firmas. Si su
firmas fueran verdaderas, ¿cuál es el interés que ambos comparten en la no realización de los peritajes?
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