I
Lo que está sucediendo en Ushuaia con varios órganos de la justicia
penal del Distrito Judicial Sur y, también, con la intervención más que
desprolija del Superior Tribunal de Justicia —o de su Presidente, Gonzalo Sagastume—, es algo que jamás había visto.
Yo defiendo al Sr. Félix V. Donamaría.
Pues bien, el Sr. Donamaría tiene
una condena firme por peculado, y dos condenas recurridas por el mismo delito.
En ningún proceso se le demostró nada, por la sencilla razón de que es
inocente. Pero eso es solo el principio, la cantidad de violaciones groseras de
las reglas procesales es una constante en las intervenciones del Fiscal Mayor
Guillermo Massimi y del Tribunal
de Juicio.
El Sr. Donamaría ha
sido perseguido y condenado una y otra vez y, desde el 12 de septiembre de 2013
se halla detenido preventivamente. A pesar de todos nuestros esfuerzos, no
hemos logrado su excarcelación, como tampoco la detención domiciliaria, debido
a sus condiciones de salud. El ensañamiento que el Fiscal Mayor y el Tribunal
de Juicio han tenido para con él los ha llevado a ordenar y mantener una
detención arbitraria, conforme a los criterios de la comunidad internacional.
Los jueces del Tribunal de Juicio se podrán ofender cuando me refiero a esa detención
como “arbitraria”. Pues bien, la calificación de “arbitraria” no depende de la
voluntad de Magraner. Depende de
criterios y estándares desarrollados —afortunadamente— sin pedir opinión a los
miembros del Tribunal de Juicio de Ushuaia.
II
El uso de firmas falsificadas —con consentimiento del falso
firmante— parece ser una práctica no muy inusual en Ushuaia. La verdad, a mi
esa práctica me da mucho miedo. En primer término, porque elimina todo atisbo
de seguridad jurídica. Puede haber muchas causas llevadas regularmente pero con
firmas falsas que pueden hacer caer, tornar inválidas, las sentencias
definitivas de muchos procesos.
En segundo lugar, porque cualquier empleado judicial que no sea el
juez tendría el poder sobre la libertad de los habitantes. Ni hablar cuando es
el secretario quien da fe de la autenticidad de la firma del juez y es quien
participa en la falsedad o la tolera. La firma del secretario en cualquier acta
o resolución no es una formalidad vacía. Cumple la importantísima función de
dar fe de la autenticidad certificando que es el juez o los jueces quien ha
firmado.
Las irregularidades detectadas y mencionadas en nuestra denuncia
son solo las primeras que hemos detectado. Hay muchas más.
Y lo peor de todo es que Sagastume
ha advertido estas graves irregularidades y, a pesar de sus deberes legales,
nada ha hecho. Jamás pensé, por otra parte, que el Superior Tribunal, con voto
de Sagastume, podía confirmar la
sentencia del Tribunal de Juicio. Esa decisión es absolutamente arbitraria.
La actitud de Sagastume,
cubriendo cuanta irregularidad debe provocar la invalidez de la sentencia del
Tribunal de Juicio, es algo que no alcanzamos a comprender.
La presentación del Dictamen pericial que llegará hoy al mediodía a
Ushuaia tiene por objeto, exclusivamente, colaborar en la determinación de la
verdad respecto de los hechos denunciados. Esperemos que el dictamen no sea
rechazado “por no ser parte”, como sucedió con mi recusación.
Finalmente, ha llegado la hora de la verdad: Sagastume debe decidir sobre la
realización del peritaje caligráfico. Es hora de cumplir con el orden jurídico
y realizarlo. En esto se juega el Estado de derecho.
En El diario del fin del mundo
En Reporte Austral
En Actualidad TDF
En Provincia23
En Provincia23