22 mar 2016

CHUBUT DEJA IR A UN FUNCIONARIO DE LUJO: ALFREDO PÉREZ GALIMBERTI








Alfredo Pérez Galimberti renunció a la Defensa Pública en la Provincia de Chubut. Para quienes no lo conocen, transcribimos a continuación algunas frases de esta entrevista




-¿Se va porque no lo propusieron como defensor?

-Sí. Ni la administración anterior ni ésta consideró proponerme como defensor. Entonces entiendo que mi ciclo está terminado y me dedico a otra cosa. Era la culminación de la tarea. Fui defensor general tres años y nunca dudé en tomar decisiones ni las postergué ni me consideré en una situación provisional. Cuando debí hacerme cargo lo hice como me hice cargo siempre de todas las responsabilidades que tuve. Me quedaban cosas por hacer. Las hará otro.
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-¿Lo consultó con alguien?

-No, en lo absoluto. Es mi decisión y la tenía tomada desde antes. Nunca hablé con un político para que me propusieran o dejaran de proponerme. No lo hice ni siquiera con el anterior gobernador a quien representé. Jamás le saqué el tema. Es una facultad del gobernador y es libre de tomarla. Es muy importante que haya un control democrático en un poder tan opaco. Debe haber una audiencia pública, tienen que responder preguntas y ser sometidos a escrutinio para saber quiénes son y qué planean hacer. Los mandatos deben ser periódicos. La Constitución no establece que la designación sea ad vitam. Podría ser tranquilamente una designación periódica la del procurador general, el fiscal de Estado, el defensor general. Lo esencial es que tengan un plan político institucional para cumplir la Constitución.
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-¿Qué hay que cambiar?

-Las organizaciones judiciales tienen un atraso tremendo. La estructura del juzgado tiene unos ocho siglos de antigüedad y dio lo que podía dar. Es una gallina sin cabeza, que sigue funcionando cuando el juez está de licencia o vacante. Visto racionalmente es inconcebible. No puede ser que nos manejemos con estructuras judiciales que a los chicos de 10 años les parecen absolutamente incomprensibles y ridículas. Si ellos manejan el mundo con la información que tienen en la mano, ¿cómo puede ser que nosotros trabajemos con escritos que juntan ácaros y polvo?, ¿cómo puede ser que ellos se comuniquen y tomen decisiones en dos minutos y nosotros tomemos años para resolver un caso?





-¿Habla de todos los fueros?

-Todos deben reformar su organización. La Justicia debe estar al servicio del ciudadano, que tiene que poder seguir con su vida adelante cuando tiene un conflicto y tener una respuesta. La justicia debería dar una respuesta rápida, eficiente y concreta. No puede ser que nos manejemos con una teoría de la organización tan vetusta en un servicio público esencial cuando al lado vemos que todas las organizaciones económicas tienen una estructura totalmente diferente. La justicia federal tiene enormes dificultades para modificar la estructura. Hay una deuda enorme de aggiornamiento. Sucede que la justicia federal como está es funcional políticamente, por eso ninguna administración la modificó, pero hoy sólo se la puede describir desde la arqueología judicial. Es un recinto lleno de papeles, donde uno raramente ve a un juez, salvo que sea una causa tremendamente relevante, que es manejada por un ejército de secretarios y escribientes que hacen lo que debería hacer el juez. Firma una cantidad de escritos que él no produce, toma una cantidad de decisiones sobre la base de información que él no recolecta. Hay un pacto en consentir esta delegación. Viví esta experiencia como juez. Podía trabajar con muy pocos casos personalmente. En el resto una cantidad de empleados y secretarios cumplían las funciones del juez. Esta delegación era aceptada por todo el mundo. Éramos dos jueces, cuando uno se iba de licencia yo firmaba lo que hacían empleados como si hubiese estado presente y luego bajaba al otro piso y firmaba lo que habían hecho empleados con personas que yo nunca había visto. ¿Esto hoy a quién se le puede explicar como algo racional, legítimo y ajustado a Derecho? Esinaceptable. Sin embargo cuesta tanto cambiarlo. Las leyes son fáciles de hacer, pero son programas hasta que se concretan en la transformación social. Y esto es lo difícil. Uno puede sacar leyes muy fácilmente, pero cuando cambia una silla de lugar estalla el mundo.

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-¿Cuál es su autocrítica?


-Hubiera comenzado a trabajar antes en políticas públicas. Tenemos un desarrollo atrofiado de gestión de la conflictividad. Si digo que no va a haber más delito o que le declaro la guerra, digo tonterías. Es como decir: “Le declaro la guerra a la enfermedad”. Las conductas socialmente desviadas se pueden prevenir, disuadir y reaccionar cuando se produjeron. Lo que no se puede es pensar que no van a existir. La naturaleza humana es conflictiva. Los conflictos no son de por sí malos: son. Y hay que atenderlos. Si hubiéramos trabajado un poco más tendríamos especialistas en gestión de la conflictividad. Con los fondos buitre los economistas florecen como margaritas en el campo. Uno prende el televisor y los ve por todos lados. Con los conflictos penales uno ve señores que hablan de temas que desconocen. La universidad que forma economistas no forma peritos en análisis político criminal. Hace falta gente con una gran formación. Tenemos muy pocas personas que manejen estos temas con solvencia.


-En Chubut la única discusión parece ser la excarcelación…


-Es una discusión muy primitiva, que no tiene matices. Es aparente porque si le preguntamos a la Policía los delitos con más injerencia en cada ciudad, que los describa rápidamente y en porcentaje, no saben. No tenemos capacidad para planificar, ver el mapa de los conflictos más graves y solucionarlos. Ni hablar de los delitos de cuello blanco, los económicos, y la corrupción. Es muy difícil de enfrentar porque es un mal endémico. Cuanto más gestión, más corrupción. Cuando uno tiene un auto los focos iluminan el camino, pasa alguien delante y lo ve. Pero si se le cae el teléfono dentro del auto es muy difícil encontrarlo. Tiene que parar, abrir la puerta y mirar de costado. Con los delitos por la vinculación entre poder económico y el Estado la única manera es una investigación externa. Es muy difícil investigar durante la misma gestión. Generalmente se hace después, cuando no hay pactos de gobernabilidad ni cobertura. Son casos que duermen el sueño de los justos.
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-¿Por qué sucede?


-Es muy difícil cambiar las cosas. Uno trabaja siempre dentro de una bañadera y a veces logra sacar la cabeza afuera. Cuando ve el mundo, ve qué hay cosas mal y que se pueden modificar. Los enfermos mentales, los chicos y los presos son un mundo de gran complejidad, no es fácil meter mano ni conseguir que el Estado se interese en poner dinero. Construir un operador capacitado para manejar chicos con graves problemas de conducta es caro, es difícil y hay que pagarlo bien. No se hace nunca.


-¿Algún Ejecutivo les hizo caso?


-Algunos funcionarios en diferentes administraciones tuvieron más sensibilidad que otros. Pero no hubo políticas públicas consistentes. Hay golpes de timón muy fuertes que invalidan lo hecho y se comienza de vuelta. No tenemos cárceles provinciales, recién se va a inaugurar una ahora y somos provincia desde 1957. ¿Quién se planteaba cuestiones de seguridad hace 20 años? Nadie. No estaba en la agenda pública. Ahora la inundó. Hay un gravísimo problema: los que tienen plata cada vez tienen más plata y los que tienen menos, menos. Ya no es un ejército de personas esperando un trabajo sino que ya son inviables, no hay lugar para ellos. Tenemos un plato, vienen otros y decimos “No tiene lugar en esta mesa”. Y pretendemos que esa persona no manoteé lo que está en la mesa. Es imposible, la seguridad civil está pegada a la seguridad social. EE.UU. está lleno de pobres. ¿Qué hacen? Los encarcelan. Tienen 800 presos cada cien mil habitantes, nosotros tenemos 92. ¿Y EE.UU. terminó con el delito? No, de ninguna manera, la carrera de encarcelar gente para terminar con el delito no tiene un buen fin, no termina nunca. Más gente se encarcela, más delito hay, se forman más sociedades criminales y hay más aprendizaje del delito en las cárceles, que son espantosas y la gente sale con un fortísimo rasgo sicopático: si uno no deja de sentir, no puede vivir en una cárcel, entonces cuando sale no siente, no tiene conexión sensible con los otros y por eso el delito es cada vez más violento. Nunca vi en estos casi 40 años que el Ejecutivo, Legislativo y Judicial se pongan de acuerdo en política de Estado judicial, de Policía y carcelaria. Reclamar respuestas de la justicia penal todo el tiempo para todas las cuestiones es absurdo, no las puede dar, es imposible.






1 comentario:

rg dijo...

un grande. abrazo para ambos