LO QUE RODEA LA MUERTE
Por Irina Hauser
Por si fuera poco
En tribunales, los que trabajan durante la feria suelen imaginar que
no habrá grandes sobresaltos. En el juzgado de López y la fiscalía de
Fiszer se llevaron una sorpresa de proporciones al hacer el seguimiento
de las escuchas telefónicas que habían ordenado por el homicidio.
Estaban frente a lo que parecía la planificación casi íntegra de un
intento de soborno a jueces de la Cámara de Casación para que liberaran a
la patota de la UF y así salvar a Pedraza, que aún no había sido
detenido. “Son verdes, informan del otro lado que son verdes”, llegó a
decir uno de los intermediarios del líder ferroviario en el contestador
telefónico de su casa, para aclararle que había que conseguir dólares,
no pesos. El lobbista resultó ser un agente de la Secretaría de
Inteligencia que tenía sus negocios personales, Juan José Riquelme,
conocido hace tiempo en Casación.
Riquelme, según las transcripciones de las escuchas, hablaba con el
ex juez subrogante Octavio Aráoz de Lamadrid, quien había defendido a
uno de los ferroviarios presos. Lo llamaba “el amigo de la calle
Viamonte”, por la dirección de su estudio. A la vez, se jactaba de sus
contactos con Casación, que debía decidir las excarcelaciones. Aludía a
encuentros con “el amigo Eduardo”, se presume que por el juez Eduardo
Riggi, y con Gustavo Mitchell. Aráoz fue secretario de Riggi y en días
claves habría intercambiado mensajes de texto con el secretario Luis
Ameghino Escobar (h) que se ocupaba de los sorteos informáticos de las
causas, por eso Riquelme le dice “el señor de las teclas”. El supuesto
era que la causa contra la patota les tocara a esos jueces, de la Sala
III. Riquelme también alude a gestiones con el subrogante Mariano
González Palazzo, de quien Aráoz se dice amigo.
Con todo esto se abrió una nueva causa. El primer fiscal del caso,
Mariano Solessio, llegó a detectar el momento en que el segundo de
Belgrano Cargas y contador de la UF, Angel Stafforini, llevaba un sobre
con dinero al estudio de Aráoz. En un allanamiento minutos más tarde la
policía incautó 50 mil dólares. Luego se hizo cargo de la causa Sandro
Abraldes, quien en mayo pidió las indagatorias y detenciones por cohecho
de Pedraza, Stafforini, Aráoz, Riquelme y Ameghino, y planteó
investigar a los jueces. El juez Luis Rodríguez accedió al último punto,
pero aún no indagó a nadie. Recién encomendaría esta semana un
entrecruzamiento telefónico de los camaristas. Esta historia, que
revelaría la apuesta máxima desde la UF para lograr impunidad, precipitó
el inicio del recambio de jueces de Casación, un tribunal con poca
prensa pero mucho poder (revisa condenas como instancia anterior a la
Corte), donde acaban de jurar dos nuevos jueces, están por jurar otros
dos, mientras que Mitchell presentó su renuncia y en los últimos días lo
hizo también Juan Fégoli.
El texto completo de la nota de Página/12
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