26 mar 2014

¿POR QUÉ LOS PROFESIONALES DEL DERECHO DEBEN VESTIR CON DIGNIDAD Y DECORO EN LOS TRIBUNALES?






Por Martín Böhmer

¿Cómo se conecta la forma de vestir de jueces y abogados con

a) que estamos decidiendo sobre las cuestiones más importantes de la vida de nuestros conciudadanos?

b) que tenemos la llave para el ejercicio de la fuerza del estado sobre ellos?

c) que sin lograr respeto no tenemos ni la bolsa ni la espada para hacer cumplir las sentencias?

d) que ante nuestros clientes somos auxiliares de la justicia y ante la justicia somos defensores de nuestros clientes y que esa posición de independencia es muy difícil de sostener pero absolutamente necesaria además de una obligación ética y legal y que tal vez precise de "máscaras" para poder asumirla?

e) que la banalización de la forma en que nos presentamos, la familiaridad guaranga de las salas (?) de audiencias, la inexistencia de los jueces en ellas muestra a los ciudadanos que el proceso es cualquier cosa menos una forma de considerar seriamente su conflicto?
 
f) la necesidad de distancia para poder hacer lo que debemos hacer que no es otra cosa que infligir dolor a una de las partes requiere de máscaras?

Como me acota Rafael Bianciotto citando a Oscar Wilde:

Man is least himself when he talks in his own person. Give him a mask, and he will tell you the truth.

Tal vez con máscaras es más fácil hacer justicia, hacer lo que uno debe hacer, tal vez con la banalidad familiar de los tribunales hoy lo único que podemos decidir es "téngase presente para su oportunidad" porque nos da tanto miedo hacer lo que debemos que lo evitamos haciéndolo menos ominoso de lo que realmente es.
Insistir sólo en que la justicia debe ser empática con el dolor del otro (que debe serlo) no significa que deba renunciar a hacer lo que debe, aunque duela. Y tal vez la distancia que da la máscara, el traje, las formas, la arquitectura, permita hacerlo, dignamente, pero hacerlo. Y no hacer esperar quince años a la gente para malcobrar una indemnización.


6 comentarios:

Unknown dijo...

Estaría de acuerdo con la utilización de corbata como obligatorio SI y SOLO SI todos los empleados judiciales, desde el que atiende la mesa de entradas hasta el Juez también la utilicen.

Leo dijo...

Qué bueno sería desformalizar tradiciones forenses, acabar con ese apresto mental que provoca que los jueces abogados y fiscales se sientan superiores a sus ocasionales clientes o justiciables. En lo personal quiero una justicia democrática, sin privilegios, sin acomodo, sin el «hijo de», sin favoritismos, sin ese pretendido elitismo patético. ¿La corbata? Ah sí, ... la corbata es lo de menos, aunque, pensándolo mejor, no llevar el cuello apretado quizá permita decidir con mayor libertad

Tomás Marino dijo...

Es difícil justificar las formalidades en términos de utilidad práctica, desempeño laboral, performance de los operadores, etc. El despachante, bueno o malo, va a escribir lo mismo esté de joggineta o de saco y corbata. El juez va a leer la prueba y a sentenciar de igual forma sea que esté de jean o de pijama. Desde ese punto de vista, las formalidades siempre parecen excesivas, o irracionales y siempre parecerá una tontera requerir un saco, o pedir una corbata para estar en una audiencia.

Me parece que las formalidades tienen relevancia —y hasta te diría, tienen un sentido que las justifica— cuando se las interpreta como un conjunto de signos que proyectan un cierto significado en los restantes operadores o incluso en los justiciables, y que tiene que ver con la actitud que tiene esa persona en relación a su trabajo, a su actividad, a los asuntos que le fueron confiados. El traje y la corbata permiten saber que la persona está dedicada a un tema que le requiere seriedad, que no es broma, que le implica adoptar una actitud distinta a la que tiene en otras actividades (ocio, deportes, vida privada en general). O a la inversa, alguien descontracturado, de jean y simple camisa de vestir, puede ser un gran abogado, tener listo un gran alegado, y sin embargo dar a entender —aunque él no lo quiera, y aunque no sea verdad— que ese momento de su vida le resulta similar a cualquiera de sus otros asuntos (v.gr. ir al super o a tomar una cerveza con amigos).

Anónimo dijo...

buenos días. vengo de un debate en un Tribunal Oral Federal en Ctes. es gracioso como los jueces (y la secretaría) te dicen "de pie por favor" y hay que esperar a que el ultimo juez se siente. y ahí V.E. te dice como en misa "pueden tomar asiento" de verdad nos tienen que tratar como tarados? el respeto pasar x pararse ante V.E. o x vestirse? saludos. Nico M.

Anónimo dijo...

Cuando yo entré a tribunales de meritorio, tenía el pelo largo por la cintura. Año 1994. Yo me crié en un barrio, pibe sencillo, cero culo roto. Lo primero que me dijeron fue: "esto es el fuero penal, acá no podés venir con pelo largo". Obviamente le contesté al secretario que no pensaba cortarme el pelo y que yo laburaba igual con pelo largo o sin él. Yo creo que el secretario en ese entonces me envidiaba porque era pelado. Ahora, muchos años después, el secretario pelado soy yo y recordando aquellos viejos tiempos, ni se me ocurre hostigar a mis empleados ni por el pelo, ni por los piercings, ni por los tatuajes, etc., etc. Lo único que no consiento es que fumen porro dentro del lugar de trabajo. Siempre me pareció ridículo el formalismo de tribunales. Hoy considero que los que se aferran a él son bastante pelotudos con perdón de la expresión.

Anónimo dijo...

Como es habitual en sus intervenciones, el autor del texto pone luz sobre un tema nada banal: las formas en el proceso penal abarcan las formas de sus actores (lenguaje, indumentaria, trato, ambiente, etc.)? Parece abarcar mucho más que el traje-corbata sí o no (por cierto, esa interpretación deja a la mitad de las abogadas fuera de la discusión) y nos propone pensar nuestro rol social en función de imaginarios y representaciones que definen a una comunidad organizada sobre valores comunes.