29 ago 2009

He aquí por fin aquello para lo que fui hecho

Para Mena: una mujer sensible




Posiblemente hayan advertido ustedes que los libros que realmente aman están ligados por un filamento secreto. Ustedes saben muy bien cuál es la cualidad común que los hace amarlos, aunque no pueden expresarla; pero la mayoría de sus amigos no la ven en lo absoluto, y se preguntan por qué, gustándoles esto, no les gusta aquello.

Asimismo, se han parado frente a un paisaje, que parece personificar lo que han estado buscando toda su vida; y luego se vuelven a un amigo que está a su lado y que parece ver lo que ustedes ven; pero a las primeras palabras se establece una brecha entre él y ustedes; y se dan cuenta de que este paisaje significa algo totalmente diferente para él, que está persiguiendo una visión extraña y que no le importa la inefable inspiración que los ha transportado a ustedes. Incluso en sus pasatiempos ¿acaso no ha habido siempre una secreta atracción que los demás ignoran, un algo que siempre está a punto de surgir aunque no lo identifican, claramente, como el olor de la madera cortada en el taller o el batir de las aguas contra el costado de la lancha? ¿No es verdad que todas las amistades perdurables nacieron en el momento en que por fin encontraron ustedes a otro ser humano que vislumbra (aunque sólo sea en forma débil e incierta) ese algo que ustedes nacieron deseando, y que, detrás del flujo de otros deseos y en todos los silencios momentáneos entre las pasiones más fuertes, noche y día, año tras año, desde la niñez hasta la ancianidad, ustedes han estado buscando, esperando, anhelando? Es algo que ustedes nunca han tenido.

Todas las cosas que han penetrado hondamente en su alma han sido indicios de ese algo: (visiones incitantes, promesas nunca cumplidas totalmente, ecos que se extinguen cuando los capta el oído.

Pero si se volvieran realmente manifiestos, si alguna vez llegara un eco que no se extinguiera sino que aumentara dentro del sonido mismo, ustedes lo sabrían. Podrían decir más allá de toda posibilidad de duda: "He aquí por fin aquéllo para lo que fui hecho". No podemos hablar unos con otros acerca de eso. Es la firma secreta de cada alma, el deseo incomunicable e inextinguible, lo que deseamos antes de conocer a nuestras esposas o encontrar a nuestros amigos o elegir nuestro trabajo, lo que seguiremos deseando en nuestro lecho de muerte, cuando la mente ya no conozca esposa o amigos o trabajo. Mientras existamos, eso será. Si perdemos esto, perdemos todo.

Nils Christie

2 comentarios:

Nuria dijo...

se envidia a Mena.

Anónimo dijo...

Un grande