3 ago 2009

AHORA SÍ, LAS CUATRO ENTRADAS SOBRE EL DESERTOR BOVINO COMPLETAS


La saga del Conscripto Bovino, Infante de Marina de la Patria



Esta vez ordenadas al revés que al estilo blogger, las cuatro entregas de "EL DESERTOR"

Parte I: ¡Infante! ¡Adelante!

Parte II
: ¡Resignación y valor! ¡Para servir a la Patria!

Parte III: El conscripto Bovino en campaña

Parte IV: ¿Incumplimiento de la palabra de un Infante de Marina?

8 comentarios:

Josefina Minatta dijo...

El de la foto hasta yo me doy cuenta que no sos... ese agarra el arma con firmeza, y no te imagino...
¿Fuiste en forma voluntaria a ese lugar???
Creia que desventurados como yo no habria en este mundo, pero vos me sorprendiste!!! Cada vez entiendo mas a Prospero cuando dice "Se juntan por la tonada".

Alberto Bovino dijo...

Jose, querida, ¿creés que soy loco? En el sorteo me saqué el 930 (las posibilidades eran del 000 al 999), muy afortunado yo, y eso significaba marina, y era obligatorio, y si no te presentabas no sé cuántos años demoraba la prescripción.

El destino más al norte del país era el Edificio Libertad, aquí en Buenos Aires, frente a Comodoro Py (sede de varios tribunales penales de alta jerarquía en el ámbito de la justicia federal). Pero no me asignaron a una oficina, sino al maldito "Batallón de seguridad", que es como un batallón común.

De allí, todos los demás destinos eran desde la Ciudad de La Plata, pasando por Bahía Blanca, y hasta Tierra del Fuego, es decir, una especie de pena de destierro.

Esto que conté es una de los pocos recuerdos divertidos de esos malditos dieciocho meses, ocho de los cuales me las pasé arrestado. Creo que no tengo ninguna foto de esos meses, porque jamás quise conservar ningún recuerdo.

Lo único bueno que tenía el Batallón, además de estar aquí en Buenos Aires, es que era facilísimo escaparse —es decir, salir sin permiso—. Y como había otro soldado de Rosario que era amigo mío, y que todos decían que parecíamos mellizos —para mí no éramos ni remotamente parecidos—, nos poníamos de acuerdo para que sólo anduviera escapado uno a la vez. Así, si un suboficial me veía dos veces en el día, seguramente pensaba que nos había visto una vez a cada uno.

Lo peor es que ahora que afortunadamente abolieron el servicio militar obligatorio, quienes no lo hacen no tienen la menor conciencia de que ganan entre nueve y dieciocho meses de vida.

Me fui de mambo. Gracias y un beso. ¿Estás segura de que no soy casi idéntico al de la foto?

TA

P dijo...

La vida es esto. Prestémosle atención a los
detalles. Al calorcito humeante del pis, a sacar la basura, a viajar apretados
en colectivo. Si no disfrutamos eso, ¿qué nos queda?

Nicolás da Cunha dijo...

AB, desde que tuve el grato honor de haber estado en tu casa en la reunión de fin de cursada y haber podido apreciar ese cuadro en la pared, me pregunte cuando iba a ser el momento en saber de su historia. Es excelente!!.
Por otro lado quiero decir que tuve a la fortuna de mi lado en el momento del sorteo de la columna ya que igresaban a partir de 950 y yo saque 946!! Como soy categoría 1975 ese año fue el ultimo del SM obligatorio. Así que en definitiva no perdí esos benditos meses de mi vida.
Saludos!

Nicolas dijo...

Alberto, este relato es sin dudas una maravilla. Me hiciste acordar a un cuento de Bukowski.

Saludos

Vicky dijo...

Conozco experiencias tan variadas como disímiles sobre la famosa colimba: aterradoras, muchachos que intentaron suicidarse, y grupos de veteranos que se juntan todos los años a recordar las bromas y macanas de esa época.

Y por otro lado, aún más loco, te cuentan que había chicos del interior, de Jujuy, Mendoza, Salta, de todas las Pcias. que no conocían la ducha, los cubiertos, eran analfabetos y en la colimba les enseñaron a usar los objetos comunes que todos tenemos al alcance de la mano y no cuestionamos (visión durkhemiana, si me permite, AB).

Slds,

Alberto Bovino dijo...

Vicky, yo sólo quedé en contacto con un amigo de la colimba, Patricio Sitjá, que está más loco que yo y ahora vive en Corrientes.

Pero las pocas veces que nos juntamos hablamos del presente, del futuro, o del pasado posterior a la colimba.

Sinceramente, yo no aprendí nada positivo con esa experiencia, y fue una especie de tortura.

Hacer lo que a uno le da la gana —dentro de límites razonables— es algo tan valioso pero que no valoramos hasta que nos lo sacan.

Saludos,

AB

Vicky dijo...

Coincido con el último párrafo, no hice la colimba pero me resultó tortuoso el secundario, sobre todo 4to y 5to año, "perdía" los días en el colegio, no aprendía ni aprehendía nada nuevo, y otros tienen experiencias maravillosas.

Lo bueno es que no estás más en la colimba, disfrutás y valorás lo que tenés y lo que hacés, te diste cuenta que sos tu dueño, cosa que no muchos saben.