CUESTIONARIO 16.2 - 02. PAOLA BERGALLO/NICOLÁS GUZMÁN
En una segunda entrega del maravilloso cuestionario que le robamos a Gustavo Arballo, quien frente al hecho consumado terminó por revoleármelo por la cabeza, hemos sometido a interrogatorio a dos jóvenes y brillantes juristas: Paola Bergallo y Nicolás Guzman. A mí personalmente me encantó, y agradezco especialmente a Paola y a Nico por su buena predisposición.
Por supuesto, PB es Paola Bergallo, y NG es Nicolás Guzmán.
1. ¿Qué lee habitualmente? (en prensa gráfica y en web, incluyendo diarios y publicaciones periódicas generales o especializadas, de cualquier frecuencia).
PB: La Nación, Clarín y, no todos los días pero con frecuencia, Página 12, Perfil, El País y el NY Times. Suplementos varios: Eñe, Babelia, Radar, Las 12, y el Sunday Book Review.
NG: En diario leo La Nación, Clarín y a veces Perfil. En la web visito habitualmente las páginas de esos diarios y también Diario Judicial y Revista El Dial.
2. ¿Qué profesores, de grado o posgrado, influyeron más en su formación profesional?
PB: En el grado no tuve demasiada suerte y recuerdo especialmente a Graciela Reiriz. Las cosas mejoraron luego y en el postgrado por aquí fueron excelentes R. Gargarella, M. Böhmer, C. Courtis, y M. Abregú. En la experiencia fuera del país la lista incluye a Deborah Hensler, Barbara Fried, Tom Grey, Lawrence Friedman, y Katheleen Sullivan en Stanford. Jeremy Waldron, Jules Coleman y Michael Dorf en Columbia. Entre los cursos que tomé como oyente recuerdo especialmente los de Catherine MacKinnon, Alice Miller, Elster y Barry, y otro de J. Ferejohn. Y al co-enseñar aprendí mucho de Marcelo Alegre.
NG: Que me hayan influido de modo directo, de acá, seguramente Gustavo Bruzzone (además el mejor profesor que tuve como estudiante universitario), Daniel Pastor, Fernando Díaz Cantón, Julio Maier.
3. ¿Qué obra teórica fue fundamental para determinar su orientación, o marcó un quiebre en su biografía?
PB: Hubo varias obras y más de un quiebre. En mi acercamiento al feminismo, Women in Western Political Thought de Susan Moller Okin y la Teoría Feminista del Estado de C. MacKinnon fueron centrales hace años y luego revisitadas desde críticas importantes como las de Janet Halley en Split Decisions, otro quiebre. En el trayecto a la sociología del derecho, la obra de Bordieu, Boaventura, y los clásicos trabajos estadounidenes de Law and Society marcaron el camino. Y mucho antes, Nino, obvio, y los autores de la filosofía política contemporánea resumidos por Kymlicka en su gran manual. En la filosofía del derecho, fueron importantes los cinco libros del gran curso de J. Waldron: Modern Legal Philosophy: the Books: Hart, Dworkin, Kelsen, Fuller, y Raz.
NG: Sin dudas, Derecho y Razón, de Luigi Ferrajoli. Cuando lo leí por primera vez me rompió la cabeza, fue distinto a todo lo que antes había leído y desde entonces no dejo de consultarlo, además de que trato siempre de transmitir sus teorías en los cursos en los que doy clases. Hay otros dos libros de autores argentinos cuya lectura viví intensamente y me causaron un gran impacto: Notas sobre Derecho y Lenguaje, de Genaro Carrió, y la Introducción al Análisis del Derecho, de Carlos Nino. En Italia otro libro que me “devoré” fue “La prova dei fatti giuridici” de Michele Taruffo, que hace no mucho se tradujo al español bajo el título de “La prueba de los hechos”: es un libro escrito por un procesalista (no penalista) desde una perspectiva filosófico-analítica absolutamente convincente y coherente, que puede y debería ser aprovechado por los procesalistas tanto del derecho privado como del derecho penal. Finalmente, un libro que me abrió a la exploración de otros campos del conocimiento y que se relacionan con el derecho de la misma manera que con cualquier otra ciencia, es el de Mario Bunge, titulado “La ciencia. Su método y su filosofía”.
4. ¿Cuál fue el trabajo o labor que le deparó —o le depara— mayor felicidad profesional?
PB: La enseñanza del derecho.
NG: Quizá “felicidad” es una palabra que, en mi caso, resulte exagerada en cualquier situación profesional. Tal vez podría contestar así: la actividad académica me genera las satisfacciones que compensan las miserias que vienen con el ejercicio de la profesión de abogado. Pero una vez sí estuve muy feliz: fue cuando se publicó mi libro “La verdad en el proceso penal”, en Editores Del Puerto, porque fue producto de un gran esfuerzo en todo sentido y de más de seis años de trabajo. Otra cosa que me dio –y en alguna medida me sigue dando– muchas satisfacciones es la Revista de Ciencias Jurídicas ¿Más Derecho?, que fundamos hace ya casi diez años con varios amigos y que hoy sigue saliendo, aunque muy espaciadamente, con números que creo que valen la pena. Coordinar el seminario de derecho penal y procesal penal que dirige Daniel Pastor, en la UBA, también me da una gran satisfacción y me divierte.
5. ¿Qué autor o texto de derecho —nacional o extranjero— le ha parecido decepcionante o sobrevalorado?
PB: Muchos.
NG: No se me ocurre ninguno. Creo que hasta de la peor obra se obtiene algo, aunque sea la convicción de que a ese autor no vale la pena volver a leerlo. Sin haberlo leído antes uno no podría formular ese juicio ni disuadir a otros para que no pierdan el tiempo.
6. ¿Cuál es la persona (actual o histórica) que más admira en el campo del derecho?
PB: Todos/as los mencionados en distintos puntos de este cuestionario y muchas de las personas de mi generación y más jóvenes con las que tengo la suerte de trabajar.
NG: No sé si tengo admiración por la “persona” de algún jurista; sí tengo gran admiración por ciertas obras de juristas, que son básicamente las que mencioné en la pregunta 3, y a las que debería agregar ahora, indudablemente, el magnífico Derecho Procesal Penal de Maier, a mi criterio una obra fuera de serie dentro de la literatura jurídica argentina.
7. En una mirada global, ¿le parece que el orden jurídico argentino es demasiado restrictivo o demasiado permisivo?
PB: Lo obvio. Demasiado restrictivo a veces, como con las mujeres que quieren elegir cuándo ser madres, y demasiado permisivo en otras ocasiones, como con los grandes evasores impositivos.
NG: Ni una cosa ni la otra. Es defectuoso, como todos los ordenamientos jurídicos. De todas maneras, creo que nunca diría que un ordenamiento es “demasiado” permisivo. En cambio, sí es cierto que todavía perduran en nuestro ordenamiento algunas restricciones que no tienen sentido o que no están justificadas ni jurídica ni moralmente.
8. ¿Qué fallo (o disidencia) le hubiera gustado suscribir?
PB: Sejean.
NG: Cualquiera de los que reconocieron plena operatividad a las garantías constitucionales que protegen al imputado frente al avance Estado: Bazterrica, Montenegro, Rayford, Fiorentino, etcétera.
9. ¿Qué ley o doctrina vigente en Argentina le gustaría cambiar de inmediato?
PB: El régimen legal del aborto, el artículo 2 de la Constitución, y las normas que contribuyen de diversas formas a la inequidad de los sistemas tributario y educativo argentino.
NG: Lo primero que me viene a la cabeza es la ley sobre drogas, al menos aquello que resulte en un castigo del simple consumidor. Luego, creo importante una reforma general de nuestro sistema procesal penal. Hay ciertos proyectos en danza interesantes que valdría la pena que el Congreso comenzase a discutir. Obviamente que para una reforma semejante, sería necesario también modificar la organización judicial y del ministerio público, dar capacitación y proveer de recursos humanos y económicos, pues de lo contrario ninguna reforma tendría sentido y estaría destinada al fracaso.
Respecto de los microsistemas, hay que adecuar el instituto de la probation a la línea trazada por la Corte en el fallo “Acosta”. Habría que precisar también, legislativamente, hasta dónde llega la autonomía de la víctima constituida en parte querellante, porque hoy esta cuestión es caótica y el ejercicio efectivo de los derechos de aquélla está supeditado a las posturas a las que adscriba el tribunal que toca en suerte. El combo de fallos “Santillán”/”Storchi”/”Quiroga” y otros, disparó un brote esquizofrénico en nuestros tribunales que debe ser tratado y resuelto de manera inmediata.
10. ¿Sobre qué caso(s), tema(s) o proyecto(s) se encuentra trabajando actualmente?
PB: Temas en los que estoy trabajando: estudios empíricos sobre y en el derecho, derecho a la salud, tribunales y derechos sociales, teoría jurídica feminista, derechos reproductivos. Proyectos en marcha: una tesis doctoral que propone una mirada empírica sobre la judicialización de la salud en la Argentina; una nueva escuela de Derecho; y un proyecto interdisciplinario sobre aborto no punible con el área de salud del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES). En todos estos proyectos estoy trabajando en la publicación de artículos, la edición de un par de compilaciones, traducciones, y materiales de divulgación. Además, soy parte de algunas iniciativas de profesores de derecho regionales como el SELA, donde estoy en el Comité Organizador, y la Red Alas desde la cual estamos organizando un encuentro académico sobre género, sexualidad y derecho.
NG: En uno que hace apenas unas semanas comenzó a rodar y que sigo afinando: mi curso de Elementos de Derecho Penal y Procesal Penal en la UBA. Esto es otra de las cosas que me genera gran satisfacción. Por otra parte, hasta hace unos días estaba trabajando también sobre una temática que me resulta muy interesante, que es la pretendida “objetividad” del agente fiscal. Ahora estoy revisando y analizando algunos institutos de la parte general del Derecho Penal, de cara al seminario que coordino este año sobre esa temática (y que dirige Daniel Pastor).
11. ¿Cuál fue la obra artística (disco, teatro, cine) o libro no jurídico (de ficción o no ficción) que más le impactó en los últimos tiempos?
PB: En las lecturas de los últimos años, me impactaron Reading Lolita in Teherán de A. Nafisi, y la autobiografía de Nelson Mandela. De las lecturas más recientes, buenas pero de menos trascendencia, mencionaría Black Girl/White Girl de Joyce Carol Oates, Amanda sin corazón de Jurek Becker, y Bariloche de Neuman. Un ensayo también muy recomendable: The Moral Veto de Gene Burns. Interesante para quienes intentan comprender la dificultad en la toma de decisiones políticas progresistas en la historia de la anticoncepción y el aborto. Una investigación centrada en la experiencia política estadounidense pero con algunos hallazgos extrapolables a nuestro contexto.
NG: Leo mucho cine y veo muchos libros, así que por “últimos tiempos” me voy a referir solamente al último año:
Libro (novela): La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa.
Libro (no ficción): Gomorra, de Roberto Saviano.
Cine: La sconosciuta, de Giuseppe Tornatore.
Agrego serie de TV: Los Soprano, de David Chase.
Musicalmente, el último concierto de Roger Waters en River fue impresionante.
12. Si tuviera que nominar un juez para la Corte Suprema Argentina, ¿cuál sería su opción?
PB: Marcela Rodríguez. Y luego de alcanzar la paridad, Victor Abramovich.
NG: Julio Maier.
13. Según lo que sabe y conoce del sistema actual, ¿tiene confianza en la justicia argentina?
PB: Para algunas cosas sí, y para muchas no. Soy optimista, sin embargo, sobre su futuro y capacidad de transformación.
NG: ¿Acaso hay otra alternativa? La expresión imprecisa “justicia argentina” podría dividirse, creo yo, a grandes rasgos en dos grupos también bastante imprecisos pero suficientemente abarcativos: 1) el sistema legal argentino; 2) las personas que integran y operan ese sistema judicial. En lo primero no hay dudas de que tengo confianza. Creo en las instituciones jurídicas como reguladoras del conflicto y alternativa a la anarquía, especialmente el derecho penal, aunque también creo que ese sistema siempre puede y debe mejorarse. Sobre lo segundo también tengo confianza, a pesar de que siempre existan sospechas en torno a la idoneidad u honestidad de ciertos funcionarios, que espero sean pocos y cada vez menos. Naturalmente veo que la “justicia” en este doble sentido no está funcionando del todo bien: basta ver los reclamos de la gente para advertir que hay un desajuste: o los institutos no son los que quiere y necesita la gente o los funcionarios no los aplican bien. Pero todo es mejorable y, además, la razón en el derecho penal debe imponerse siempre a la pasión, como técnica racional de disminución o reducción de la violencia, de modo que no siempre los reclamos populares son un síntoma de que el sistema, como concreción de una teoría, es defectuoso.
14. ¿Qué le hubiera gustado ser o hacer, de no haber estudiado abogacía?
PB: Varias cosas, entre ellas, política, directora de orquesta, científica, escritora o militante social.
NG: Guionista y director de cine.
15. ¿Cuál cree que es la influencia de la teoría jurídica en la práctica?
PB: Mucha. A diferencia de otros/as, no creo que el problema sea que la teoría no influye en la práctica sino más bien que la teoría que influye no es la más justa ni la correcta.
NG: Mucha, y cada vez más. Estoy convencido que a partir de la modificación en el procedimiento de selección de magistrados, se produjo un vuelco notable de los aspirantes a magistrados (y de los magistrados también) a realizar cursos de capacitación, masters, posgrados e incluso doctorados. La teoría jurídica que se analiza, estudia y desarrolla en esos ámbitos académicos ha comenzado a hacerse notar en los tribunales y, como decía, se notará cada vez más, a medida que los actuales empleados judiciales y del ministerio público que ya están transitando esas etapas académicas, comiencen a adquirir puestos en la magistratura. Pienso que con el tiempo desaparecerán esos jueces “paracaidistas” que aprendían la teoría mientras practicaban la ciencia. Pienso que en el futuro quedarán en el recuerdo los “jueces que se hacen en el cargo”. Al menos eso espero.
16. ¿Qué tiene que tener un jurista?
PB: Capacidad de trabajo en equipo, honestidad, integridad, empatía, tesón, sentido de justicia, todo junto. Y una jurista debe tener además mucha tolerancia al sexismo y voluntad de luchar contra él con perseverancia.
NG: Ganas de estudiar y tiempo, que se debe inventar si es que no sobra. Seriedad y rigurosidad por sobre todas las cosas, y una premisa elemental: antes que decir o escribir cualquier cosa o que se ha dicho o escrito ya mil veces, mejor no decir ni escribir nada.
La última parte del "cuestionario" no es una pregunta sino un pedido. Se le pide al encuestado que él mismo nos cuente en prosa y en primera persona, sobre sus mojones educativos (lugar de primaria, secundaria, universidad, año de graduación), profesional (docencia, cargos públicos, cargos privados, función actual) y misceláneos (familia, hobbies, y cualquier etcétera), un poco para saber quién es quién. No hay condicionamientos y copiamos lo que recibimos verbatim.
PB: Fui al Lengüitas en la primaria y al Nacional Buenos Aires en la secundaria, donde me gradué con medalla de oro en Historia. Me recibí de abogada en la UBA con diploma de honor y entre el uno por ciento superior de mi clase. Cursé estudios de postgrado en el Programa de Derechos Humanos y Constitucional de la Universidad de Palermo. Hice una maestría en derecho en la Universidad de Columbia y otra en Stanford, donde estoy haciendo el doctorado. Mientras estudiaba en la UBA y los cinco primeros años de graduada trabajé profesionalmente en temas corporativos. Dejé la práctica privada para dedicarme a la docencia y la investigación en derecho con un grupo de profesores discípulos de Carlos Nino, liderado por Martín Böhmer, primero en la Universidad de Palermo y más tarde en la Universidad de San Andrés. Desde entonces trabajé junto a un grupo de grandes amigos/as y colegas en varios proyectos de investigación, en la difusión de la idea del trabajo pro bono, en la creación de un espacio jurídico feminista en el CIEPP y ahora otro más concentrado en derechos reproductivos en el CEDES. En algún punto de esa trayectoria concentré bastantes esfuerzos en la difusión de la crítica legal feminista en la enseñanza del derecho, dicté cursos, escribí y colaboré en armar la Red Alas. También consideré importante aportar una mirada empírica a los debates jurídicos que me interesaban y, en Stanford y a la vuelta al país, me embarqué en el estudio y la promoción de la investigación interdisciplinaria sobre el derecho, espacio en el que hay mucho por hacer junto a quienes trabajan localmente el tema desde hace años. Tuve la suerte de poder enseñar en otros países como España, México o Puerto Rico, y colaborar con organizaciones internacionales como el Centro de Derechos Reproductivos en Nueva York, la Organización Panamericana de la Salud o el Fondo de Población de Naciones Unidas.
NG: Cursé primaria y secundaria en un colegio de curas del Barrio de Belgrano, que, además de darme grandes amigos, fomentó en mí, por reacción, una actitud crítica frente a la religión y cualquier forma de dogmatismo. La carrera de abogacía la cursé en la Universidad de Buenos Aires, donde me recibí a finales de 1998. Durante mis estudios trabajé en tribunales: allí empecé a trabajar como meritorio en 1994 y me retiré, ya egresado y siendo secretario de un juzgado de instrucción, en el año 2003, para dedicarme al ejercicio libre de la profesión de abogado. Hoy me dedico a eso y, como decía más arriba, dedico también mucho de mi tiempo a actividades académicas (por ejemplo, a mi curso de Derecho Penal y Procesal Penal que dicto en la UBA como profesor adjunto, nombrado por Daniel Pastor, a quien obviamente le estoy enormemente agradecido). No tengo hobbies (al menos conscientemente) y entre los deportes destaco el clásico “fulbito” de los domingos a la tarde con amigos.
En un todo de acuerdo con este post.
Es vergonzozo que la Universidad Nacional del Comahue tome una decisión como esta.
Mas allá de las condiciones personales del Dr. Pandolfi (fuera de toda discusión por otra parte), me parece gravísimo la satanización del defensor penal, equiparando de algún modo al letrado con aquellos que han cometido un delito.
Juan Velazquez, abogado mexicano, sostiene en "El Derecho Penal a juicio", que en una defensa adecuada o inadecuada está la diferencia entre una sentencia absolutoria o condenatoria, y que un proceso penal sin ella sería "simplemente un linchamiento".
Los consejeros de la UNC se han olvidado de esto, como asi tambien de nuestra Constitución Nacional, con todos sus derechos y garantías.
Podríamos hacer una larga lista de adjetivos calificativos aplicables a esta decisión (todos ellos descalificantes), pero creo que la personalidad y la trayectoria del Dr. Pandolfi, como la de todos aquellos que ejercen como defensores penales, está muchos mas allá de esta muestra de ignorancia e incapacidad de análisis, que no deja de ser tambien una muestra de intolerancia y discriminación.
"La intolerancia tiene sobre todo dos vicios que nadie reconoce como suyos: la ignorancia, o sea la desinformación; y el interés egoísta, que siempre encuentra justificativos de orden legal o moral" (Waldo Peña Cazas - Correo del Sur - Bolivia)..