27 ago 2016

SEXO DESENFRENADO, CASTIDAD Y ANIMALOIDES






La “crítica a las costumbres” realizada por el cavernario arzobispo de La Plata me parece algo realmente increíble (ver). No me parece bien que el INADI tome cartas en este asunto, yo creo que hay que dejarlo hablar tranquilo. Impugnar sus dichos hace que se victimice, y en realidad, las víctimas de su discurso somos todos los que no compartimos su visión de un mundo sin sexo matrimonial no procreativo.

Héctor Aguer quiere enseñarnos las terribles consecuencias de la obsesión por el sexo. Pues bien, yo diría que el más obsesionado por el sexo es este señor que anda por la vida vestido con una pollera larga hablando de algo a lo que él ha renunciado, analizando y juzgando sexos ajenos. Precisamente él, que ha renunciado al sexo y a la posibilidad de una vida matrimonial, es quien nos persigue obsesivamente vendiéndonos ese tipo de vida como única existencia posible. De su obsesión morbosa y enfermiza por  lo sexual surge esa pulsión de dividir el mundo entre seres humanos y animaloides.

Quienes se masturban o tienen relaciones sexuales no procreativas son, sencillamente, animaloides. Este señor de vestido largo nos enseña la única ley natural, es decir, la que él proclama. Pretende imponernos una moral de nuestros cuerpos, tan morbosa y enfermiza como él: ¡abstente! Es por ello que pregona un solo tipo de relación sexual lícita:

“El gesto de la unión corporal acompaña, ratifica e incentiva la unión de las almas. La fornicación lo convierte en una gimnasia superficial y provisoria, propia de parejas desparejas, sin el compromiso de por vida que integra la expresión sexual en el conjunto de la convivencia matrimonial, con la apertura a los hijos”.

Todo lo demás es vicioso y animaloide para este señor que opina tanto de cosas que se supone no conoce. Nada se escapa a su juicio medieval. Él es el portavoz de la ley natural y viene a explicarnos las grandes verdades de la vida. Su dogmatismo es tan grande y tan abiertamente inhumano —pues ignora las necesidades, deseos y elecciones de los seres humanos—, que le permite realizar afirmaciones terribles, discriminatorias y cargadas de fanatismo religioso. Veamos algunas:

• Coger sin fines procreativos es un vicio.

• Coger con personas del mismo sexo es un vicio y, además, es antinatural.

• Las señoritas de la farándula que no merecen esa calificación y que cambian de novio cinco o seis veces al año banalizan el sexo (ninguna mención a los señores que cogerían con ellas).

• El envío de preservativos a la Villa de los Atletas en Río de Janeiro es una manifestación de deshumanización animaloide,  impropia “de mujeres y varones como deben ser”.

• Los trajes de baño femeninos son muestra del impudor actual, sería lo mismo que fueran desnudas (nuevamente, solo habla de las mujeres).

• Usar anticonceptivos es un capricho humano que burla los ritmos de fertilidad naturales de la mujer, obra bien hecha por el creador.

Sepan ustedes que somos unos desenfrenados infantiles e irreflexivos, en síntesis, actuamos como animales. La única solución racional para evitar el vicio de la fornicación sería sanarnos con “una especie concretísima de la templanza que se llama castidad”.

En declaraciones posteriores, luego de afirmar que según el catecismo católico “un homosexual para vivir en gracia de Dios debe ser casto”, señaló que “para elegir el celibato a uno le tienen que gustar las mujeres”, y finalmente declaró que él ha llevado el celibato “con garbo”... (ver).

El discurso tan humanitario de este señor de pollera, en relación con un tema en particular, puede tener efectos terribles, a diferencia de lo que sucede con otras cuestiones. Nos referimos a su guerra santa contra el uso del preservativo.

Es difícil determinar la efectividad del preservativo en la reducción del VIH por cuestiones metodológicas (ver). Sin embargo, su efectividad (menor o mayor) no puede ignorarse. Por ello, el uso responsable del preservativo es parte de toda campaña —particular o estatal— destinada a reducir el contagio del VIH.

En este contexto, la difusión de un discurso público que disminuya o dificulte la práctica de utilizar preservativos en las relaciones sexuales no solo es incorrecta, también es criminal. Ese discurso puede ser responsable de casos de transmisión del VIH reales por su carga persuasiva. ¿Qué responsabilidad asumen personas como Aguer u otras por las consecuencias de sus acciones tendientes a evitar el uso del preservativo? ¿Cómo es posible que aún hoy se continúe proclamando que la única manera de evitar la transmisión de las ETS es la castidad?


¿Cómo es posible, también, que abusando de su cargo en la jerarquía católica e invocando la constitución insulte a fieles e infieles que no comparten su moral sexual medieval?


7 comentarios:

Anónimo dijo...

"Si pensamos por un momento en que la homosexualidad entre adultos no puede ser punida como delito en la vida civil, porque esa punición violaría el art. 19 constitucional, no por ello debemos concluir en que la homosexualidad militar es inconstitucional, tal como la prevé el art. 765, CJM, porque en la vida civil no hay ningún bien jurídico que resulte afectado por esa conducta realizada en privado, pero en el orden militar la posibilidad de trascendencia del conocimiento de esa conducta afecta la imagen pública de las fuerzas armadas y la confianza que ellas deben gozar por parte de los habitantes de la Nación, cuyo crédito frente a ellos es indispensable para que ante la necesidad tremenda cuenten con la participación y apoyo de la población".

Esto es doctrina del juez de la patria, y vos, josé crítico, y profesor rebelde, te animás a un post sobre él? o mejor hablemos de juicio abreviado y prision preventiva (peligro de fuga y de entorpecimiento de la investigacion... tema terminado).

Alberto Bovino dijo...

Supongo que a esa gran pelotudez la habrá dicho Zaffaroni. Y, por supuesto, está muy mal. No entiendo tu comentario. Y si no te gusta leer sobre encarcelamiento preventivo, la lectura de este blog no es obligatoria.

Hasta la vista, anónimo

AB

fahirsch dijo...

"Coger con personas del mismo sexo es un vicio y, además, es antinatural" Siempre que leo esta frase respecto de lo natural o no de la homosexualidad pienso en mis tortugas. Tengo cuatro: una es hembra, lo que comprobamos porque ha sido vista poniendo huevos, y las otras tres presuntamente machos porque nunca han sido vistas poniendo huevos y, más importante, siempre persiguen a la hembra. Pero en ocasiones hemos visto que los machos a veces están confundidos. Cosas de la naturaleza.

fahirsch dijo...

Por otro lado enojarse con un religioso [de la religión que fuera] por sus dichos sobre sexo es perder el tiempo. Si los católicos argentinos le hicieran caso a la Iglesia, la población argentina sería varias veces la actual. Tampoco habría divorcio, ni casamientos civil, ni con personas de otras religiones.
Más me preocupa la no separación de la Iglesia y del Estado que ha permitido que durante décadas no hubiera divorcio, que permite la educación religiosa como mandamiento constitucional en Salta, que llevó a Isabelita a prohibir la exhibición de profilácticos, a poner crucifijos en despachos de jueces, etc., etc.

Alberto Bovino dijo...

Tenés mucha razón en lo que decís. El problema es que en el medio de sus opiniones medievales contrabandean "mandatos" de la ley natural que pueden causar mucho daño, tales como su campaña anti-preservativo.

Y hay algo que me subleva cuando hablan de la ley natural. El sexo es parte de nuestra naturaleza, no algo contrario a ella. Lo antinatural, en todo caso, es el celibato. Me parece muy extraño, además, que se obsesionen tanto con la masturbación y nada digan de las prácticas pedófilas, que sí son conductas gravemente dañinas y peligrosas.

Saludos,

AB

estudiandoderecho dijo...

Yo no veo nada de malo en que difunda sus creencias. De hecho, creo que es uno de los contenidos del aspecto externo de la libertad religiosa del artículo 14 de la Constitución Nacional.
Me pregunto lo siguiente: si, de acuerdo con su postura, difundir la creencia en que el uso del preservativo es contrario a las leyes de Dios es un acto criminal, ¿lo es también difundir la creencia en que las transfusiones de sangre convierten al hombre en impuro a los ojos de Dios?
Pensemos incluso en que el culto católico apostólico romano cuenta con el sacramento de la confesión, mediante el cual se consigue el perdón de los pecados, y por ello usar preservativo, en caso de que se considerara pecado, sería perdonado por Dios. En cambio, tener sangre que estuvo fuera del cuerpo sería algo permanente, que a uno lo seguiría por el resto de su vida.
Es decir, la coacción es mucho mayor en el caso de los testigos de Jehová.
¿Si un testigo de Jehová durante la madrugada de un sábado recorre 15 casas y evangeliza a 45 personas, a quienes las convence del valor de no aceptar transfusiones de sangre, comete un acto criminal?
Aceptar algo así sería contrario al derecho a la libertad religiosa, reconocida en nuestra Constitución Nacional.
Permítame pensar, doctor, que este texto es producto de su intolerancia hacia el culto católico. ¿Cómo puede ser que una señora que vende discos falsificados le parezca un delito insignificante y la carta de un ordenado difundiendo los juicios de valor propios de su religión sea un acto "criminal"?

Alberto Bovino dijo...

El problema no es que difunda su creencia religiosa. El gran problema es cuando, afirmando falsedades, dicen que el preservativo no es útil para prevenir enfermedades de transmisión sexual, con especial referencia a la transmisión del VIH. Que diga que es pecado es criticable, pero allá él. Y cuando digo “criminal”, no digo que es un hecho punible que deba ser perseguido penalmente. Pretendo señalar que esos dichos trascienden y pueden producir graves consecuencias sobre la salud y la vida de muchas personas. De hecho, afirmé que la misma intervención del INADI me parecía inapropiada.

El ejemplo de la evangelización de las 45 personas es absurdo, jamás dije algo que permitiera pensar que podría defender algo semejante.

Parte de la libertad religiosa que usted cita incluye, entre otras cuestiones, expresar mis opiniones sobre la moral de las religiones, como lo estoy haciendo, y como lo hice en esta nota. Su argumento sobre la confesión, además, me resulta incomprensible.

Finalmente, el caso de la señora resulta por completo ajeno a esta discusión. Y sí, me parece un hecho insignificante. ¿Por qué no se ocupan de delitos graves? Eso es un desperdicio de los recursos del Estado, escasos y siempre limitados.

Agradezco su comentario. Saludos,

AB