1
El ministro de justicia Germán Garavano tiene muy en claro lo que no
puede hacer. Sin embargo, sale al ruedo público a meter presión sobre el
ministerio público y sobre el poder judicial.
Mientras afirma que “el buen juez es aquel
que tiene equilibrio para resolver sin presiones, ni de la opinión pública, ni
del gobierno de turno, ni de una empresa”, mete presión haciendo referencia a
casos concretos, tales como el de la ex presidente Cristina F. de Kirchner. ¿No registra, acaso, que él no
es un opinator ocasional, sino un
ministro del PEN? (ver nota).
Los mensajes que tira hacia las fuerzas
judiciales federales son claros. Dice, al mismo tiempo, que “nunca es bueno”
que un ex presidente quede preso, que el país está “pagando los costos de la fiesta”,
que no se “justifica avanzar de modos alocados o políticos”, que hay que
“rápidamente elevarlos a juicio oral”, que “no hay que apresurar reacciones”,
que hay que ser “prudentes y no sobreactuar”, todo ello en referencia a las
causas de Cristina Kirchner. Es
decir, sigan adelante pero bajen un cambio...
Cuando se le pregunta si no hay
“oportunismo político” por el hecho de que los mismos jueces que jamás
investigaron nada de repente aceleran el tratamiento de los casos de corrupción,
contesta que “el desafío es ver si estamos ante una reacción o un cambio”
Claro, el macrismo, de modo repentino, tiene poder “resocializador” de jueces
federales que hace años o décadas que integran las fuerzas judiciales... (ver nota).
Maravilloso su mensaje, dos golpes de un solo tiro. Al mismo tiempo, su
interrogante presupone: 1) que las últimas aceleradas de las fuerzas judiciales
son jurídicamente correctas; y 2) que estos mismos jueces que jamás
investigaron podrían “resocializarse” y hacer las cosas bien en esta “segunda
oportunidad”. La “segunda oportunidad”, sin embargo, parece dada exclusivamente
por el ministro, ¿de dónde surge su facultad de dar nuevas oportunidades a los
miembros de las fuerzas judiciales? ¿Y para que sirve, si no para alinear
jueces al “cambio”?
2
Sus dichos sobre las detenciones son,
también, bastante insólitos: “Las detenciones en nuestro sistema son subutilizadas,
lamentablemente para las víctimas de los delitos... pero tampoco las
sobreutilicemos porque lo pide una mayoría circunstancial”. Nuevamente, ¿por
qué el ministro de justicia habla de la detención preventiva en referencia a un
caso concreto? El hecho de que estemos de acuerdo o no con lo que está pidiendo
para ese caso es irrelevante, el problema es, precisamente, que pida algo.
Sus opiniones en materia de detención
preventiva que las canalice al hablar de la futura reforma judicial que ha
prometido, no al mencionar casos concretos que, por otra parte, no tiene por
qué analizar indicándole a los jueces cómo deben actuar.
Afirmar, por otro lado, que las fuerzas
judiciales “subutilizan” la detención preventiva es una barbaridad, teniendo en
cuenta que la tasa de detenidos sin condena firme debe ser superior al 50 % en
nuestro país, y mayor aun en el sistema penitenciario federal con 57 % (datos de 2013).
Si su afirmación hacía referencia al uso de
la pena privativa de libertad en calidad de condena, también es una barbaridad.
En tal caso, Garavano estaría
proponiendo mayor cantidad de penas privativas de libertad de cumplimiento
efectivo, o mayor índice de condenas, al mismo tiempo que tolera que más del 50
% de las personas sospechadas de la comisión de un delito sean efectivamente
detenidas.
De cualquier manera, el ministro de
justicia no tiene por qué hacerle saber a los jueces federales su opinión sobre
lo que debe hacerse en un caso concreto, ni sugerir que esos jueces, o la
procuradora general, u otros jueces, “den un paso al costado”, ni acordar con
el presidente de la Corte cómo poner en funciones a jueces designados en
comisión, etcétera. ¿Será que Garavano
no sabe estas cosas?
2 comentarios:
si no te gusta, hace un partido, gana las elecciones y pone un ministro de justicia como anibal fernandez o como slokar.
Anónimo de las 11:58
Ese comentario, tal como hizo alguna vez CFK, es de lo más autoritario aunque quiera ocultarse esa actitud. La democracia no funciona así, los ciudadanos tenemos otras opciones de control que no sea "hagan un partido y ganen las elecciones...". Hay que analizar las cosas que decimos porque así no deberían ser.
Gracias
Saludos
Antonio
Publicar un comentario