Hace diez años, en la madrugada del 13 de junio, el agente Tarditti de la PFA disparó por la
espalda a Lisandro Barrau y lo
mató.
Lisandro conducía una moto y en la esquina de Bonpland y Guatemala,
dos agentes policiales intentaron que la moto se detuviera. Como no se detuvo,
el agente Tarditti, que ya había
desenfundado su arma, disparó a una zona vital de la espalda del joven Lisandro
Barrau y causó su muerte.
Según declararon los policías, intentaron detener a Lisandro porque
él “no llevaba casco”. Pero eso es falso. Hacía rato que venían controlando la
moto porque un sábado a la noche, “sospechosamente” andaba dando vueltas por
Palermo Soho, Hollywood o como se llame. Antes de eso, el mismo Tarditti había detenido y requisado al
amigo de Lisandro, por ser “sospechoso” de salir de un bar e ingresar a otro
que estaba muy cerca un sábado a la noche. ¿Sospechoso de qué?
Curiosamente, el agente le preguntó al amigo “sospechoso” si conocía a quien
conducía la moto.
Ese mismo día se inició la causa contra Tarditti, quien, luego de su indagatoria fue procesado por
homicidio doloso agravado por haber sido cometido por un agente policial en
ejercicio de sus funciones. A partir de allí, el fiscal de instrucción, la
querella, el juez de instrucción, la sala de la Cámara de Apelaciones, el
fiscal de Cámara, el fiscal de juicio y los tres miembros del tribunal de
juicio coincidieron en mantener y condenar por esa calificación.
Pero Catucci y Bisordi, en un fallo vergonzoso,
intentaron salvar a Tarditti
cerrando el caso y calificando el hecho como homicidio culposo. Después de
acudir a la Corte Suprema, logramos que se anulara esa decisión y que se
resolviera nuevamente el recurso de casación de la defensa.
El recurso, que debería haber confirmado la primera sentencia, terminó
en un reenvío a nuevo juicio. El juicio comenzó, finalmente, el 22 de noviembre
de 2012. La inmensa demora en la realización del segundo juicio se la debemos a
Catucci & Bisordi S.A.
El 22 de marzo de 2013 la querella presentó sus alegatos (se pueden
ver aquí).
Personalmente, creo que en el segundo juicio nos había ido mejor
que en el primero, y la condena se presagiaba como condenatoria. Pero ahí fue
el tribunal de juicio quien protegió a Tarditti,
y volvió a discutir el carácter de homicidio culposo del hecho, y así condenó.
Para colmo de males, el culposo estaba prescripto y Tarditti salió libre.
El 16 de abril de 2013, tras casi 9 años de espera, la familia Barrau debió sufrir nuevamente la
arbitrariedad de la injusticia, debió pagar con su dolor las negligencias, las
resoluciones irracionales, las decisiones de mala fe, y la protección a la
violencia estatal respecto de las cuales la justicia fue la exclusiva
responsable.
La última resolución judicial que la familia Barrau toleró fue la dictada por ese
tribunal de juicio, en la cual los jueces Grieben
y Decaria, con total desvergüenza,
se colocaron, una vez más en este caso, del lado de la violencia estatal. El tercer juez fue Adrián Martín
quien redactó una digna y fundada disidencia.
Hoy, a diez años de ese asesinato, acompañamos a Elba, a Felicitas
y a Manuel, y recordamos a Lisandro, ese joven a quien no pudimos conocer, y
cuya muerte la justicia se negó a repudiar.
Y recordamos especialmente que en esos nueve años de injusticia y
arbitrariedad, la Sra. Elba Barrau
fue un ejemplo de entereza, integridad y paciencia que, además, confió en esa
justicia que se negó a proteger sus derechos y los de su hijo Lisandro, otra
víctima de la violencia estatal.
Porque la Sra. Elba Barrau es una verdadera Señora que no necesita que la llamen
“Doctora” para reconocerle su tremenda dignidad.
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