Ayer hubiera cumplido 24 años. Quedó inconclusa su vida, ¿no? Como todos los dibujos que hacía en sus cuadernos, en la pared, en libros. Porque a Mariano le gustaba dibujar mucho, pero dejaba todo sus dibujos sin terminar, abiertos, con espacios en blanco. Espacios blancos como los que me quedan a mí alrededor. Ese es el espacio que ocupaba él, a mi lado. Está lleno de recuerdos y parece chiquito, pero puede llenar un libro. Lo que pasa es que el blanco también es una parte del dibujo. Había dudas en ese dibujo de trazo tembloroso y vital, hecho rápidamente (y vivió rápido Mariano. A los 15 años militaba para que no desalojen una fábrica, a los 21 vivía en pareja con una novia). Las dudas las dejó acá. Las tienen mi vieja, mi viejo, mis hermanas, las tengo yo. ¿Se iba a casar? El fue testigo de mi casamiento y amaba profundamente a mi mujer. Quizá me imitaba en eso también, como cuando empezó a militar en el PO. ¿Iba a tener hijos? No lo sé, aunque hubiera sido un excelente tío, porque le encantaba jugar y tenía la frescura de un niño. Pero tengo más preguntas. ¿Estaría orgulloso de mí? ¿O tal vez, como sugieren algunos medios malintencionados, se indignaría ante mi militancia actual? ¿Creería un poquito más en la Justicia? ¿Lo tranquilizaría que Pedraza quede preso? ¿Se sentiría honrado de que una plaza llena coree su nombre y pida justicia? ¿Sería feliz sabiendo que su familia tiene una foto suya enmarcada riendo tan lindo con un megáfono en la mano? Son dudas que no van a tener respuesta. Por lo menos la respuesta de Mariano. Yo estoy tranquilo pensando que me respondería que sí a todo. Como cuando viene en un sueño y me cuenta cosas nuevas, hasta que me doy cuenta de que el que lo dice soy yo, y él desaparece de nuevo. Antes de que se vaya soy feliz. Feliz como cuando me hizo un retrato fumando pipa. Ese le salió completito, sin lugares en blanco, perfecto. Se ve que ahí no había dudas y que estaba seguro de nuestro vínculo, de que nuestra hermandad sería para siempre y trascendería la muerte. Ahora todos dibujan a Mariano y esta Ciudad de Buenos Aires lo tiene en muchos murales. Está tan lejos, pero tan cerca. A unas cuadras de mi casa, en una pared. Me sonríe y yo lo extraño.
* Publicado en Página/12
No hay comentarios.:
Publicar un comentario