I
La "accesibilidad" es un estado de cosas
necesario para el ejercicio de los derechos en igualdad de oportunidades de
todas las personas. La manera en que ese estado de cosas se organiza, cuando
solo se tiene en cuenta a una persona "estándar", sin embargo,
significa barreras para las demás fuera de ese estándar.
La Convención sobre
los derechos de las personas con discapacidad de Naciones Unidas
(24/1/2007) impone a los Estados partes el deber de asegurarnos a todos los
habitantes, entre otras cosas, el acceso
a nuestro entorno físico, tanto en zonas urbanas como rurales:
Artículo
9. Accesibilidad
1. A fin de que las personas con
discapacidad puedan vivir en forma independiente y participar plenamente en
todos los aspectos de la vida, los Estados Partes adoptarán medidas pertinentes
para asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en igualdad de
condiciones con las demás, al entorno físico, el transporte, la información y
las comunicaciones, incluidos los sistemas y las tecnologías de la información
y las comunicaciones, y a otros servicios e instalaciones abiertos al público o
de uso público, tanto en zonas urbanas como rurales. Estas medidas, que
incluirán la identificación y eliminación de obstáculos y barreras de acceso,
se aplicarán, entre otras cosas, a:
a) Los edificios, las vías públicas, el
transporte y otras instalaciones exteriores e interiores como escuelas, viviendas,
instalaciones médicas y lugares de trabajo;
En el caso de las personas que se trasladan en silla de
ruedas o scooters eléctricos para discapacitados, o de personas que llevan
cochecitos con bebés, esa obligación internacional exige la construcción y
mantenimiento de rampas y veredas en buen estado.
Sin embargo, el estado de veredas y rampas en la ciudad
de Buenos Aires es "caótico",
según la Coordinadora de políticas públicas de la Fundación Rumbos, María
Rodríguez Romero. El estado de cosas no solo genera graves obstáculos de
accesibilidad, sino peligro para nuestra integridad física. Agregó:
Desde personas en sillas de ruedas a las que se
les traban las ruedas y personas que sufren fracturas de muñecas, tobillos y
caderas que muchas veces requieren operaciones y varios meses de tratamiento de
rehabilitación.
II
El gobierno de la ciudad, al mismo tiempo, parece estar
hablando de otro país. Aparentemente, el gobierno piensa que la
construcción de rampas, en sí misma, hace que la ciudad sea 100 % accesible.
Deja en el camino, para ello, dos cuestiones fundamentales: a) si las rampas
están hechas de cualquier manera, no sirven; y b) aun con las rampas perfectas,
no se garantiza nada si las veredas impiden circular a las personas.
Con
esta falsa percepción del problema, el gobierno local se felicita a sí mismo
mencionando exclusivamente la cantidad
de rampas construidas. En la página oficial
de la ciudad se puede leer:
La Ciudad,
accesible para todos: construimos 1.745 rampas
Es el resultado del trabajo de los
primeros cinco meses del año. Nos comprometimos a que en 2018 el 100 % de las esquinas de la Ciudad cuenten con
rampas para que Buenos Aires sea transitable para todos sus vecinos.
Pues
bien, el grave problema consiste en que muchas rampas están mal hechas y,
además, en que el estado de las veredas es lamentable y peligroso para el
peatón (entendemos por peatón a toda persona que se traslada por el espacio
público caminando o rodando). Es decir que mientras las páginas del gobierno de
la ciudad hablan de 100 % de accesibilidad, la realidad es muy diferente.
Y
en el tema solo referido a las veredas, el gobierno local lo sabe muy bien,
pues la cantidad de reclamos de los habitantes es altísima. En los primeros 7
meses de 2017 hubo 22.395, es decir, un promedio de 106 reclamos diarios.
“Esta problemática afecta
a todos los peatones, pero especialmente a personas ciegas y con movilidad
reducida, mujeres embarazadas, niños y ancianos. Un estudio del Hospital
Italiano, realizado entre 2009 y 2017, muestra que de 515 adultos
mayores evaluados que sufrieron caídas, más de la mitad lo hizo luego de
tropezar en la vereda. Las caídas producen lesiones, muchas veces
discapacitantes, y como secuela pueden llevar al aislamiento e incluso a la
muerte”, explicó Cecilia García Rizzo, encargada de la Coordinación
General y Comunicación de la Fundación (ver).
-->
Estas
estadísticas parecen no interesar mucho a las autoridades. Ante esta situación,
el gobierno de la CABA sigue afirmando que vivimos en un mundo completamente
accesible.
III
Nuestro
derecho establece que el estado general de las veredas es responsabilidad del
frentista, quien debe respetar ciertos estándares. Es decir que si las baldosas
están flojas o rotas por su uso normal, responde quien ocupa el inmueble donde
está ese tramo de vereda.
Si
se trata de veredas rotas por una empresa de servicios, esa empresa tiene la
obligación de cerrar el lugar en el que se trabajó y dejar la vereda en buen
estado. Cuando las veredas están rotas debido al crecimiento de las raíces de
un árbol, el responsable de arreglar esa vereda es el gobierno municipal (ver).
Sin
embargo, ninguno de estos responsables directos ha demostrado mucha
preocupación por el cuidado de las veredas. Con lo cual no se comprende por qué
razón no se modificó este sistema cuando se modificaron los Códigos de
Edificación y Urbanístico. Ambas leyes, además, fueron muy cuestionadas por
asociaciones dedicadas a la cuestión de la accesibilidad (ver nota de Marcelo
Betti —Asociación Redi— y Eduardo Joly —Fundación Rumbos—).
En
verdad, el responsable, desde el punto de vista del derecho constitucional y
del derecho internacional, es el Estado, que tiene el deber convencional de "asegurar el acceso de las personas con
discapacidad... al entorno físico... y a otros servicios e instalaciones
abiertos al público o de uso público, tanto en zonas urbanas como rurales"
(Convención sobre los derechos de las personas con
discapacidad, art. 9).
Ese deber debe ser garantizado por el gobierno, más allá del
régimen que establezca el derecho interno, como, por ej., la delegación del
cumplimiento en empresas o particulares. Es decir que frente al incumplimiento
de las empresas de servicios o los particulares, el gobierno debe actuar para
asegurar el ejercicio de nuestros derechos.
Sin
embargo, pareciera que no se hace nada, pues rampas y veredas están en
terribles condiciones. Por este motivo, la Defensoría del Pueblo de la ciudad,
en 2017 intimó a Edesur y al gobierno porteño a reparar las veredas que ellos
mismos rompen.
La Defensoría del Pueblo porteña intimó a la empresa Edesur a que
repare todas las veredas rotas por la realización de obras de mantenimiento, y
advirtió que el Gobierno de la Ciudad de Buenos es el responsable de “mantener
en perfecto estado de conservación y mantenimiento las veredas y calles de la ciudad”,
lo cual implica controlar que las empresas dejen en condiciones las veredas
luego de realizar las obras.
Durante
2017, del total de reclamos ante la Defensoría por el estado de las veredas
debido a las empresas de servicio, el 65 % fueron contra Edesur, 17 % contra Metrogas, y el resto contra Aysa,
Edenor, Telecom y Telefónica (ver).
Es
decir que los incumplimientos de Edesur forman parte de una política de la
empresa tolerada por el gobierno. Nada parece haber cambiado mucho. Seguimos
teniendo que andar en veredas y rampas deshechas. Ello no solo significa que
las empresas hacen lo que les viene en gana, sino que el gobierno de la ciudad
es cómplice de este estado de cosas.
Pero
es injusto decir que no hace nada. En efecto, el gobierno de la ciudad ha
incrementado el presupuesto en los años 2018 y 2019. En junio de 2017 fue
creada la Subsecretaría de Vías Peatonales que dirigía Clara Muzzio, y que contaba
con 4 direcciones generales, 10
gerencias y 18 subgerencias (¡in
your face, subtrenmetrocleta!). ¿Les habrán dado algún teléfono para poder
llamar a Edesur?
Uno
se preguntará por qué tanto dinero en arreglar veredas. Y Muzzio respondió a
Clarín:
Las empresas están rompiendo la Ciudad con sus
trabajos bajo tierra, y las veredas rotas son uno de los reclamos más repetidos
entre los vecinos. Lo presupuestado responde a la decisión de invertir en el
espacio público. Nos parece importante mantenerlas seguras y accesibles.
Resultaría
gracioso si no fuera trágico. Sra. Subsecretaria, ¿y quién autoriza a las
empresas a romper todo? ¿La oposición? Debe haber trabajado muy bien, ya que la
ascendieron a ministra de Espacio público e higiene urbana...
También
nos podemos enterar de que vivimos cada día mejor si atendemos a los dichos de
Eduardo Macchiavelli, el ex ministro de Ambiente y Espacio Público de la ciudad.
Este buen señor dijo, durante su gestión (5/11/2018):
Uno de los dos ejes de nuestra gestión es tener
una ciudad cada vez más humana. La concebimos a escala de los peatones, que son los
auténticos protagonistas del espacio público. Este año
iniciamos un cambio que llevará tiempo pero que era necesario, el arreglo de
las veredas rotas de la Ciudad.
...
Así los peatones se convirtieron en los
auténticos protagonistas del espacio público. Hoy, si caminamos por el Microcentro,
por la zona de Tribunales o por las nuevas veredas de Once y Retiro, todo se
percibe amigable y da la sensación de que siempre estuvo ordenado, pero no fue
así, costó tiempo y mucho trabajo de transformación.
¿De
qué está hablando? ¿Las veredas de Retiro? ¿Dónde vivo? ¿No es Retiro? ¿Me
estás jodiendo? Me gustaría que tuviera
que andar un mes en silla de ruedas a ver qué opina de lo amigable que son las
veredas y rampas de Retiro.
IV
Téngase
en cuenta que la dificultad o imposibilidad para circular por el espacio
público afecta directamente el ejercicio de otros derechos fundamentales o
humanos (estudiar, trabajar, ir al
médico, tener vida social, entretenerse, y mil otros etcéteras).
Considérese,
además, que la presencia de un solo obstáculo nos impedirá por completo el paso
hacia donde queremos llegar. Hace dos años, durante tres meses solo me pude
mover en silla de ruedas. Dado que la rampa que había en la planta baja del
edificio donde vivía estaba mal hecha, solo podía utilizarla si estaba
acompañado. Esa circunstancia me
impedía salir a la calle si estaba solo. De allí la importancia del buen estado
de rampas y veredas.
Veamos
ahora los datos obtenidos por el relevamiento realizado por la Fundación Rumbos
entre abril y junio de 2017. Se relevaron 1.008
frentes ubicados en 114
cuadras de las Comunas 5, 6 y 13 de la CABA. Algunos resultados:
Como
surge a simple vista, la mayoría de rampas y veredas tienen problemas que
condicionan gravemente la accesibilidad. En una entrevista, María Rodríguez
Romero, coordinadora de políticas públicas de Fundación Rumbos (12/2018) dijo,
comentando el relevamiento:
Y el otro tema que encontramos es que 7 de cada 10 rampas de esquina
—o vados—, también tienen problemas,
porque están rotas... [o por varios motivos]. Otra cosa que fue impresionante
de encontrar fue rampas nuevas con
escalones, con un desnivel de 5 a 7 centímetros. O sea que una rampa
con escalón, es algo que es insólito.
Esto está fuera de normativa, porque la ley 962, dice que, como mucho, tiene
que haber un centímetro de desnivel.
Sí,
queridos lectores, un auténtico invento argentino, como la birome y el dulce de
leche: la rampa con escalón.
El
relevamiento realizado por la fundación Rumbos no hace más que confirmar lo que
vemos a diario en esta ciudad. De todas maneras, los caminantes no logran
apreciar las limitaciones que esto representa para las personas con movilidad
reducida.
Los
caminantes utilizan sus pies de manera inconsciente para mantener el equilibrio,
adptándose a las irregularidades del suelo. Además, cuando hay mucho tránsito
peatonal y se torna difícil avanzar derecho en la misma dirección, acomodan su
andar para esquivar los obstáculos que aparecen en su camino (otros peatones,
un árbol, baldosas flojas, un pozo, etc.) sin mayor dificultad.
La
persona en silla de ruedas, en cambio, necesita un espacio más ancho para avanzar
y, además, las pendientes de las veredas y otros espacios públicos les exigen
un esfuerzo mayor. Cuando la vereda tiene problemas como los señalados (tapas
de servicio, roturas por obras o baldosas en mal estado), no podemos avanzar
esquivándolos con gracia y elegancia. Si la vereda presenta problemas, debemos
avanzar derecho sin posibilidad de esquivarlos. Y en una silla de ruedas, la
amortiguación reside en los dos cachetes de tus posaderas, así que imagínense..
V
Veamos
rápidamente algunas de las "amigables" veredas de Retiro, que es por
donde circulo generalmente en un carrito eléctrico y en ocasiones caminando (el
carrito tiene mucho más autonomía que yo).
•
Vean, por ejemplo, esta "rampa". En realidad, no hay rampa porque no
es necesaria, ya que cuando la esquina está rodeada de esas puntas metálicas, la vereda está al mismo
nivel que la calzada.
El
problema es que entre la fuente, los monopatines, el poste de luz y las motos,
se hace difícil pasar... Y esto no está en alguna esquina ignota de la ciudad.
Está justo frente al Palacio San Martín (Cancillería).
•
Las veredas en mal estado. Uno de los graves problemas que más nos complican la
vida. Las veredas pueden tener pozos categoría semipiso con dependencias, como
el que se muestra en la foto siguiente. Pueden ocupar más de la mitad de la
vereda, cerrando prácticamente el paso.
•
Una versión extrema de los baches categoría "semipiso con
dependencia" se puede encontrar en las calles peatonales. Y es cuando los
obstáculos para pasar se extienden por todo lo ancho de la calle, como sucede
en la esquina de Florida y Paraguay. Es decir, ¡en Florida y Paraguay! Toda la
vereda rota...
•
Las rampas mal hechas. En estos casos, la rampa no puede usarse regularmente.
Es lo que sucede en la esquina de la Plaza San Martín que está en Av.
Libertador y San Martín (y en muchas más). La altura del borde inferior de la
rampa, en ese sentido, es apenas menor que la del cordón de la vereda.
Por
ese motivo, pude pasar la rampa en sentido norte-sur, pero con el carrito
sufriendo un duro golpe. En sentido contrario, en cambio, el carrito choca con
el borde de la rampa y no puede subirla. La situación se agrava por el hecho de
que las rampas más cercanas a esa esquina están muy lejos.
•
Las rampas en "V". Son rampas que tienen una bajada en pendiente,
acompañada por su consiguiente subida en la calzada. El problema de estas
rampas consiste en que —sea en silla de ruedas o en un scooter— te ves obligado
a acelerar para poder subir esa pendiente, con lo cual corrés el riesgo de
llevarte por delante algún peatón.
•
Las tapas metálicas desniveladas o rotas de los servicios abundan. En cada
cuadra hay numerosas tapas. El estudio realizado por la Fundación Rumbos muestra
la gran cantidad de tapas que estaban por debajo o por encima del nivel de la
vereda.
Resulta
prácticamente imposible recorrer más de 20 o 30 metros por las veredas sin
toparse con algunos de estos problemas. El traslado se complica aun más cuando
se trata de veredas angostas —que abundan en esta zona—. En muchas ocasiones te
ves obligado a volver por donde viniste y retomar por la vereda de enfrente o encontrar
un camino alternativo.
La
única manera de verificar que la ciudad sea accesible consiste en conocer la
opinión de quienes circulamos por ella, como también de las asociaciones
civiles que se dedican a ese tema. Imaginen cómo se puede sentir quien sufre
estos obstáculos cuando lee en la página de la ciudad que algún funcionario
irresponsable se ufana de un 100 % de accesibilidad que no es tal.
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Las vereditas de Retiro