La nota
Viernes, 7 de la mañana. Por algo que leí en Twitter
caigo en Infobae, y cuando estaba por cerrar la ventana, el título de una nota
llamó mi atención: Después de los cuadernos. Voy a la nota y comienzo
a leer. El primer párrafo ya me hace ruido.
El caso
de los cuadernos, globalmente considerado, presenta importantes
complejidades jurídicas, incluso más en materia civil que
penal. Es que no sólo se trata de condenar a los culpables de los eventuales
delitos, sino también resolver la suerte de los contratos y definir otros
efectos patrimoniales derivados de aquellos.
Sin embargo, me animo a seguir leyendo por eso
de las "complejidades jurídicas".
En lo
penal, recordemos que el juez se encuentra recolectando pruebas, y, con base en
ellas, definiendo el grado de sospecha (sólo eso) que puede pesar sobre cada
uno de los imputados ("procesamiento" o sometimiento al proceso
penal) con o sin prisión preventiva, según los casos. Después vendrá el juicio
propiamente dicho, y recién allí la sentencia, siempre sujeta a apelación. Para
llegar a una sentencia firme de condena falta mucho tiempo (¿dos o tres años?),
mientras tanto todos y cada uno de los imputados tienen derecho a la presunción
de inocencia (art. 8.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos, con
jerarquía constitucional, y art. 18 de la Constitución). Estos principios son
los que nos permiten vivir en un país civilizado y respetuoso de la libertad de
todos.
El
segundo párrafo me hace pensar que quien escribe parece un juez, uno muy cínico,
y de algún fuero extraño al derecho penal. Releo ese párrafo y luego continúo leyendo
hasta llegar al final. De ese párrafo en adelante, el autor de la nota se
dedica al "grave problema" de la validez de los contratos vinculados
a las coimas que son objeto de la causa penal.
Todo un ex ministro
Al
final se aclara que el autor de la nota ha sido juez de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación. El dato me sorprendió. Vuelvo al principio para saber de
quién se trataba. Cuando leí "Rodolfo barra" entendí.
Si
hasta el diario "La Nación" lo corre por izquierda cuando menciona algunos de sus grandes éxitos:
Hasta ese momento, de la gestión pública de Barra
habían quedado ciertos hitos inolvidables.
Como ministro había intentado aplicar la ley
mordaza contra el periodismo, que proponía aumentar las penas por calumnias e injurias;
la ley anticorrupción, que prohibía publicar las declaraciones juradas de
bienes de los funcionarios, y una ley que permitía a la policía requisar y
secuestrar elementos sin autorización judicial.
Regresando
al segundo párrafo de la nota, no se puede creer que escriba que lo que está
haciendo el juez de la causa de las fotocopias significa que "solo" está
investigando, para cerrar la frase señalando como al pasar que se están
dictando los procesamientos "con o sin prisión preventiva, según los
casos".
Agrega
que faltan años para obtener sentencia firme, y en un razonamiento tan propio
de los jueces, aclara con firmeza que "mientras tanto, todos y cada uno de
los imputados tienen derecho a la presunción de inocencia". Me resulta
francamente admirable esa fe de los jueces en el poder de la palabra. Suelen aclarar
en sus resoluciones que las medidas adoptadas no vulneran los derechos de una
de las partes cuando efectivamente lo hacen. Como si fuera posible deshacer lo
que se hizo limitándose a decir que no se ha hecho.
La
última frase del párrafo citado es sublimemente cínica cuando menciona que
vivimos en un país "civilizado y respetuoso de la libertad de todos".
¿En serio cree que cuando se aplica el encarcelamiento preventivo se respeta
sin problemas el principio de inocencia? ¿En serio cree que el encarcelado
preventivamente siente que el Estado está respetando su derecho a la libertad?
El
hecho de que Rodolfo Barra haya sido juez de la Corte Suprema es una de las
tantas manifestaciones de la degradación de nuestro poder judicial.
Total normalidad
Pero
la mayoría automática de la Corte menemista pasa a ser una simple anécdota
comparada con las prácticas actuales de los federales de Comodoro 3,14.
Lo más
grave del estado de degradación actual de la justicia penal federal de Comodoro
3,14 es, lamentablemente, que el paisaje de arrepentidos, fotocopias, prisiones
preventivas como mecanismo de apriete institucional del adversario político,
con el transcurso del tiempo, se está "naturalizando".
En
efecto, las arbitrariedades de los jueces federales en la persecución penal de
ex funcionarios kirchneristas han resistido las impugnaciones de la defensa y solo preocupan a sus simpatizantes políticos. Que quede claro, el hecho de que esas personas
sean o no culpables es un dato que debe ser irrelevante para el derecho. No se
trata de eso. Se trata de comprender que la persecución penal —especialmente en
casos de corrupción— de estos y cualquier imputado solo puede realizarse
respetando principios básicos del Estado de derecho.
Si
jueces y fiscales admiten, toleran o incentivan actividad procesal irregular
están actuando para los titulares del día, en lugar de blindar el caso contra
futuras impugnaciones. No solo deben respetar los derechos de los imputados
porque eso es lo correcto, sino, además, con un fin eminentemente práctico: que
las eventuales condenas resistan las futuras impugnaciones de la defensa.
Las
dificultades de los casos de corrupción no consisten en complejidades propias
de ese tipo de casos. Los delitos de corrupción dependen, en gran medida, de
factores como la falta de voluntad persecutoria real, la vigencia de reglas
procesales obsoletas, la falta de capacitación de jueces y fiscales para llevar
a cabo y controlar la persecución penal de estos hechos, las prácticas de todos
los operadores de la justicia penal.
En
este contexto, la aplicación discrecional de leyes como la del arrepentido y,
especialmente, del encarcelamiento preventivo, no solo es innecesaria sino,
además, peligrosa para los derechos de las personas sometidas a persecución
penal.
Los
federales de Comodoro 3,14 están desbocados y su arbitrariedad se está naturalizando.
Hasta ahora, ninguna de las causas contra funcionarios del gobierno anterior
parece tener algún tipo de solución en el futuro cercano. Y todos parecemos
aceptarlo. Eso es lo terrible...
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