El tercer día
Lunes, 10 de la
mañana, prácticamente es el último día de testigos de la fiscalía. Solo restan
martes y miércoles, con dos testigos de la acusación, un testigo común y trece
testigos de la defensa. Ha sido un mal día para Muñoz.
El primer testigo fue
el comisario inspector Mustacio C. Ávila,
coordinador de tránsito de Neuquén. Declaró que luego de enterado de los
hechos, fue a su oficina y allí entrevistó a Muñoz,
que estaba acompañado por su “concubina”. Recordaba que tenía “mucho olor a
pucho” y lo percibió ebrio.
Cuando él le preguntó a Muñoz
“¿Chocaste con un auto?”, él le respondió que sí. Entonces su pareja lo
corrigió
—No, con un árbol…
Luego de lo cual Muñoz aclaró que había chocado con un
árbol. El testigo dijo que no le interesaba que Muñoz
hubiera llamado a Liria y a Zavalla (en ese momento jefe y subjefe
de la policía provincial, respectivamente). Hizo que llevaran los dos autos a
la comisaría y señaló que todo había quedado filmado en las cámaras de
seguridad del destacamento. Cuando el defensor le preguntó por qué aseguraba
que estaba ebrio, respondió que sabía de ebriedad por sus 20 años de
experiencia y por haber convivido con un padre alcohólico. Aquí se aplica la
regla de que en un juicio no debés preguntar si no conocés la respuesta.
A continuación declaró
Daniel Asselborn, el oficial
superior de Zenteno. Dijo que Muñoz tenía aliento etílico y que tenía
dificultades para hablar por el alcohol. Coto
le preguntó si estaba seguro del aliento etílico, y dijo que sí, que después de
que Muñoz saliera de su despacho
debió abrir la ventanas.
El tercero fue Sergio Llaytuqueo, detective investigador
policial, que trabaja en investigación de delitos complejos. Se ocupó de
analizar las llamadas de los dos teléfonos móviles del juez ocurridas desde las
13 a las 24 del día del hecho. Se determinó que a partir de las 19:07 realizó
diversas llamadas. Varias llamadas a su pareja, una al 0800 de la compañía de
seguros, una a su abogado Imaz, a
la Asociación de magistrados de Neuquén, a Liria,
a Zavalla, a Guillermo Elías. Agregó que entre las 18 y las
20:40 realizó 16 conexiones a través de su teléfono (se entiende por “conexión”
el uso de alguna aplicación del teléfono, tal como usar el navegador de
internet, enviar un audio por whatsapp,
etc.). Finalmente, preguntado por la defensa señaló que Muñoz le merecía buen concepto.
Siguió Adolfo R. Liria, policía retirado que era el jefe
de la policía provincial al momento del hecho. Recibió una llamada de Muñoz después de las 19, le contó sobre
el choque y le pidió “que viera su situación”. Interrogado por la defensa,
señaló que el juez es un funcionario muy comprometido con su trabajo y que da
“respuestas rápidas”.
Luego le tocó a
Dalmiro Zavalla, también retirado,
que fuera subjefe policial provincial al momento del hecho. También recibió una
llamada del juez, quien luego de decirle que estaba con “los muchachos de la
46”, le pidió “que no trascendiera”. Señaló que Muñoz
le merece excelente concepto.
El testigo estrella
resultó el Dr. Máximo Zimerman,
que echó serias dudas sobre el accidente isquémico transitorio del juez. Luego
de repasar las impresionantes credenciales del testigo experto, se le pidió que
informara sobre “accidente isquémico transitorio” (AIT) y “amnesia global transitoria”.
Explicó que un AIT
implica una detención del flujo sanguíneo hacia el cerebro por un breve lapso,
y produce trastornos visuales, en el habla y para moverse. El lapso suele ser
de una o dos horas y luego la recuperación es completa. Distinguió el AIT de la
amnesia global transitoria, que es una alteración de la memoria a corto plazo
(dura entre 8 y 24 horas). Ese tipo de amnesia produce gran ansiedad en la
persona, que pierde la noción espacial y temporal. Suelen preguntar
reiteradamente dónde están, qué hacen allí, cómo llegaron. Cualquiera se puede
dar cuenta si una persona sufre un episodio de ese tipo de amnesia.
Afirmó que, por
ejemplo, quien sufre estas afecciones no puede realizar una búsqueda en
internet, pues ello exige funciones neurológicas superiores. Agregó que la
fabulación (mentir) tampoco es compatible con estas patologías. Señaló que es
muy raro que un AIT coincida con una amnesia global transitoria.
Por último, calificó
de “muy confuso” el certificado del médico Miguel Ayup, que, además, no podría certificar nada, ya que solo
podría tener una valor presuntivo. Indicó, finalmente, que el diagnóstico de un
episodio de AIT exige una serie de estudios de rigor que no se completaron en
este caso en particular.
El martes
La médica Miriam Vicente, otra profesional en
neurocirugía con credenciales impresionantes, declaró para la fiscalía en
términos generales sobre AIT y amnesia global transitoria. Sobre esta última,
destacó que estos episodios de amnesia duran entre dos y nueve horas, y afirmó
que amnesia global transitoria y AIT son dos entidades patológicas transitorias
pero claramente distintas.
En el caso de la
amnesia global transitoria, el paciente no recuerda lo que le está sucediendo,
no puede armar un discurso racional y no puede fabular. Dijo que en las
imágenes que se le hicieron a Muñoz
no había rastros de un accidente isquémico, no hay manifestaciones
imaginológicas. Un buen interrogatorio del fiscal, y una declaración muy clara
y efectiva.
Interesante el
contrainterrogatorio de Imaz, que
quería hacerle decir que lo que había diagnosticado Ayup no era una amnesia global transitoria, pero no le
salió. El certificado de Ayup dice
que Muñoz sufrió una amnesia
global que duró unos minutos y que tuvo una recuperación posterior completa. De
allí el abogado derivaba que no era una amnesia global transitoria. La médica
contestó en dos oportunidades que a pesar de que el término “transitoria” no
aparecía, esa era la definición misma de una amnesia global transitoria. Más
tarde comprenderíamos por qué las preguntas de Imaz.
Después siguieron Oscar
Pandolfi, Marcelo Inaudi y Ricardo Cancela, los tres testigos de carácter ofrecidos por la
defensa. En este caso, estos testigos resultan irrelevantes, pues nadie está
discutiendo si Muñoz es buen o mal
juez. Lo que se está discutiendo es lo sucedido el día que chocó, huyó y lo
pescaron. Lo mismo la declaración del periodista Guillermo Elía, que declaró, básicamente, cómo
obtuvo la información del caso.
La periodista Lorena Vincenty habló con Muñoz el domingo posterior al hecho a
las 17. El juez le dijo: a) que no sabía si le convenía hablar con ella; b) que
estaba cansado, casi dormido; c) que no venía rápido; d) que no se había dado
cuenta del choque; y e) que no se había negado a hacer el test de alcoholemia.
Dos testigos a medida
Las declaraciones del
médico Miguel Ayup y del juez
Alejandro Cabral exculparían a Muñoz. Eso si decidiéramos creerles.
El médico Ayup —recomendado por Imaz— declaró, por ejemplo, que la
amnesia global que tuvo Muñoz no
fue una amnesia global transitoria. Fue otra cosa, y esta amnesia “minutera”
parece ser una nueva patología que los dos testigos del fiscal general
desconocen, o que se olvidaron de estudiar. También se olvidaron de que esta
amnesia es causada por una isquemia transitoria (AIT).
El médico se declaró “médico
personal” del juez, y a preguntas del fiscal aclaró que era su médico personal
desde la fecha en que firmó el certificado sobre el diagnóstico de su amnesia “minutera”
causada por un AIT. Terminó por aclarar que todo su diagnóstico sobre la
particular amnesia que habría sufrido el juez dependía de lo que éste le había
dicho. Es decir que Muñoz sufrió
una patología en su memoria, desconocida por dos reputados neurólogos ajenos a
esta causa, en la cual no se sabe qué fue lo que no recordaba, y que solo se
podría probar por los dichos del propio Muñoz.
Efectivamente, a preguntas del fiscal, el médico decía que un amnésico podía
recordar la hora del hecho, el lugar del hecho, razón por la cual el fiscal
debió preguntar qué era entonces lo que no recordaba. Tengamos en cuenta que
los dos neurólogos anteriores señalaron expresamente que en la amnesia global
transitoria real el paciente sabía quién era, pero carecía de la información necesaria
para ubicarse en tiempo y espacio.
Más allá de ello, las
respuestas de Ayup siempre eran generalidades
no referidas al episodio de Muñoz,
llenas de “depende”, “es posible”, “es probable”, con lo cual nunca contestaba
lo que se le preguntaba. Su habilidad para evadir las respuestas resultó
asombrosa.
En cuanto a la declaración
de Cabral, realmente llamativa su
coincidencia con las necesidades de Muñoz
y la imposibilidad de verificar sus afirmaciones. Otro amigo de Imaz. Entre otras, declaró que el juez le pidió
que fuera a ver cómo estaban las víctimas. Dijo que así lo hizo y que,
casualmente, no se identificó…
¿Qué se ha probado?
Faltando un día de testigos, lo que con seguridad no se ha probado es el accidente
isquémico y la amnesia de Muñoz.
Ello pues de las propias declaraciones del juez surge que no hubo ninguna
pérdida de memoria. El propio juez es quien dijo “haber chocado contra un árbol”.
No se trata de una pérdida de memoria a corto plazo. En el mejor de los casos,
él “confundió” el choque al Renault Sandero con el choque a un árbol.
Sabía en qué lugar
estaba. Sabía qué hora era. ¿Qué es lo que no recordaba? ¿Dónde está el estado
ansioso de quien no sabe dónde está, ni qué hora es, ni cómo llegó allí, y lo
consulta reiteradamente? ¿Cuál es el relato que sirvió de base para que Ayup diagnosticara una amnesia global?
Los mismos dichos del juez son incompatibles con una amnesia global,
transitoria o que dure solo minutos. Con excepción de Ayup, los dos primeros neurólogos señalaron que una persona
con amnesia global transitoria no puede realizar las actividades que desde el
primer momento realizó Muñoz.
El fiscal, en cambio,
sí ha demostrado su caso. Muñoz
embistió desde atrás al Sandero, conduciendo a gran velocidad. Muñoz se dio a la fuga. Muñoz se negó a realizarse el test de
alcoholemia. Varios testigos, además, señalaron su aliento etílico o su
aparente estado de ebriedad. Muñoz
venía de un largo almuerzo en una bodega en la cual se sirvió vino y champagne.
Y, lo que es más
importante, Muñoz solicitó favores
personales en el tratamiento de su caso al jefe y al subjefe de la policía.
Los dichos de los peritos neurólogos y la descripción de la conducta posterior al choque del
propio Muñoz no resultan
compatibles con una amnesia global —transitoria o más breve—. Los estudios médicos
realizados no permiten afirmar la existencia del AIT. Los jueces que han
declarado hasta ahora no han formulado ninguna hipótesis mínimamente creíble y
no han mostrado ningún apego a la verdad. La existencia de alguna irregularidad
procesal no permite, en modo alguno, invalidar este proceso de enjuiciamiento.
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Hemos notado que tanto
en el proceso como en los comentarios de varias personas con quienes hemos conversado
en estos días, se afirma que un supuesto “ánimo vengativo” del fiscal general Gerez tornaría ilegítimo el
enjuiciamiento del juez Marcelo Muñoz.
En primer lugar, es bastante difícil demostrar la existencia de ese supuesto “ánimo”.
Por otra parte, lo único relevante consiste en los hechos que se atribuyen al
juez y en los hechos que finalmente se consideren probados. Alrededor de ese
cuestionamiento a la actuación de la fiscalía general parece estar la idea de
una persecución “amable”. El fiscal no tiene ningún deber de imparcialidad ni
de amabilidad. Solo debe perseguir legalmente. Y, en este caso, la constitución
y la ley le permiten la persecución del juez Marcelo Muñoz para solicitar su sanción o su destitución. Si al fiscal
general Muñoz le cae bien o mal,
en este contexto, es totalmente irrelevante.