“Argentina sin narcotráfico”, una promesa irresponsable
e imposible de cumplir. Cecilia González opinó sobre el documento presentado por el presidente en esta nota:
En
pos de metas imposibles, el presidente Mauricio Macri
presentó hoy el acuerdo “Argentina sin Narcotráfico”, que se suma a los
eslóganes, también utópicos e irrealizables, de “Narcotráfico cero” y “Derrotar
al narcotráfico” (ver)
El documento del acuerdo, al principio,
establece el compromiso de “no solo a dar pelea sino también a ganarla”.
Estipular por adelantado que alguien va a “ganar la pelea” nada agrega a una
declaración de intenciones como la que se expresa en el acuerdo. Es solo un
gesto demagogo que pretende festejar por anticipado algo que no se ha logrado.
Y la ministra Bullrich sabe de
eso, ya le sucedió con el papelón de la captura de los prófugos.
Como bien señala Mario Juliano, más que un programa concreto de política pública es “una serie de enunciados
genéricos, que
distan de constituir un programa concreto y sistemático para abordar con
seriedad una cuestión de esta índole”.
El título de la nota de Juliano permite predecir los resultados
de la aplicación de las políticas que pueden surgir del acuerdo que pretende
tener éxito sobre la base de un título voluntarista. En este sentido, la
continuación de un modelo bélico sobre la cuestión del narcotráfico permite
augurar el fracaso del plan y, además, lo que es más preocupante, el peligro
que ese enfoque significa para los derechos y libertades individuales de todos.
Si se lee el documento completo se puede comprobar la correcta apreciación que realizara Juliano, como también la opinión de
Cecilia González sobre el tema:
En resumen, “Argentina sin
Narcotráfico” parte de metas imposibles, fortalece la estrategia policial y
suma campañas de prevención y enfoques de Derechos Humanos, pero nada dice de
la necesidad de regular el mercado de drogas ilegales, como la legalización de
la marihuana medicinal que analiza el Congreso, o de incorporar programas de reducción
de daños, lo que confirma el retraso del país en el escenario de nuevas
políticas de drogas que ya avanzan en América y Europa.
Un dato adicional que resulta
preocupante consiste en la presencia del presidente de la Corte Suprema,
Ricardo Lorenzetti, quien declaró
lo siguiente:
Tanta heterogeneidad fue destacada
por Lorenzetti: "Están
representados los tres poderes del Estado y hay gobernadores, legisladores y
líderes de la oposición. Es una reunión histórica, hace años que la estábamos
pidiendo" (ver).
La participación del cortesano resulta algo preocupante, dado el papel
que le corresponderá cumplir ante la eventual llegada de un caso judicial a la
Corte Suprema por la aplicación de este acuerdo. No se trata, aparentemente, de
la simple asistencia al acto. Nuestra percepción se ve corroborada por las
promesas expresadas en el acuerdo, donde, entre otras cosas, se promete “intensificar
el accionar dinámico y efectivo con el Poder Judicial y las fiscalías
competentes, el Poder Ejecutivo y las fuerzas de seguridad”.
Así, se mezcla todo, como si el papel institucional de tribunales,
fiscalías, fuerzas de seguridad y poder ejecutivo pudiera confundirse para
actuar promiscuamente en la investigación y persecución penal de los delitos
vinculados al tráfico de sustancias prohibidas.
Si, además, tenemos en cuenta que será la ministra Patricia Bullrich quien estará principalmente a cargo de la puesta en práctica de estas promesas, la cosa se pone peor aún (ver).
En fin, el acuerdo "Argentina sin narcotráfico" no constituye una respuesta seria a un problema de mucha complejidad. Se ofrece más de lo mismo, el enfoque bélico-represivo, adornado con un poco de tecnología y algunas referencias a políticas de salud. Un documento no muy auspicioso.