Éste es el blog personal de Alberto Bovino. Las notas no son escritas en calidad de miembro de ninguna institución, estudio jurídico o universidad, y expresan nuestras opiniones personales. Las entradas son de exclusiva responsabilidad de quienes la firman.
18 nov 2014
14 nov 2014
SOBRE EL PROYECTO DE CPP: ¿QUÉ HACEMOS CON LOS JUECES?
Nos parece muy bueno, y
especialmente muy necesario, reemplazar el vetusto código vigente por algo que
nos traslade del Siglo XIX al Siglo XXI. Siglos de cultura inquisitiva
generaron un sistema de justicia penal burocrático, rígido, secreto, lento,
ineficiente y extremadamente injusto que, además, resulta casi imposible de
abandonar. En este contexto, la justicia penal opera sin satisfacer ningún
interés legítimo.
La administración de justicia
penal resulta incapaz de atender las necesidades sociales mínimas que se supone
debe satisfacer, entre ellas las siguientes: a) dar respuesta a todos o gran
parte de los casos incorporados al sistema; b) dar respuesta a todo conflicto
social que presente, mínimamente, mayor complejidad que los casos comunes
procesados por el sistema —v. gr., delitos contra la propiedad—; c) dar
respuesta a los delitos más graves —especialmente aquellos cometidos por
órganos estatales—; d) dar respuesta a las nuevas formas de criminalidad —v.
gr., económica, ecológica, informática—; e) respetar los derechos de quienes
resultan perseguidos penalmente; f) satisfacer los intereses legítimos de quien
ha resultado víctima del delito; y g) brindar soluciones alternativas a la
sanción penal o a la pena privativa de libertad.
Sin embargo, no se trata de
un problema de vigencia de normas. Se trata, antes que nada, de un problema
cultural que nos afecta a todos los operadores —también los externos al aparato
estatal, como los litigantes—. Los supuestos defectos de la justicia
inquisitiva son, antes que nada, los rasgos que la definen: el papeleo, el
secreto, la burocracia, la lentitud…
Por este motivo, estamos
preocupados por lo que será el trabajo de implementación del nuevo CPP, tanto
por un problema normativo como por el grave problema cultural.
Si hablamos del problema
normativo, más allá de diversas reglas del Proyecto que deberían ser revisadas
y reemplazadas, lo cierto es que estamos muy preocupados con la ausencia de
discusión de una ley orgánica del poder judicial y de una nueva ley de
ministerio público que abandone de una vez por todas el modelo de organización
refleja del MP y uno de sus hijos dilectos: la extraña idea del “fiscal
natural”.
Sintéticamente, deberíamos
discutir seriamente el papel de los jueces en el nuevo modelo procesal. En caso
de no tomarnos seriamente esta cuestión, corremos el riesgo de fracasar antes
del comienzo. No podemos olvidar que las prácticas inquisitivas son como el
encarcelamiento preventivo y las cucarachas alemanas: han sobrevivido al paso
del tiempo. Por ello, cualquier reforma procesal seria debe atender
especialmente al rol de los jueces, entre otras razones, porque el trabajo de
los jueces difiere sustancialmente en uno y otro modelo.
Además de pensar
cuidadosamente el perfil de los jueces en el nuevo modelo, se debe resolver un
problema grave sobre la idea que muchos jueces tienen de su rol en un Estado de
derecho. Existe una falsa premisa en este sentido, muchos jueces creen que
ellos deben seguir siendo jueces automáticamente en el nuevo modelo, y eso no
es así. No existe un derecho subjetivo de carácter laboral que garantice el
empleo a los jueces.
tribunal cerrado = el ex juez se vuelve abogado
En primer término, la
estabilidad en el cargo es precisamente eso: dura mientras tal cargo exista. La
estabilidad solo tiene un fin, que es garantizar la independencia de los jueces
con el fin de proteger nuestros derechos, no los de ellos. Recordemos, además,
que la condición de admisibilidad en los empleos es la idoneidad. Y no puede
presuponerse que los jueces del viejo sistema son idóneos para el nuevo sistema
procesal. Por lo tanto, dada la cláusula de igualdad ante la ley, todas las
personas que deseen ser jueces con el nuevo régimen de administración de
justicia deberán demostrar su idoneidad, dando un concurso ante el Consejo de
la Magistratura.
Si durante la vigencia de
este Código se trasladara a un juez federal de instrucción al fuero de menores,
por ejemplo, ese juez, con razón, reclamará su estabilidad en el empleo. Ello
pues eso es, precisamente, lo que la cláusula constitucional de estabilidad en
el cargo garantiza (“… conservarán sus empleos mientras dure su buena conducta…”,
art. 110, CN).
Del mismo modo que la
garantía del juez natural que regula la competencia no se ve afectada por una
reforma integral que modifique las reglas de competencia de manera general, en
este caso sucede exactamente lo mismo. Al desaparecer ciertos tribunales debido
a una reforma integral, la estabilidad en el cargo atentaría contra esa
reforma, imposibilitándola. Al desaparecer ese cargo (ese “empleo”), quien lo
ocupaba pierde esa estabilidad, y la independencia judicial no se ve afectada.
Y ése es el único sentido que la estabilidad en el empleo tiene.
La independencia judicial se
garantizará, entonces, con el sistema de ingreso a los nuevos cargos del poder
judicial. No puede derivarse de una cláusula constitucional destinada a
garantizarnos a todos nosotros la independencia de los jueces, un derecho
inexistente que atentaría contra cualquier reforma posible destinada a mejorar
la administración de justicia o, mejor dicho, a adecuar el proceso a las
cláusulas de la Constitución Nacional.
5 nov 2014
NOS DEJÓ UNA MUJER EXTRAORDINARIA: ALICIA OLIVEIRA
Hoy
falleció en nuestra ciudad la queridísima Alicia Oliveira. Recuerdo cuando la conocí trabajando en el CELS.
Al principio le tenía un poco de temor, porque algunos “históricos” nos miraban
como a sapos de otro charco. No duró mucho, me llevó muy poco tiempo ver a esa
persona con un ácido humor, incansable luchadora por los derechos de los más
débiles que terminó enseñándome tantas cosas, sobre el derecho y sobre la vida.
Ella
era una de las pocas personas que yo conocí que había entrado muchas veces al
Consejo Supremo de las FF.AA., acompañando a mujeres que tenían que declarar
allí, no como abogada, sino como chaperona de alguna, porque en el imaginario
de los del Consejo Supremo, las mujeres eran muy débiles.
Compartimos
un viaje a Chile, algunos casos, y tuve el honor de defenderla, junto con
Eduardo Bertoni, por la querella
que le hizo Alderete por calumnias
e injurias, luego de que Alicia, como Defensora del Pueblo, le parara la
licitación del PAMI.
Acompañamos
a sus seres queridos en su dolor. Y a vos, Alicia, siempre te tendremos en
nuestros corazones.
1 nov 2014
SOBRE 43 ESTUDIANTES
LOS 33 ESTAMOS
BIEN, ¿Y LOS 43 DONDE ESTÁN?
Por
Carlos Varela Álvarez
Tuve la
oportunidad de asistir a las 153ª audiencias de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos en Washington DC. Lo pude hacer porque se nos concedió una
Reunión de Trabajo en un caso de Uruguay, a la que asistimos con dos queridos
colegas, Carlos de Casas de Mendoza y Pablo Donnangelo de Uruguay. No escribiré
sobre ello porque eso hace referencia a
mi labor como abogado.
Quisiera
contar mejor lo que significan esas audiencias para miles de personas que a
través de la sociedad civil llevan temas tales como la pena de muerte, el
indigenismo, la contaminación ambiental, las nuevas tecnologías y los derechos
humanos, la libertad de expresión, el acceso a la justicia, la justicia
independiente, los niños migrantes, la represión, las ejecuciones
extrajudiciales, las condiciones de detención, el acceso a la información, la
violencia de género, las nuevas identidades sexuales, etcétera.
Todo ello
en una semana maratónica donde desde Canadá al Cono sur, rinden examen sus
instituciones y gobiernos, y donde por una vez ese Estado, ese Gobierno, se
sienta a dialogar de igual a igual con el denunciante o el habitante crítico.
Ese Gobierno que en su territorio le
dice a sus ciudadanos que no tiene tiempo, o que no escucha, que no investiga,
o que reprime, o que garantiza la impunidad.
Ahì en la
Comisión están frente a frente, para ser cuestionado, pero también para ser
escuchado, o mostrar sus avances, o recibir recomendaciones que luego podrán
ser revisadas.
Uno percibe
la fuerza de la sociedad civil, de cientos de personas, unas con corbatas,
otras con sus trajes típicos, otros con sus colores indígenas y otros apenas
con sus ropas humildes y su orgullo alto; todos se hacen escuchar. Son miles de
voces que frente a los Comisionados aprovechan los pocos minutos que se les
otorga para que el mundo por un instante se detenga y les permita pedir el
cambio, la tolerancia, la igualdad, el respeto a la dignidad.
Una de las
audiencias que me tocó asistir de público, fue la de México, que desplegó una quincena de asesores,
embajadores y funcionarios de distintos niveles
para mostrar su Plan de Derechos Humanos, los protocolos de actuaciones
y las capacitaciones que dice estar llevando a cabo.
Fue la
audiencia más convocante porque las organizaciones sociales de ese país, casi
todas con personas muy jóvenes y en su mayoría mujeres, dieron un ejemplo de
discurso articulado, de estadísticas irrebatibles, de la existencia de un
cuadro gravísimo de violaciones a los derechos humanos por parte de un Estado corrupto
y muy débil en lo institucional a pesar de tantas leyes y formularios.
Durante esa
audiencia se sintió con fuerza las decenas de miles de personas ejecutadas, la
violencia institucional, la incapacidad de un Estado para articular políticas
serias en esa materia.
Pero lo que
más se sintió fue la presencia de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa,
desaparecidos hace más de un mes en Iguala ( Estado de Guerrero).
Uno a uno
fueron recordados sus nombres en la audiencia y se pidió un minuto de silencio
para tomar aun más conciencia de la gravedad que significa su desaparición. Sus
compañeros cantan en las marchas “con vida los llevaron, con vida los
queremos”, que recuerda tanto el horror que no hace mucho vivimos en nuestro
país y por supuesto en Mendoza.
La
audiencia fue estremecedora por la absoluta falta de respuesta y por la vergüenza
del Estado de Mèxico, que no puede explicar ni la búsqueda, ni la falta de
resultados, y sólo exhibir sus leyes y protocolos de actuación.
Hubo hace
un par de años una experiencia trágica en Chile de 33 mineros desaparecidos de
la superficie y rescatados vivos todos ellos, con la enorme algarabía para todo
el mundo.
En un papel
escrito a mano, su líder minero, desde la catacumba donde se encontraba
escribió “estamos bien los 33” y por un instante, este mundo convulsionado se
detuvo, se abrazó y rió.
Hoy a este
mismo mundo le faltan 43 estudiantes rurales que con enorme coraje sólo pedían
mejor educación. No podemos olvidarnos, como no lo hemos hecho con nuestros
desaparecidos. Hay que lograr que podamos recibir ese mensaje, esa carta, esa
botella del mar, que diga “estamos bien los 43”, o que lo digan de la manera
que quieran, pero hasta que no lo sepamos y no abracen a sus padres, amigos,
compañeros y hermanos, debemos ser nosotros, la sociedad civil de cualquier
parte del mundo, quienes pidamos por ellos a México.
Nos faltan
43 estudiantes, sin ellos, el día está incompleto y la noche vacía.
Carlos Varela Álvarez
Abogado
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