En una entrada del
mes pasado (Signos de puntuación y tildes: el juego de la herencia), propusimos
a los lectores el ejercicio que reproducimos a continuación, con el objeto de
señalar la importancia del uso correcto de los signos de puntuación y las
tildes.
Este
ejercicio muestra la importancia de la puntuación y del uso de tildes en el
resultado final del sentido del texto. Les proponemos a los lectores que
intenten obtener la mayor cantidad de resultados. Mediante el uso de signos de
puntuación y de tildes, el lector podrá ver cómo se puede alterar por completo
el sentido del texto
“si
legare mi fortuna a mi hermano juan no seria una buena accion que quede todo
para los criados de la casa nunca jamas a los parientes de españa todo lo
expresado aqui es mi voluntad”.
Varios enviaron una
sola respuesta, que no reproducimos aquí porque es alguna de las que sí
incluyeron los dos lectores cuyas respuestas transcribimos textualmente.
(1) Si legare mi
fortuna a mi hermano Juan, no sería una buena acción. Que quede todo para los criados de la casa. Nunca jamás
a los parientes de España. Todo lo expresado aquí es mi voluntad.
(2) Sí, legaré mi
fortuna a mi hermano Juan. No
sería una buena acción que quede todo para los criados de la casa. Nunca jamás
a los parientes de España. Todo lo expresado aquí es mi voluntad.
Sí, legaré mi
fortuna. A mi hermano Juan: no sería una buena acción que quede todo para los
criados de la casa "nunca jamás". A los parientes de España, todo. Lo expresado aquí es mi voluntad.
Si legare mi
fortuna, a mi hermano Juan: ¿no sería una buena acción que quede todo para los criados de la casa "nunca
jamás"? A los parientes de España: todo lo expresado aquí es mi voluntad.
(este último es medio rebuscado) (CREO...)
El amigo Emilio
envió sus cuatro respuestas. Debo confesar que el recurso de usar la expresión
"nunca jamás" como nombre propio de la casa ha sido original, aunque
—como él dice— suena algo rebuscado.
Cuatro resultados:
Sí, legaré mi fortuna a mi hermano Juan. No
sería una buena acción que quede todo para los criados de la casa. Nunca jamás
a los parientes de España. Todo lo expresado aquí es mi voluntad.
Si legare mi fortuna a mi hermano Juan no
sería una buena acción. Que quede todo para los criados de la casa. Nunca jamás
a los parientes de España. Todo lo expresado aquí es mi voluntad.
Si legare mi fortuna a mi hermano Juan no
sería una buena acción. Que quede todo para los criados de la casa, nunca
jamás. A los parientes de España, todo. Lo expresado aquí es mi voluntad
Si legare mi fortuna a mi hermano Juan no
sería una buena acción. Que quede todo para los criados de la casa, nunca.
Jamás a los parientes de España. Todo lo expresado aquí es mi voluntad. (¿Irá
al Estado la herencia?)
Lic. Francisco A. Hirsch
Esta última es, a
nuestro juicio, la mejor respuesta posible. El lector F. A. Hirsch utilizó tildes y signos de
puntuación y dio cuatro sentidos diferentes de sencilla comprensión al texto
proporcionado.
El juego de la
herencia es —sin dudas— un ejemplo sumamente útil para llamarnos la atención
sobre la relevancia de las herramientas que nos da el lenguaje. Tanto para
precisar el mensaje que deseamos emitir, como para comprender que el mal uso o
el desprecio de tales herramientas pueden alterar completamente el sentido de
un texto.
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