Hace
unos días, en el edificio del poder judicial de Bahía Blanca —que sus
habitantes llaman "Palacio"—, tuvo lugar un hecho muy inusual. Prácticamente
todos los habitantes de sus cinco pisos salieron a sus pasillos para dar una
cálida despedida al juez José Luis Ares, tal como se puede ver en el video.
Ares es,
entre muchas cosas más, un ferviente defensor del juicio por jurados. En la
página de la Asociación argentina de juicio
por jurados se puede leer:
El doctor José Luis Ares, quien además es un
gran académico y profesor universitario, días atrás recibió una emotiva
despedida en el Palacio de Tribunales tras su encomiable labor durante 30 años
al servicio de la Justicia. El video es literalmente conmovedor.
Qué mejor reconocimiento que el que pueden
darle sus pares, sus colegas y, sobre todo, los empleados judiciales que lo
despidieron con bombos y redoblantes.
Algo muy especial hay que tener para ser despedido así. Ares tiene de sobra todas esas cualidades, lamentablemente infrecuentes en nuestro sistema judicial: don de gentes, excelente persona, un talento indiscutido, una honradez a prueba de balas, una visión clara del futuro de los sistemas judiciales, una apertura total hacia los nuevos temas y las nuevas generaciones y una firme convicción en sus ideales de justicia.
Recuerdo que en febrero de 2011
presentó su renuncia al Colegio de Magistrados y Funcionarios provincial. ¿El
motivo? No sentirse representado por el colegio. En una fuerte nota dirigida a la presidenta de la asociación
departamental aclaró:
... siempre creí que
la verdadera razón de ser de la colegiación de jueces y otros funcionarios
radica en la firme y decidida defensa de la independencia judicial y de los
derechos fundamentales que consagran las normas constitucionales.
Por el contrario, en
mi opinión, el colegio provincial parece haberse convertido prácticamente en un
apéndice acrítico del poder político de turno...
Un señor el juez Ares.
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